Tema. Nos permitimos la esperanza

Convención Constitucional; Chile 2021-2022

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“Hay dos panes. Usted se come dos. Yo ninguno. Consumo promedio:
un pan por persona” (Nicanor Parra)

Existen numerosos artículos que detallan, desde diversas ópticas, el aumento de la desigualdad a nivel mundial, lo que pareciera tener su correlato en las economías “en vías de desarrollo”, las cuales resultan ser las más afectadas. Según datos del FMI, América Latina tuvo una caída del 8,1 de su PIB1, la reducción del 50% de la inversión extranjera en algunos países y de un 10% de las exportaciones. Números que permiten darle parámetros a la experiencia que acabamos de vivir, con cierre temporal de comercios, categorización de áreas de producción como esenciales y no esenciales, cuarentenas, teletrabajo para algunos y millones de personas que subsistían de trabajos informales, sin ingresos estables.

Esto se ve agudizado, si el foco considera además una variable de género, ya que la empleabilidad femenina fue la principal afectada durante la pandemia, aumentando las brechas de ingreso entre hogares monoparentales con jefatura de hogar femenina2 y con un retroceso de 50 años en la inserción laboral de mujeres. Un punto de especial interés, si consideramos que en todos los estudios económicos, sobre este fenómeno, se consigna el rol de cuidado que muchas mujeres debieron asumir y la no presencialidad de jardines infantiles y escuelas, como un punto determinante para ello.

Enfrentar e ir construyendo propuestas para gestionar la emergencia sanitaria en todos los ámbitos, se transformó en un desafío adaptativo para la especie. En educación, uno de los principales cambios fue el salto cuantitativo en el uso de dispositivos digitales, empujando a todas las generaciones a una apresurada alfabetización digital.

“Uno de los principales cambios fue el salto cuantitativo en el uso
de dispositivos digitales”

Si bien, esta herramienta se transformó en una alternativa para dar continuidad al derecho a la educación de niños y niñas,3 mantuvo los indicadores de desigualdad. A nivel mundial, Latinoamérica fue la región con menos acceso a conectividad y Chile no fue la excepción; no todo el país cuenta con conexión a internet ni dispositivos para el desarrollo de clases virtuales y la institucionalidad, salvo contadas excepciones, no pudo dar respuesta a los territorios de difícil acceso, la ruralidad y las zonas urbanas marginadas. Muchas y muchos, se quedaron atrás.

Otro de los procesos que se debió gestionar, fue el diseño general del sistema educativo que tuvo que responder ante la incertidumbre definiendo sus focos y prioridades; por un lado, se ubicaron aquellos que optaron por adaptar todos sus procesos a formatos online, es decir, continuar haciendo lo que se sabía hacer. Por otro lado, quienes leyeron el contexto y buscaron generar las condiciones necesarias para habilitar los espacios educativos y abordar a nivel curricular la necesidad de darle sentido a los procesos desde todas las áreas de la experiencia involucrada en una pandemia. ¿Cómo gestionar las emociones de niños, niñas, familias y equipos educativos ante la incertidumbre? ¿Qué herramientas podrían entregar los espacios educativos ante la falta de espacios adecuados, en los hogares, para el estudio y el trabajo de un grupo familiar?

“Necesidad de darle sentido a los procesos desde todas las áreas de la experiencia involucrada en una pandemia”

Sin duda, el repetir fórmulas y no replantear objetivos, fue una tentación permanente y a todo nivel. Adaptarse a la nueva realidad, se transformó para muchas instituciones en continuar lo proyectado; aun cuando, esto se hubiera pensado pre pandemia. ¿Qué impacto tuvo, evaluar el desempeño de los equipos educativos como en años normales? ¿Tuvo sentido el desarrollo de evaluaciones pensadas para el aseguramiento de la calidad, en momentos de paréntesis de nuestra vida habitual? ¿se hizo pensando en la educación o en el cumplimiento de indicadores dentro del sistema? ¿mejoró la situación de escuelas y jardines infantiles?

