En Perú, como en todo el mundo, por la pandemia del coronavirus, se desarrollan clases virtuales en todos los niveles educativos. Este también es el caso de la educación infantil, particularmente de 3 a 5 años de edad. Por ello, resulta interesante reflexionar sobre las experiencias que algunas maestras vienen vivenciando con las niñas y los niños de estas edades. Para desarrollar esta reflexión, les pedimos a algunas docentes de escuelas urbanas y rurales que compartan sus opiniones respecto a las dificultades que enfrentan para el trabajo virtual y el proceso de adaptación de las y los estudiantes.
Dificultades que enfrentan: planificación y didáctica
A nivel de la planificación:
Principalmente, en las zonas urbanas y en donde existía la posibilidad del recurso tecnológico e Internet, al inicio, el primer reto fue adaptar las actividades presenciales a un entorno virtual. Paulatinamente, a través del ensayo y error, las escuelas fueron encontrando un estilo de trabajo que se adaptó lo mejor posible a sus necesidades. Por ejemplo, en un inicio no se utilizó la pantalla de manera rutinaria, sino que se remitieron actividades a ser realizadas en casa; luego, con el uso de las video llamadas, se empezó el trabajo en pequeños grupos. De esta manera, en la medida en que las maestras iban desarrollando competencias digitales y las escuelas asumían el reto de la educación remota, se utilizaron plataformas digitales gratuitas para modelar situaciones de aprendizaje que motivaran la participación activa en las sesiones de aprendizaje.
Sin embargo, durante este proceso de adaptación al cambio repentino en la educación, se evidenciaron dificultades de otro grupo de maestras que no contaban con los recursos tecnológicos necesarios (internet, pc, laptop, teléfono móvil) para implementar sus clases. Por ejemplo, en el caso de los Programas No escolarizados de educación inicial PRONOEI, esta carencia de recursos dificultaba que las docentes coordinadoras mantuvieran una comunicación efectiva para orientar el trabajo de planificación de las promotoras educativas comunitarias.
En general, lo que ha sido difícil para las maestras es que sus estudiantes cuenten con el apoyo del adulto para realizar las actividades, por lo cual resulta complicado plantear objetivos reales a nivel de su cumplimiento. De otro lado, muchas veces el adulto puede guiar al estudiante de manera como lo hicieron sus padres, cuando ahora se emplean nuevos paradigmas. Del mismo modo, la planificación del uso de los materiales debe considerar el uso de materiales accesibles y se deben incluir varias opciones para generar una actividad con el mismo objetivo. Sobre este tema, se ha debido ser cada vez más flexible.
A nivel didáctico:
Cuando han existido circunstancias idóneas en cuanto a los recursos tecnológicos, y disposición familiar, la asistencia de las niñas y los niños ha sido mucho más consistente que al inicio. En casos donde hay dos sesiones en grupo pequeño al día, se tienen más posibilidades de organizarse y poder asistir. También se ofrecen videos de las clases preparados especialmente para la actividad o los que están publicados por otras fuentes, para poder verlos asincrónicamente en caso no pudieran asistir.
Tal como ocurre en la educación presencial, la disposición de los niños puede ser distinta de un día a otro. Hay días en los que algunos niños participan mucho y se involucran en las sesiones, así como también otros días en los que su disposición no es la misma. “Vemos con alegría que nuestros niños se han adaptado al uso de la plataforma, algunos saben activar y desactivar funciones como el micrófono, la mano, por sí mismos. Algunos pueden ser acompañados por uno de sus padres, otros por algún adulto en casa, pocos están solos frente al dispositivo durante clases. También vemos que en algunos casos los padres están trabajando a cierta distancia mientras los niños están en las sesiones y solo acuden en caso sus niños lo soliciten o lo necesiten” (Pilar Quintana, Trener).
De alguna manera, estas acciones van desarrollando progresivamente la autonomía de las niñas y de los niños. Sin embargo, las maestras expresan en su mayoría que la educación virtual no favorece la construcción social de los aprendizajes. Además, no tener el feedback o retroalimentación inmediata de los niños con respecto a la experiencia ha sido un gran reto, porque a nivel virtual no se puede observar los procesos de aprendizaje de cada niño en particular.
La creatividad es clave para salir adelante
El Perú es un país que se caracteriza por la gran brecha social existente entre el área urbana y el área rural, y de sobremanera en la zona alto andina del país, a más de 3000 msnm. Justamente, una de las características más relevantes de la ruralidad son la dispersión geográfica de las comunidades y la falta de servicios. De acuerdo a Grade y según INEI (ENAHO 2016), las zonas rurales tienen un escaso acceso a servicios básicos como el agua potable (68,9%), electricidad (78,9%) y saneamiento (44,7%); solo un 28.2% accede al conjunto de estos tres servicios vs un 82,6% de los urbanos. Incluso el acceso a internet llega apenas al 1 % versus un 30.2% de la zona urbana.
