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Nos preguntamos cómo leen en la escuela infantil las niñas y niños de año y medio a tres años. Hemos seleccionado cuidadosamente algunos cuentos y construido una biblioteca para que niños y niñas puedan habitarla desde su cultura y forma variadas de leer, narrar, contar y relatar: con las palabras, los gestos, las expresiones… Aquí aportamos tres miradas posibles de esta investigación incipiente.
Los bebés leen con las orejas
«El acto solitario de leer en la adultez implica reconectarse con esa voz que fue en algún momento libro, porque el libro, antes de ser libro, fue la voz de alguien. Al principio de todo la literatura es voz y a mí me encanta decir que los bebés leen con las orejas, como los poetas. A los bebés no les importa qué dicen las palabras sino cómo lo dicen, cómo lo envuelven, cómo cantan. Tiene que ver con el corazón, con los ritmos de la vida. Eso es lo que hechiza al bebé. La voz es la primera impronta simbólica en un bebé y es portadora de afecto. La voz, la oralidad, viene de muy atrás.»
Yolanda Reyes
El texto siguiente es el entregado a las familias, junto al libro-folleto ofertado. Este tesoro que os lleváis guarda entre sus páginas los más hermosos relatos y versiones que jamás hayan existido.
Son los que vuestros hijos e hijas crearon jugando con historias y narraciones, conocidas o inventadas, dando forma a sus personales estilos de contar y mirar los libros, desplegando, en este despertar de los sentidos, una sorprendente polisensorialidad a través de la cual leen, escuchan y versionan.
Son únicos e irrepetibles, originales y espontáneos, audibles o gestuales, ninguno igual al anterior, aunque la historia fuera la misma. Porque son expertas y expertos, según Giani Rodari, en jugar con ese «binomio fantástico» de imaginación y realidad, recreando lo ya escuchado o poniendo cabeza abajo y patas arriba todo lo conocido para dar la bienvenida a su inusitada versión.
Rodari nos dice que «los mejores regalos no se compran, los mejores regalos son los que se hacen». Por eso, con mucho cariño, aquí va este para que lo disfrutéis en familia.
Los niños y niñas ya saben leer
«Me pregunto cómo leen los niños y niñas de la escuela infantil. ¿Cómo se interesan y desean estar con los libros Ane, Xabat, Xabier, Noa, Ariadna, entre otras y otros? He visto, me he divertido y emocionado de ver cómo narran, cuentan, relatan, se concentran, inventan, pasan las hojas, mueven el cuerpo, lo acomodan en diversas posturas, «fantastiquean» o leen «del vesre». Son niños y niñas que entran en resonancia intensa con las historias a través de las imágenes, las ilustraciones o las memorias vividas con potencia, niños y niñas que saben leer con intención y deseo para, como Alicia, meterse en los cuentos y sentirse protagonistas junto al monstruo, los animales, el lobo o las ovejas, a los que dan corporalidad, voz y afectos de maneras que no había visto nunca. Los niños y niñas ya saben leer de muchas maneras. Otras, con este placer vivido, ya llegarán. Sin prisas.»
Alfredo Hoyuelos, tallerista de escuelas infantiles
Historias creadas, inventadas, narradas, recordadas…
«Me emociona ver cómo, a través de las lecturas narradas, escuchadas, ya vividas o totalmente nuevas, los niños y niñas crean sus propias y únicas historias cuando el libro está entre sus manos, cómo las viven, cómo las hacen suyas, cómo las abrazan y las liberan…
La manera de repetir expresiones que de algún modo han llegado a sus oídos, algunas veces propias de la narrativa del adulto al que han escuchado, otras veces creadas de su propia imaginación, mediante nuevos juegos de palabras que ellos inventan.
Cómo en ocasiones sus manos pasan las hojas de una en una y otras de más en más. Cómo comparten su lectura, la vivencia de su propia historia creada con el otro, entrando en sintonía mediante miradas y posturas compartidas; cómo se acoplan. Cómo su experiencia la enriquecen desde diferentes planos, cómo narran al viento, al otro, a nadie, a quien los quiera escuchar o no, a ellos mismos…
Me sorprende cómo intercambian los libros, cómo cambian de uno a otro libro cuando dan por finalizada su lectura; cómo buscan el lugar y la postura más adecuada para hacerlos suyos. La búsqueda de diferentes lugares, en ocasiones recogidos, donde establecer su diálogo personal con cada libro, dónde buscar esa intimidad.
Cómo la entonación utilizada, las palabras evocadas, dependen de los afectos que les produce cada página, cada imagen…
Cómo al sentir sus risas, sus miradas concentradas, que van más allá de mirar, al escuchar sus narraciones, me introducen en la historia que quieren contar, cómo me contagian su emoción, su temor, su alegría… Todo aquello que sienten cuando el libro está en sus manos y lo abren ante su atenta mirada.
Cómo tocan las palabras, las imágenes; cómo las agarran, las acarician aferrándose a esa historia que emana de sus bocas y de la que se sienten protagonistas involucrando a todo su cuerpo.
Me entusiasma ese placer de compartir miradas, relatos, posturas, vivencias… ver cómo el cuento entre sus manos ya no es “solo” un libro, sino que se transforma en vivencia, en intimidad, en emoción, en relación, en historia…»
Nerea Boneta, educadora
Belleza y encanto en sus infinitos modos de narrar…
«Y esas mágicas formas de lectura cobran vida y se nos materializan al escuchar, en una melodía susurrante o en la tersura de sus voces, palabras o rudimentos de ellas, que nos desvelan su deseo de vivir el relato, de nadar en el mar de la narración, de surcar el camino de los cuentos o de danzar al son de la poesía, haciendo propias todas y cada una de las diversas maneras de leer y contar. Mientras los observo descubro cómo sus cien lenguajes están siempre disponibles para habitar el mundo de la literatura.
Y mientras tanto me sumerjo en el encantamiento del silencio, porque también sin palabras audibles hay historia: un suave dedo recorriendo las imágenes del libro o el gesto de la mano dando vida a los personajes me desvelan el fascinante y cautivador vínculo que las criaturas construyen con los libros desde estas edades tan tempranas. Cómo no emocionarme disfrutando de esa sabiduría que despliegan en su interacción con los libros para dar vida a un relato, conocido o inventado, que los invita y me invita a viajar por el mundo de la fantasía y lo imaginario.»
Graciela Mijangos, educadora