La experiencia reciente nos indica que, desde la confusión, se movilizó por inercia en darle continuidad a procesos pensados bajo un sistema con una fuerte tendencia a la estandarización, al evaluar por evaluar y mantener control sobre los procesos. En medio de una catástrofe mundial, el sistema educativo omitió esa oportunidad de aprendizaje como humanidad. Fuimos testigos de cómo el sentido de la educación y las prioridades de las diversas instituciones, al momento de ver al niño y la niña y de relevar el rol docente de quienes se desempeñan en dichos espacios, avanzaron por rumbos diferentes. Y es que la institucionalidad educativa y la vida, avanzan por rumbos separados.

Hay territorios de la vida que no gozan del privilegio de la centralidad.

“La institucionalidad educativa y la vida, avanzan por rumbos separados”

El panorama antes descrito, es aún más complejo si lo vinculamos a lo que se ha denominado en el sistema “educación intercultural” y más aún, en un nivel donde la educación de niños y niñas y sus experiencias vitales, se han configurado en periodos de confinamiento, conexión digital, medidas sanitarias restrictivas y, muchas veces, presencialidad interrumpida. Durante los primeros tres años de vida, esto resulta determinante; ya que, en gran medida, sus aprendizajes son producto de las interacciones con su espacio y con otros, eso incluye los primeros vínculos con la lengua.

La interculturalidad, en tanto herramienta de reflexión pedagógica, pone en cuestionamiento continuo la exclusión de todo tipo y las condiciones históricas y sociales que la han producido. “Visibiliza maneras distintas de ser, vivir y saber, y busca el desarrollo y creación de comprensiones y condiciones que no sólo articulan y hacen dialogar las diferencias en un marco de legitimidad, dignidad, igualdad, equidad y respeto, sino que también – y a la vez – alientan la creación de modos “otros” de pensar, ser, estar, aprender, enseñar, soñar y vivir que cruzan fronteras”4. Ante dichos alcances de la definición, es legítimo preguntarse por el espacio que le cabe en el sistema educativo tal cual está contenido. ¿Cuáles son los desafíos? ¿la pandemia dificultó este proceso o continuó con las lógicas que han primado en el sistema, hasta hoy?

Si observamos a través de la definición del término intercultural, el puente que une las dos culturas ha sido desatendido e incorporado a los procesos educativos en general, homologando estrategias, metodologías y durante este periodo, evaluaciones y problemas de conectividad. Si el sistema educativo era desigual antes de la pandemia, esta brecha se vio agudizada en los sectores menos visibilizados y puso en evidencia la necesidad de repensar sus propios sentidos.

La trascendencia de los significados
Una mención aparte es la experiencia vital de niños y niñas, y es que el foco de todo lo descrito hasta este punto y que forma parte de la literatura publicada sobre la pandemia hasta ahora, está en deuda con retratar el cómo se han ido configurando las significaciones sobre socialización, relación con el espacio, significado de la vida social y cultural, entre otros, que han sido limitadas. Es decir, la experiencia sensible que niños y niñas tienen de sus espacios cotidianos, el aprender a nombrar en su lengua y comenzar con ello, a construir significados dentro de su mundo.

La pertinencia geográfica y cultural, es determinante en el aprendizaje de niños y niñas, a partir del vínculo con lo cotidiano y la valoración de la lengua y cultura de pertenencia. La ausencia de espacios presenciales que permitieran la construcción de la identidad colectiva, mediante la interacción con sus pares y comunidad, tiene un impacto a nivel de experiencias vitales y, sin duda, en relación a los procesos educativos los primeros años de vida.

“La pertinencia geográfica y cultural, es determinante en el aprendizaje de niños y niñas, a partir del vínculo con lo cotidiano y la valoración de la lengua y cultura de pertenencia”

Desde el nacimiento o la bienvenida en comunidad, a través del parto en casa, la ceremonia del bautizo, los primeros carnavales, las ceremonias de cambio de ciclo; machaq mara, wiñoltripantu, entre otros, han sido omitidas en los procesos educativos estos dos últimos años y en algunos casos, nunca han sido consideradas.