Ante esta realidad, las niñas y los niños usualmente debían recorrer grandes distancias para ir a las escuelas y recibir educación y, además, acceder a una ración de alimentos (desayuno) aportado por el Programa Nacional de Alimentación Escolar Qali Warma. Esta era la única oportunidad para muchas familias de poder recibir educación y atender algunas de sus necesidades básicas. Así, la actual coyuntura de emergencia sanitaria no solo ha restringido el derecho a la educación, sino también ha limitado, en gran parte que las y los estudiantes puedan tener igualdad de oportunidades frente a otros de zonas urbanas; pudiendo ello incrementar aún más la brecha social existente.
Sin embargo, frente a esta situación, el Estado y, principalmente, maestras y maestros de gran vocación de servicio han ido incorporando estrategias que les permiten llegar a sus estudiantes de diferentes maneras, cargadas de inventiva, en algunos casos. Es así que los maestros han elaborado recursos educativos y no estructurados, a partir de material reciclado y reutilizado con un fin didáctico.
Dentro de esta coyuntura, el Estado peruano ha desarrollado el Programa Aprendo en casa, el cual llega a través de la radio y la televisión a todo el país, aunque este no cubre a todo el territorio rural, por las carencias tecnológicos mencionadas. Pero no hay duda de que frente a una necesidad, surge la creatividad de las maestras y maestros. En ese sentido, la iniciativa de un ingenioso maestro llamado Walter Velásquez del colegio Santiago Antúnez de Mayolo, ubicado en el distrito de Colcabamba, región Huancavelica, es admirable. Para atraer el interés de sus estudiantes con habilidades especiales, construyó un robot al que llamó “Kipi”.
La robot “Kipi”, cuyo nombre en quechua significa “cargar”, está construida con material reciclado y chatarra electrónica reparada, que además se recarga con energía solar. Este maestro y “Kipi” se desplazan a distancias de hasta 10
La robot “Kipi”, cuyo nombre en quechua significa “cargar”, está construida con material reciclado y chatarra electrónica reparada, que además se recarga con energía solar. Este maestro y “Kipi” se desplazan a distancias de hasta 10 horas a lomo de burro para visitar a las niñas y los niños de comunidades alejadas del distrito de Colcabamba que no tienen acceso a la comunicación.
Kipi almacena audiolibros, cuentos, poesías y experimentos guía para seguir aprendiendo y retransmite la grabación de los programas radiales de la estrategia “Aprendo en casa” en quechua y asháninka. Con esta motivación, sus estudiantes no se pierden las clases y le ponen interés a las enseñanzas de su maestro.
Adaptación de las familias y sus hijas e hijos
Actualmente, estamos viviendo la que es potencialmente una de las mayores amenazas en nuestra vida para la educación global. De acuerdo con Jaime Saavedra, Director Global de Educación del Banco Mundial y ex Ministro de Educación del Perú, al 28 de marzo de 2020, más de 1600 millones de niños y jóvenes no asistían a la escuela en 161 países por la pandemia del COVID-19. Ello representa cerca del 80 % de los estudiantes en edad escolar en el mundo.
Siendo conocedores de la importancia de la educación inicial en los primeros años de vida, vemos con preocupación las consecuencias de esta deserción. Ya sea en escuelas privadas que los padres ya no pueden pagar por estar desempleados o en escuelas públicas donde se prioriza la educación de los mayores, esta modalidad no satisface plenamente las necesidades de las niñas y de los niños acordes a su edad.
En ese sentido, y avizorando que esta pandemia atenta contra la salud, en nuestro país, el retorno a las aulas viene siendo postergado. La participación de la familia en la educación inicial o parvularia cobra mayor protagonismo, tanto en el ámbito urbano como rural. Esta se viene dando en dos sentidos: en el acompañamiento de sus hijas e hijos y en la elaboración de recursos para su aprendizaje, con materiales del entorno. Las familias en mejores circunstancias, en zonas urbanas, han podido seguir adelante con las clases virtuales. “Considero que aquellos niños que mejor se han adaptado a la modalidad virtual han sido quienes tienen en casa una buena rutina y familia que contiene y organiza” (Naomi Hirakata, Caritas Graciosas).
“Hay familias que se sienten impresionadas de poder acompañar de cerca los procesos de aprendizaje de sus hijos y se maravillan, muchos de ellas han logrado ver las habilidades de sus hijos más de cerca y valorarlas y eso ha sido de las mejores experiencias que he vivido como maestra. Otras se frustran, no tienen tiempo y su ansiedad por tener a cargo tantas responsabilidades no les ha permitido disfrutar de estos procesos de aprendizaje, de acompañar al niño a explorar, experimentar, descubrir ha sido una tarea agobiante” (Cecilia Zarauz, Caritas Graciosas”).
No obstante, en cuanto al acompañamiento durante las clases remotas a través de la radio, televisión o Internet; la disconformidad y discrepancias de los padres del ámbito urbano se intensificaron, debido a que al inicio de la pandemia, las niñas y los niños se mostraban muy dispersos, no comprendían indicaciones, se distraían o se cansaban de mirar la pantalla, lo cual demandaba mayor participación de los adultos responsables, quienes tuvieron que dedicar más tiempo a esta labor. Sin embargo, en el camino fueron comprendiendo que el aprendizaje de las niñas y los niños de educación inicial, no se circunscriben solo a ser espectadores sino que este se promueve en el juego y en las rutinas diarias, recibiendo orientaciones de las maestras para ese fin.
