Familia del jardín de infantes Nº 943 de Berazategui, Bs. As, Argentina. Fuente de archivo fotográfico DPEI, DGCyE.
Nombrar América Latina, es nombrar la región más desigual del mundo, donde centenares de millones de habitantes no acceden aún a los derechos más básicos garantizados por la humanidad. Paradojalmente, sus gobiernos de carácter democrático responden formalmente a dicha característica, pero a más de veinte años de iniciado el siglo XXI distan de poder consolidar modelos democráticos que garanticen el bienestar de sus poblaciones. Las democracias latinoamericanas pensadas como conjunto de reglas y procedimientos, desprovistas de su sentido ético y contenido ligado a la justicia y/o equidad se despojan del objetivo de la construcción de una buena sociedad.
Las infancias en las tierras latinoamericanas que llegan cada día al mundo nacen en democracia, pero con frecuencia desde su nacimiento su experiencia infantil es marcada por la desigualdad, la pobreza y la exclusión. A más de quinientos años, en América Latina la desigualdad se constituye en el Talón de Aquiles constante para las actuales democracias. Y, representa, un punto de
advertencia, atención y compromiso para todas y todos aquellas/os que nos dedicamos a la educación de los primeros años en cualquiera de sus formas y desde los sitios más alejados o más próximos a las grandes capitales. Lo que se halla en juego, no sólo es el presente, sino sobre todo el porvenir.
En el presente siglo xxi, Argentina cumple 40 años de democracia ininterrumpida, se celebra su defensa, las resistencias, los embates, los logros, conquistas y deudas, junto con el compromiso por continuar sosteniendo una forma de gobierno que adeuda derechos pero que puede continuar abriendo horizontes. Los avances y retrocesos de las democracias en Latinoamérica tienen en el centro de sus preocupaciones el devenir de sus países, la opción entre continuar reproduciendo las estructuras capitalistas y su extrema ganancia que trae como efecto la pobreza y la exclusión, o la consolidación de proyectos democráticos que garanticen los derechos humanos postergados por siglos. En ese corazón latinoamericano se hallan nuestras infancias, su presente y futuro, no en un plano utópico si no en el de verdaderas transformaciones que las contemplen en términos de inclusión e igualdad.
La infancia es ciudadanía, la ciudadanía es infancia
La cuestión de la infancia es atravesada por un conjunto de saberes, prácticas y experiencias cada vez más especializadas que se intersectan. Por ello, si bien es un campo que, con frecuencia, se lo banaliza y empequeñece, es uno de los que exige para quienes se dedican a él una formación continua, una sensibilidad por lo político, lo estético, lo ético, una mirada atenta por las niñas y niños que llegan al mundo como portadores del enigma de la humanidad. En nuestras tierras latinoamericanas la diversidad y heterogeneidad de la experiencia infantil es de una notable riqueza. Por lo general, los medios de comunicación hegemónicos no dan cuenta de la fertilidad de esta categoría.
Las infancias latinoamericanas y su singular protagonismo en la región, son parte de sus comunidades, reflexionan sobre el devenir de las mismas cuando participan en las experiencias colectivas de gobiernos comunitarios, acompañan en el campo en la tarea a sus grupos familiares, son arte y parte de creaciones culturales propias y singulares, ejercen su libertad dentro de espacios educativos que adquieren formas muy diversas en cada país latinoamericano. Incluso, en las situaciones más agravadas, conviven con sus madres en las cárceles, situación ignominiosa para nuestras democracias. Por millones, en Latinoamérica, son parte de los sin parte, pero ocupan un lugar activo en la vida de sus grupos familiares, comunidades, también en los embates contra los diferentes tipos de poder y dominio.
En la actualidad se confrontan con claridad dos proyectos dirigidos a la infancia: un proyecto biopolítico y, en contrapunto, uno de carácter emancipador. El primero, en clave del biopoder, tal cual lo describe Agamben, reproduce la idea de una nuda vida aquella que naturaliza la exclusión en la vida política moderna desde una condición de mero vivientes. Las niñeces que desde que nacen se hallan en condiciones de extrema pobreza y exclusión son empujadas a dicha condición, a la reproducción de una condición de su vida biológica, incluso en nombre de sus derechos.
La biopolítica como control de la vida muestra su rostro más feroz retornando a la teoría del control, del disciplinamiento arbitrario y del encarcelamiento. Lo principal, es que la biopolítica no es sólo el disciplinamiento de la infancia, sobre todo incluye vía el mercado el control de la subjetividad. Y, es justamente en nuestro campo, el de la educación y la cultura, donde se juega con todas las armas. El papel del estado como garante de lo común y de lo público, de las políticas dirigidas a la niñez, es crucial en articulación con las organizaciones sociales y el vasto conjunto de actores sociales, culturales y políticos que actúan en defensa de los derechos de las infancias latinoamericanas en disputa ante la mercantilización de la niñez y la infantilización cada vez más traumática de la pobreza.
Bustelo, enfatiza la oportunidad de contrarrestar este proyecto e imaginar un (otro) comienzo. Subrayar la condición bios que implica la condición humana, el lenguaje, las culturas, el reconocimiento de las diferencias, la potencia transformadora de nuestras infancias. El poner “en “entredicho” el principio de universalidad tan caro a la modernidad y que, el que invisibiliza las políticas de daño, olvido, sujeción, usurpación, y exclusión de otras realidades humanas, de otras y otros sujetos que viven sus diferencias fuera de “la normalidad” (Grau, 2020: 61). Abre a partir de la participación infantil, la experiencia política de los movimientos sociales, las políticas estatales virtuosas dirigidas a las niñas y niños, alterar los destinos prefijados por el capital.
Infancias latinoamericanas: el principio de un (otro) comienzo
Para ir cerrando esta breve editorial, deseamos visitar a nuestro maestro Paulo Freire de la mano de Walter Kohan, maestro, filósofo, educador. El patrono de la educación brasilera, nuestro entrañable Freire siempre más ligado a la educación de adultos y adultas, su pensamiento y vida se enraiza con el de las infancias. Primero, las nordestinas, luego del mundo entero. Walter Kohan nos lleva de la mano es su libro “Paulo Freire, un menino de 100 anos” a estas facetas menos difundidas y vale detenerse para inspirarnos antes de abrir las páginas de este nuevo número de la revista Infancias Latinoamericanas, en la potencia que en “Relatos a la sombra de esta mangueira” nos ofrece una mirada de la infancia como “una fuerza reinventora del mundo” (Kohan, 2021).
Deseamos detenernos en esta clave para no dimitir del enorme compromiso de alojar a las y los nuevos, a las y los gurises, criancas, botijas, etc. para hacer lugar a lo que llega y se abre, pero poniendo a prueba nuestra capacidad de introducir lo nuevo junto con su potencia y capacidad de transformación, para que no sea limitado, eliminado. Asumir el compromiso con las infancias latinoamericanas desde la responsabilidad por el mundo, en su profunda dimensión humana, política y pública.
Referencias bibliográficas
Bustelo, E. (2007) El recreo de la infancia: Argumentos para otro comienzo. r- ed. Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina.
Grau, O. (2020) Infancia y Género. Exclusiones que nos rondan. Río de Janerio: NEFI, Ediciones.
Kohan, W. O. (2021) Paulo Freire: un menino de 100 años. Río de Janeiro: Nefi Ediciones.
Consejo de Redacción de la Revista Infancia Latinoamericana de Argentina