En relación al uso y la revitalización de las lenguas de las primeras naciones, hace décadas son conocidas las estadísticas preocupantes5 respecto al estado actual de hablantes nativos de éstas y la pérdida progresiva en las nuevas generaciones, debido a procesos de minorización históricos; sin embargo, ninguna de las iniciativas -porque hoy es imposible darle el carácter de políticas públicas a lo realizado- han tenido el impacto deseado.

El salto
El año 2017, en un ejercicio periodístico se le preguntó a una serie de científicos que participaban del Congreso del Futuro, cómo visualizaban las décadas venideras y muchos de ellos, se anticiparon en proyectar un salto evolutivo de la humanidad en los próximos 20 años.6 Tal como en la edad media, tras un periodo de profundo oscurantismo, se esperaba un renacimiento de ideas y el esplendor del conocimiento.

Lo anterior podría ser anecdótico; pero, a la luz de todos los acontecimientos históricos que han marcado profundamente a la población mundial, podría pensarse la pandemia como una oportunidad, como un inesperado peldaño que nos permita avanzar o más bien dar el salto hacia una educación en donde un sistema educativo de calidad sea aquel en el que nadie quede atrás y en donde el sentido se superponga a los procesos administrativo; pensar fuera de la matrix, parafraseando la película. Qué duda cabe de la importancia que tienen los procesos de aseguramiento de la calidad; pero, cuando estos consideran solo un modelo como referente de lo esperado, la valoración de la diversidad y la interculturalidad, como un principio, es puramente declarativa.

“Una educación en donde un sistema educativo de calidad sea aquel en el que nadie quede atrás”

Para ello es necesario sacar el debate educativo de medidas sanitarias y protocolos, avanzando desde el número de niños y niñas por aula, a la apertura de otros espacios para el aprendizaje, sobre todo en zonas rurales, en donde ello es el mundo cotidiano. Sin duda, existe una agenda paralela que tendrá que abordar las condiciones materiales de infraestructura que las escuelas y Jardines Infantiles deben considerar como estándares generales para abordar esta y las próximas pandemias que podrían venir. Pero sería desaprovechar una oportunidad de aprendizaje para todo el sistema, considerar que con la apertura y el retorno a la presencialidad; se termina la emergencia y sobre todo, pensar que la brecha se resolverá organizando objetivos de aprendizaje y reforzando con guías o que esta brecha, es una responsabilidad exclusiva de los equipos educativos.

Es un desafío colectivo, un desafío social, abordar la brecha generada durante este periodo e ir anticipando que puede continuar acrecentándose si la presencialidad es interrumpida y no se contemplan opciones ni alianzas con las familias, considerando las condiciones materiales mínimas que les permitan hacer concreto este compromiso. Es fundamental, volver al sentido de los procesos educativos y difundir las metodologías propias de aprendizaje en el nivel, la importancia de los primeros años de vida a nivel social, afectivo y cognitivo y, especialmente, el derecho a la educación. Lo antes señalado, será clave para fortalecer en el conocimiento público a este nivel, como un espacio educativo determinante y, no solo, como instituciones que suplen el rol de cuidado y facilitan la inserción laboral femenina.

Pensar este periodo como clave en la evolución de la humanidad, permitirá proyectar la educación hacía áreas invisibilizadas dentro del sistema, fortaleciendo la flexibilidad en un mundo cambiante, la ética, en el sentido más profundo de la reciprocidad, valorar el medioambiente y las consecuencias de la acción tardía, la emocionalidad, la empatía, la alteridad y el reencuentro de las comunidades, del sentir colectivo que está permanentemente coartado por lo mediático.

