Ruth Esther Balam Balam
El centro Preescolar Indígena ‘Zazil Ha’ está ubicado en la comisaría de Tahdzibichen, en el municipio de Yaxcaba. Este es un pequeño pueblo donde aún se conservan vivas ciertas tradiciones y costumbres. Aunque la mayoría de sus habitantes son maya hablantes, se observó dentro del aula que la mayoría de los niños y niñas desconocía parte de su cultura y lengua. Esta observación se basa en las entrevistas realizadas a las familias al inicio del curso escolar, las cuales revelaron que solo el 1% de los niños y niñas hablaba la lengua maya. Por ello, uno de los principales objetivos al trabajar en la educación infantil caracterizada por su naturaleza ‘indígena’ era desarrollar actividades y estrategias para preservar la cultura y lengua maya, ayudando así a los alumnos a formar y apropiarse poco a poco de su identidad cultural.
En colegiados con el colectivo docente, se discutía esta problemática, destacando que, de los cuatro grupos existentes, solo en uno se encontraban alumnos que hablaban la lengua maya. Cuando la docente trabajaba con este grupo, lo hacía de manera bilingüe, alternando entre el maya y el español, y aplicaba el mismo enfoque con las madres de familia al momento de recoger a sus hijos. Esto servía para satisfacer las necesidades comunicativas del grupo. En los tres grupos restantes, se identificó que algunos niños comprendían palabras en maya, pero no podían expresarlas. Además, aunque algunas madres de familia afirmaban no saber hablar maya, las docentes notaron que la mayoría sí lo sabía, pero sentían vergüenza de hablarlo. Constantemente se les recordaba a las familias la importancia de transmitir tanto la lengua maya como los conocimientos culturales a los pequeños, haciendo énfasis en que, como habitantes de un estado rico en cultura, no debemos permitir que nuestras tradiciones, costumbres y lengua caigan en el olvido.
Durante el ciclo escolar, se planearon diversas actividades destinadas a promover la lengua y cultura maya. Estas incluyeron canciones, juegos orales e interactivos, además de ambientar el aula con elementos representativos de la cultura maya. Por ejemplo, colocar visualmente números y colores en lengua maya y se asignaron nombres mayas a ciertos lugares, como llamar a la biblioteca ‘U kúuchil aanalte’ob’.
Los alumnos participaban con entusiasmo en las actividades. Se observó que eran capaces de identificar algunas palabras en maya e integrarlas en su vocabulario. Un ejemplo es el juego oral de las manos, donde la docente nombraba partes del cuerpo en maya y los alumnos señalaban la parte correspondiente en su cuerpo. Incluso llegaron a mencionar en maya las indicaciones, tales como ‘manos en su túuch’ (ombligo), ‘manos en su xikin’ (oreja), ‘manos en su iich’ (ojo), ‘manos en su chi’’ (boca), ‘manos en su píix’ (rodilla), entre otras.
Como parte del rescate de las tradiciones de la cultura maya, se abordó el tema de día de muertos, una tradición mexicana que se celebraba de manera diferente en cada estado de la República y que presenta variantes en cada región. Se invitó a los niños y niñas a investigar con sus familiares las formas de celebrar estas fechas, y se mostraron vídeos sobre el tema del Día de Muertos. Los niños pudieron identificar que, en su estado, esta celebración se conoce como Janal Pixan (comida de las ánimas). Se elaboró un altar de muertos con la colaboración de toda la comunidad escolar, quienes aportaron los elementos necesarios para su construcción. Este altar, dividido en tres niveles representativos del cielo, la tierra y el inframundo, los alumnos con gusto participaron en esta celebración cultural, en la que descubrieron que el Día de Muertos sirve para recordar a los seres queridos que han partido, aprendiendo que cada elemento del altar tiene un significado especial, como la colocación de fotos y las velas encendidas, que simbolizan la luz que guía a los seres queridos en su camino hacia el altar.
Otra actividad destinada a promover la lengua maya fue a través de canciones en este idioma, como in walak peek’ (mi perro) ko’onex peeksik winkilal (vamos a mover el cuerpo) ma’alob k’íin (buenos días). Incluso las docentes tradujeron canciones del español al maya para enseñar a los niños y niñas, como la canción de “Pedro el conejo” (Pedro le chan t’úulo’), siempre propiciando de que estas tuvieran un ritmo bailable y que fueran atractivas para todos.
Con la colaboración de las familias, se organizaron tertulias literarias en el aula, destacando títulos como “in wotoch” (Mi casa) y “in noole’ juntúul jmeen” (Mi abuelo es un brujo), actividades que contribuyeron significativamente al rescate de la lengua y cultura maya. Es importante entender el concepto de tertulia, que se refiere a un tipo de encuentro comunicativo (concepción comunicativa). Se reconoce que el aprendizaje surge de la interacción con otras personas; al comunicarnos y dialogar, construimos conocimientos de manera colectiva. Escuchamos, reflexionamos, y luego interiorizamos esos conocimientos, transformándolos y haciéndolos propios.
Para las tertulias, se entregaba a los niños y niñas el libro con anticipación, invitándolos a leerlo en casa junto con un familiar. Posteriormente, en el aula, se trabajaba sobre el contenido del libro. Para esto, se organizaba al grupo en círculo, facilitando la discusión sobre la lectura a través de la participación oral y la interacción con sus pares, donde expresaban sus opiniones y reflexiones relacionadas con comentarios específicos del libro.
