¿Qué relación estamos manteniendo con nuestro entorno?, ¿cómo nos alojamos en el mundo?, ¿cómo reaprender a habitarlo? Resulta necesaria la atención, la sensibilidad y la vinculación con los lugares, especialmente con los lugares de la escuela. Es preciso abordar la pregunta de cómo pensar los espacios educativos estableciendo una forma de vida y educación activa donde se reconozca la aspiración a la belleza, donde se otorguen miradas más atentas y capacidades relacionales y empáticas a lo que nos rodea.