Maestras y maestros del Colegio
Público Ntra. Sra. de Gracia
Desde el sur, Málaga, nos aportan un ejemplo de conciencia colectiva y compromiso social para levantar un centro educativo y reconstruirlo junto a su entorno, barrio..
Hay fuerza, claridad y determinación.
Cuando en educación nos preguntamos por una escuela abierta, éste es el ejemplo.
El CEIP Ntra. Sra. de Gracia es un cole de una línea que acoge el segundo ciclo de Educación Infantil y Primaria, desde los tres a los once años, con un proyecto común para ambas etapas. Esto, que puede parecer obvio, en demasiadas ocasiones encontramos que no lo es, con centros educativos que mantienen una línea divisoria clara entre el infantil y la primaria, apartados estancos sin apenas relación entre ambas etapas.
El proyecto “La ilusión de vivir y crecer en compañía”, se puso en marcha en el curso 2003/04, apostando por una escuela en la que se trabajasen las relaciones, se respetaran los principios de igualdad y diversidad, a través de propuestas que iban más allá del aula y se abrían al entorno como recurso necesario. Un proyecto para una escuela gueto que se desintegraba, un proyecto apoyado por la administración, quizás como la última oportunidad antes de cerrarla… En el Gracia, nos gusta definirnos como una escuela de relaciones, en la que en el centro situamos, como protagonistas, a niñas y niños y en la que queda claro que es un proyecto posible gracias a un equipo de maestras y maestros, a unas familias… a una comunidad que siente y cree que otra escuela es posible.
A veces nos da un poco de vértigo mirar hacia atrás y ser conscientes del camino recorrido, constatar cómo en ocasiones la realidad nos permite ver que los sueños son posibles, que la utopía es necesaria para avanzar…hace ya 20 años que comenzó esta andadura, la realidad de nuestra escuela ha cambiado, los planteamientos iniciales no.
Cuando llegamos nos encontramos una escuela que presentaba una situación complicada en la que, por diversas circunstancias, se había establecido un clima de relaciones que perjudicaba gravemente la convivencia y que generaba gran inestabilidad en la plantilla. Un grupo de maestras y maestros, conocedores de esta situación presentaron un proyecto “La ilusión de vivir y crecer en compañía” que fue aprobado por la administración educativa y puesto en práctica a partir de ese curso. Asumido como Proyecto Educativo de Centro, se sustenta en cuatro pilares básicos en torno a los cuales articulamos nuestro trabajo: la convivencia y el clima escolar; el desarrollo de la identidad y la autoestima de nuestro alumnado; un currículo que responde a sus necesidades y una apuesta clara por favorecer las relaciones con el entorno dentro de un clima de apertura, respeto y reconocimiento a la Comunidad Educativa. Buscábamos esa escuela democrática de la que hablaba Freire, una escuela multicultural abierta a la comunidad y que favoreciera la participación del equipo docente, de las niñas y niños y de sus familias. Una escuela abierta permanentemente a la realidad que rodea a esa comunidad y dispuesta a aprender de las relaciones con el entorno.
Centrándonos en nuestras intervenciones para cambiar y favorecer las relaciones con las familias destacaremos cuales fueron nuestras prioridades desde el inicio:
- Abordar las relaciones con las familias desde el diálogo y la reflexión
- Crear y abrir espacios de encuentro y de formación con las familias.
- Hacerlas partícipes de la vida del centro
- Crear entre todas y entre todos un clima amable de convivencia y relación.
Sin duda partíamos de una realidad dura, en el 2003 nos encontramos con una escuela cerrada a su entorno, muchas y diversas circunstancias habían ido construyendo un muro alrededor. Violencia, en las aulas, en los patios, en el comedor… y especialmente en las relaciones con las familias. Un clima tal que, en la actualidad, cuesta tanto recordar como entender. Nos parece necesario, al plantear este escrito, no solo contar nuestras prácticas y nuestros espacios de relación actuales con las familias sino ir hacia atrás y hacer un ejercicio que nos lleve a recuperar cuáles fueron las claves que lograron que transitáramos desde aquella realidad hasta la presente.