Con cada grupo se trabajó de manera diferente, por ejemplo, los alumnos de primer grado de preescolar, al tener un periodo de atención más corto, requerían un método diferente al de los alumnos de tercer grado, quienes tenían mayor capacidad de atención y fluidez para expresar sus ideas y reflexionar sobre los comentarios de sus compañeros. Un ejemplo de esto fue el trabajo con el libro ‘in wotoch’, que narra la historia de Loolbej (camino de flores), una niña que invita a su amiga Anita a su casa para mostrarle cómo es y qué cosas tiene.
Con los niños y niñas de primer grado, hacían mención a las cosas que aprecian dentro del cuento como “k’áan, leek, xanab, p’óok, waaj“ y lo relacionaban con objetos de su casa. Esta era la base para iniciar interacciones, en las que notaban muchas similitudes con lo que tenían en casa. Por su parte, el grupo de segundo grado expresaban sus ideas con mayor claridad, y es importante destacar que en este grupo había algunos estudiantes maya hablantes, lo que enriquecía aún más la actividad. La docente podía entonces facilitar una interacción bilingüe.
En las tertulias con el grupo de tercer grado, se observó que, además de usar nombres de objetos
En las tertulias con el grupo de tercer grado, se observó que, además de usar nombres de objetos en maya como “leek, waaj, xanab, k’áan”, los niños y niñas incorporaban anécdotas personales relacionadas con esos objetos. Por ejemplo, ‘Mi mamá tiene una cocina así y también sabe hacer tortillas’. Esto animaba a los compañeros a compartir sus propias experiencias y observaciones en relación con el comentario inicial:
– Mi mamá también prepara su maíz para que muela y haga tortillas.
– Mi mamá tiene uno así, refiriéndose al comal (que en maya se dice xamach), lo pone para que haga tortillas, a mí me gusta comerlo.
– Mi papá agarra su sabucan y su coa (lóobche´) cuando va a la milpa.
– En mi casa mi mamá usa su sabucan cuando va a la tienda.
Lo mismo sucedía con el título in noole’ juntúul jmeen que durante la tertulia destacaron comentarios como:
– Mi abuelito se viste así cuando va a la milpa.
– Cuando mi abuelo va a la milpa, trae elotes.
– A mí me gustó la parte donde están curando a la niña, mi papá me cuida así cuando me enfermo.
– Cuando me enfermo no me dan hierbas, me dan medicina.
– A mí también me dan medicinas y me llevan al doctor.
Trabajar con cada uno de los títulos resulta muy significativo, pues se rescatan múltiples elementos que enriquecen la interacción entre los alumnos. En este proceso, no solo se destacan palabras en maya, sino también aspectos de la cultura que muchos alumnos desconocen. Se hace visible en el titulo ‘in noole’ juntúul jmeen’. En su rol de moderadora, la docente resalta los aspectos más significativos del libro, como el conocimiento que poseen los abuelitos del pueblo, especialmente en cuanto a la curación de enfermedades utilizando plantas medicinales.
Otro aspecto destacado fueron las actividades realizadas durante el mes dedicado a las lenguas maternas, un período en el que las escuelas indígenas conmemoran la lengua y cultura maya. Durante este tiempo, la escuela se enfocó en que las niñas y niños ampliarán su conocimiento sobre las plantas medicinales, retomando nuevamente el libro ‘in noole’ juntúul jmeen’. Se alentó a los estudiantes a investigar sobre las plantas medicinales disponibles en la región y a profundizar en las leyendas del estado de Yucatán, como el Alux, la xtabay (el enano de Uxmal). Los niños mostraron gran interés por la narración de estas historias, y una vez que las conocían, se mostraban emocionados por compartirlas con sus pares, utilizando las imágenes como guía durante la lectura. Este entusiasmo llevó a los grupos de tercer grado a escenificar la historia del enano de Uxmal, contando con la participación de los padres de familia. Además, se fomentó el aprendizaje sobre la vestimenta y el baile regional (jarana), así como los juegos tradicionales y la comida y bebidas típicas de Yucatán. Todo esto se vio reflejado en una exposición durante el día de la celebración de la conmemoración de las lenguas maternas, donde cada grupo destacó con su participación, demostrando lo aprendido sobre la lengua y cultura maya.
Como docentes en el ámbito de la educación indígena, reflexionamos sobre cómo, actualmente, las escuelas denominadas indígenas están perdiendo esta característica distintiva. Esto se debe, en gran parte, a que la mayoría de estas escuelas atienden a alumnos que no hablan la lengua maya. Por lo tanto, recae en nuestras manos la tarea de rescatar no solo la lengua, sino también la cultura, elementos fundamentales en la formación de la identidad de nuestros estudiantes. Es crucial concientizar a los tutores sobre el hecho de que el progreso del alumno no depende únicamente del docente, sino también del esfuerzo y compromiso de las familias en la educación de sus hijos.
En el ámbito escolar, nos satisface saber que estamos haciendo lo correcto, dejando una huella significativa en la enseñanza de nuestros niños y niñas. Esto se refleja en la práctica diaria, en la participación activa, en el apoyo y en la confianza de las familias.
Ruth Esther Balam Balam
Directora comisionada del centro educativo
Licenciada en Educación Preescolar, Yucatán, México