“Un reto para este año es la interacción entre los niños. Ellos, especialmente en esta edad, buscan la interacción con sus pares y profesores para crear un vínculo significativo. Para ello realizamos diferentes actividades que fomentan este vínculo y alentamos a las familias que puedan buscar momentos y según su disposición, puedan replicar diferentes actividades entre las familias. Esto será beneficioso para cada alumno” (Johana Vera, Trener).
Por otro lado, en el ámbito rural, la participación de los padres se ha visto afectada por las carencias anteriormente señaladas. Estos, junto a sus hijos, tienen que desplazarse, muchas veces, a los cerros para capturar la señal radial o de Internet, priorizando la educación de los hijos e hijas mayores.
Con relación a su participación en la implementación de materiales con un fin didáctico, tanto padres del ámbito urbano como rural han colaborado en su elaboración utilizando los recursos propios del entorno. En muchas ocasiones, lo hacen conjuntamente con sus hijos.
Reflexiones finales
En la actualidad el sistema educativo se enfrenta a un gran reto. De acuerdo a Unesco y Cepal (2020, p. 4) “la pandemia ha transformado los contextos de implementación del currículo, no solo por el uso de plataformas y la necesidad de considerar condiciones diferentes a aquellas para las cuales el currículo fue diseñado, sino también porque existen aprendizajes y competencias que cobran mayor relevancia en el actual contexto”. Por lo cual, los países como el Perú deben tomar decisiones para un futuro cercano que permita seguir promoviendo aprendizajes en el marco de las diferencias existentes, de las brechas y desigualdades de un país diverso.
La educación de las niñas y los niños menores de 6 años, ha sido afectada por los cambios súbitos producidos en el sistema educativo debido a la pandemia. El reto es mantener un ambiente afectivo que permita acoger a la infancia con respeto y promoviendo la interacción entre niñas y niños. El uso de material concreto y adecuado para los grupos es un reto, pero más importante resulta la promoción de interacciones positivas que fomenten un entorno virtual que sea, a pesar de todo, cercano a las niñas, a los niños y a sus familias. Los ajustes y acomodaciones que realizan las instituciones educativas responden a sus propias experiencias y serán importantes de acuerdo a sus contextos, sobre todo las realidades de las familias en las difíciles circunstancias actuales.
Con respecto a la brecha educativa existente en nuestro país, esta se ha visto incrementada por la coyuntura de la pandemia de Covid-19. Ello se debe a que el acceso a la educación virtual requiere de recursos tecnológicos que no están al alcance de todos. No obstante, esta limitación no debe ser usada como excusa para agravar el problema, sino que es imperante que se recurra a la creación de nuevas estrategias que permitan asegurar el aprendizaje de todos los niños y niñas del mundo. Esto implica considerar las distintas realidades de todas las zonas de nuestro país y también de la región no como límites y obstáculos, sino como oportunidades para vincular experiencias efectivas, que en la práctica han ido funcionando. Cabe mencionar que el rol de la escuela como medio en el cual los niños socializan no es del todo reemplazable; sin embargo, no se debe desaprovechar la oportunidad de que cada niño, ayudado por el docente y sus propios familiares, pueda asimilar los conocimientos impartidos con su propio entorno para, de ese modo, lograr un aprendizaje más significativo.
Finalmente, se debe rescatar cómo los docentes se han exigido más allá de lo usual para salvaguardar la calidad de la educación que brindan a sus estudiantes. Ello ha promovido que surjan proyectos sumamente creativos como el de la robot Kipi, pero también pequeñas iniciativas a nivel personal en diversas partes de país. Asimismo, se ha promovido un acercamiento de los padres hacia nuevos paradigmas de la escuela, lo cual podría ayudar a que estos eviten prácticas de enseñanza disociadas que antiguamente eran consideradas como efectivas, dado que ahora acompañan a sus hijos en el proceso educativo.
Patricia Vergara Bao
Vanessa Sánchez Jiménez
Referencias
Andina, Agencia Peruana de Noticias
Conoce al ingenioso docente que construyó un robot para enseñar a sus alumnos en el Vraem
https://andina.pe/agencia/noticia-conoce-al-ingenioso-docente-construyo-un-robot-para-ensenar-a-sus-alumnos-el-vraem-804751.aspx
Aprendo en casa
Plataforma Educativa
https://aprendoencasa.pe/#/
Banco Mundial
COVID-19 y Educación: Algunos desafíos y oportunidades
https://blogs.worldbank.org/es/education/educational-challenges-and-opportunities-covid-19-pandemic
CEPAL Comisión Económica para América Latina y El Caribe
CEPAL – UNESCO (2020) La educación en tiempos de la pandemia de Covid-19. UN Cepal Unesco p.21
https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45904/S2000510_es.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Grade
Cifras sobre la educación rural en el Perú
http://www.grade.org.pe/creer/educacion-rural-en-el-peru/cifras/