“Es un desafío colectivo, un desafío social, abordar la brecha generada durante este periodo e ir anticipando que puede continuar acrecentándose si la presencialidad es interrumpida”

Permitirse la esperanza
Particularmente en Chile, se abre un flanco esperanzador con el proceso constituyente y es que el actual sistema educativo, se enmarca en un modelo de sociedad desarrollado a partir de la Constitución del año 80, escrita en plena Dictadura. Este modelo, construye su currículo sobre la base de un Estado nación conformado por una sociedad homogénea y desarrolla políticas públicas en el área educativa bajo estos paradigmas, relevando principios como la competencia y conceptos de calidad a partir de un único referente, el occidental. El proceso en que se encuentra nuestro país, proyecta que la nueva Constitución sea redactada por representantes de diversos territorios, en paridad de género, con escaños reservados para representantes de pueblos originarios y a partir de esa riqueza, se retrate la conformación real de la sociedad nacional, considerando además instancias de votación interna con altos quórum de aprobación, que permitan acuerdos mayoritarios y un plebiscito de salida, en donde toda la ciudadanía se exprese respecto del proceso.

Hasta el cierre de este artículo, la tónica del proceso ha sido un debate que busca definir un nuevo sentido de comunidad, construido de manera colectiva y bajo principios profundos de interculturalidad, donde el Estado realice un reconocimiento histórico y se comprometa en medidas de reparación que proyecten procesos articulados de recuperación y uso de la lengua de los pueblos originarios. Decisiones más allá de lo simbólico, como la elección de la presidenta de la convención Dra. Elisa Loncon, representante de los escaños reservados para pueblos originarios o la decisión de crear una comisión de Sistemas de Conocimiento, que se encuentran conectadas con el mundo de hoy y proyectan las próximas décadas, haciéndose cargo a través de una línea ética, de problemáticas como la protección del medio ambiente y la sustentabilidad, siendo la primera Constitución que se escriba bajo crisis climática7 y en un momento histórico y social, en que la desigualdad se ha agudizado en Latinoamérica. La discusión desarrollada, hasta ahora, en la comisión de Sistemas de Conocimiento, aborda el derecho a la comunicación, el acceso al conocimiento cultural, a la memoria, propone un marco para los derechos digitales y el resguardo a la identidad cultural de los pueblos preexistentes al Estado, en todas sus expresiones. Sin duda, la trayectoria desde donde nos hemos construido como país y hacia dónde avanza la tecnología y el conocimiento deben estar en debate permanente.

Todo este proceso que moviliza discursos y reflexiones sobre el país que se quiere construir, hacen aún más manifiesto que es necesario repensar las lógicas que hasta ahora han primado en educación y abrir el debate sobre cuáles aspectos serán los centrales, en los procesos educativos de aquí en más. El remezón al sistema, es el tan esperado salto hacia el sentido y esperamos nos conduzca a acortar las brechas, incluso las que históricamente han separado la educación de la vida.

“El Proceso ha sido un debate que busca un nuevo sentido de comunidad de manera colectiva bajo principios profundos de interculturalidad”

Danitza Jaramillo Coria
Docente, Historiadora y profesional de JUNJI.
danitza.jaramillo@gmail.com

Notas
1. Informe De Economía Latinoamericana. Segundo Semestre De 2020. Banco De España
2. https://www.bcentral.cl/documents/33528/133214/mmc20072021.pdf/f5ec3f1a-3fc6-0754-4689-6d289d25c20a?t=1626795784413

3. https://www.defensorianinez.cl/informe-anual-2021/wp-content/uploads/2021/12/ia2021_terceraparte_capitulo1.pdf
4. Interculturalidad Crítica y educación Intercultural. Walsh, 2009
5. CASEN 2017 http://observatorio.inisteriodesarrollosocial.gob.cl/encuesta-casen-2017
6. https://www.elmostrador.cl/cultura/2017/01/17/cientificos-anuncian-que-en-20-anos-la-especie-humana-dara-un-salto-evolutivo-nunca-antes-visto/
7. https://www.nytimes.com/es/2021/12/28/espanol/chile-consitucion-cambio-climatico.html

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