Escuela 0-3. Historias (in)visibles

El placer de conquistar retos. Cada cual lo hace a su medida, cada cual lo hace en su momento. Qué fácil es cuando la mirada del adulto lo acompaña y le da seguridad para continuar. El arco espaldera, más que un elemento motriz, es un elemento para crecer y vivir.

Después de pasar los primeros meses de curso en el espacio de 1-2 pequeños, observamos que la mayoría de niños y niñas tenían un deseo interno de conquistar el espacio y buscaban la verticalidad con los objetos y el propio cuerpo.

Despacio, veíamos como les gustaba dejar el suelo, apoyo de sus movimientos y juegos, y buscaban otros retos subiéndose en las tarimas y a cualquier apoyo que les diese la oportunidad de situarse más arriba.

Así introdujimos en la estancia el arco espaldera, un elemento fascinante donde los niños y niñas pueden realizar proezas motrices, poniendo a prueba sus habilidades y buscando las posibilidades que les permite el cuerpo, según el momento evolutivo en que se encuentran.

¿Pero el arco es solo un elemento motriz? ¿Qué uso le dan los niños y las niñas?

Las vivencias y los momentos vividos alrededor de esta estructura de juego han sido infinitos. Cada día, en cada instante, nos maravillaban con sus descubrimientos y, por encima de todo, viendo cuán competentes y conectados consigo mismos y con el espacio se sentían, descubriendo, investigando, explorando, desafiando, imitando, inventando…

Ofrecimos a niños y niñas el arco espaldera provocando, con la misma estructura, diferentes y variadas posibilidades: una pelota colgada de la espaldera, unos juguetes provocadores bajo el arco, una colchoneta encima para cubrirlo y que debajo quedara como un escondrijo, un espejo bajo la estructura… También buscamos diferentes espacios dentro de la estancia, situamos el arco cerca de la puerta del jardín, un lugar privilegiado para poder observar la vida de fuera y donde, por la tarde, los rayos del sol creaban sombras sinuosas que daban ganas de explorar.

El papel de la maestra fue pensar y preparar las diferentes propuestas y ambientes, escuchando sus ritmos y respetándolos, haciéndolos sentir seguros y acompañados, además de observarlos, contenernos y mostrar confianza. Admirarlos viendo todo lo que son capaces de hacer, de crear. Intercambiando miradas de complicidad, haciéndolos sentir únicos y observados, dándoles la mano si hace falta, tan solo si hace falta, y haciendo visible a través de la documentación todo aquello que va pasando. Qué papel tan importante.

De las reacciones y respuestas de los niños y de las niñas nos surgirán otras inquietudes, otros interrogantes. Miradas abiertas, limpias, siempre adelante.

Y así es como ahora os lo queremos mostrar, pequeños recortes de momentos vividos, relaciones y relatos.

L’Arlet s’enfila al pont, ho fa amb destresa i ens mira, les mestres li somriem; aquest detall és copsat per la Carlota, que corre al pont per imitar l’acció de la seva germana. També puja, ens mira i ens somriu.

Todo un juego de relaciones
Arlet sube al puente, lo hace con destreza y nos mira, las maestras le sonreímos. Este detalle es cogido por Carlota, que corre hacia el puente para imitar la acción de su hermana. También sube, nos mira y nos sonríe.

Desde arriba se ven reflejadas en el espejo y pasan unos minutos observándose.

 

Por debajo de la estructura llega Èric, que se estira en el espejo boca arriba. Desde aquella posición puede ver a Carlota y a Arlet desde otra perspectiva y estira los brazos para tocarlas, les mete el dedo en la boca, les toca la nariz, empuja hacia arriba la pelota que cuelga…

Buscando y encontrando recursos para conseguir los objetivos
Èric quiere coger la pelota desde encima del puente, pero su brazo no es bastante largo y no le es posible. Se enfada, se estira y lo vuelve a intentar. Baja de la estructura sin conseguirlo y continúa su juego. De repente, ve la pelota que cuelga del puente y se da cuenta de que por debajo es más fácil llegar y la atrapa. Nos busca, satisfecho: «¡Lo he conseguido!», parece que quiere decirnos con la mirada.

Las relaciones se intensifican
Cubrimos el puente con una colchoneta, la estructura parece otra. Deba-jo queda como un pequeño escondrijo y por arriba se encuentran las miradas.

Otras miradas
Colocamos el puente en otro espacio, ante la puerta del jardín. Por la tarde el sol se hace presente y la sombra que se refleja es muy provocadora. Los niños y las niñas se acercan y miran el pez en el suelo y las barandillas que proyectan rayas encima. Atraviesan el puente por debajo y se encuentran con algún compañero. Suben y se dan cuenta de que, desde arriba del puente, el jardín se ve muy bien: un pájaro que pasa, otro niño, Isabel que barre…

Qué importante es el material y las propuestas que niños y niñas se van encontrando.

El arco espaldera, incluido como estructura en su vida cotidiana durante estos meses de curso, ha supuesto para los niños y las niñas poder crecer con el mueble y encontrar, con el tiempo y el espacio, oportunidades para que puedan ir variando sus investigaciones.

Cristina Martí i Ana María Jaramillo, mestres de l’EMB Nero Nas de Badalona.
cris.marti.s@hotmail.com

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