En nuestra escuela, cuando llegamos, las relaciones con las familias prácticamente se limitaban a encuentros, llamadas o notas para requerirles sobre comportamientos inadecuados de su hija o hijo, intervenciones que tenían poco éxito, y que aumentaban la desconfianza que se había instalado como una barrera insalvable entre las familias y la escuela. Una de las primeras estrategias que pusimos en marcha fue favorecer el acercamiento, especialmente a aquellas con las que necesitábamos encontrar vínculos. Una llamada, un comentario en la puerta, una nota… buscar el encuentro para destacar cualquier aspecto positivo de su hija, de su hijo fue de a poquito instaurando otro tipo de relación basada en la confianza.
Partimos de la idea explícita de que lo que nos mueve es un interés común y mutuo, el bienestar de la infancia, era importante que las familias percibieran que buscabamos, lo mejor para cada niña y para cada niño y que lo hacíamos desde el respeto a su papel principal en la crianza y pidiendo su colaboración.
En este camino nos ayudó una formación de las maestras y maestros con un grupo de profesionales que, desde la psicología y la psiquiatría y con un enfoque desde la teoría de sistemas (Escuela de Milán-M.Selvini, Escuela Estructural-Minuchin, Juan Linares), nos acompañaron en la reflexión sobre cómo ir cambiando el clima de desconfianza e ir abriendo la mirada hacia las múltiples posibilidades de relación con las familias. Este enfoque partía del respeto y reconocimiento al papel primordial de la familia en el desarrollo y educación de sus hijos e hijas y nos ayudó a romper estereotipos y prejuicios para acoger respetuosamente situaciones familiares muy diversas e ir creando vínculos, espacios de confianza y seguridad, donde el cuidado del otro se llenaba de sentido y era una responsabilidad compartida.
Un aspecto que paralelamente va dibujando las relaciones entre familia y escuela en el Gracia es nuestra concepción de que las escuelas son un espacio público que han de aspirar a convertirse en referente cultural en su entorno. Esto nos lleva a querer ser una escuela abierta y acogedora y desde aquí podemos entender uno de los primeros espacios de relación que se diseñaron: las Charlas con Café.
Las Charlas con Café se diseñaron como encuentros mensuales, a las 9 de la mañana, para aprovechar que las familias venían a traer a sus criaturas y así invitarlas a quedarse en la escuela, en torno a un café y algo para desayunar se comparten inquietudes, estrategias y reflexiones sobre la crianza. Es importante destacar que desde los inicios huimos del modelo escuela de padres, sino que apostamos por un espacio dialógico (de nuevo Freire nos ilumina) de cooperación basada en el reconocimiento mutuo y en la relación igualitaria entre maestr@s y familias. Cada mes un tema, que nace de las propuestas consensuadas entre quienes acudían a las charlas, propuestas que se llevaban también en las aulas. Así, en cada charla había un espacio para recibir grupos de niñas y niños de distintas edades que compartían con las familias sus reflexiones sobre ese tema. Así la voz de la infancia se hacía presente compartiendo reflexiones sobre la necesidad de poner límites, la diferencia entre niños y niñas, el uso de las pantallas, el buen trato, alimentación o higiene…
En los inicios no fue fácil, nos situábamos en la puerta del cole y muchas de ellas se sentían casi obligadas a pasar dada nuestra insistencia, a pesar de que la mayoría se marchaba corriendo sentimos que era importante no cejar ante las primeras dificultades, esto es casi un mantra en nuestro equipo, mantener una apuesta decidida por aquello en lo que creemos necesita de nuestro compromiso para permitir que crezca. Y así las Charlas con Café se han ido convirtiendo en un espacio que nos ha dado momentos únicos y que consideramos fundamental para tejer ese espacio de confianza, e ir construyendo una escuela llena de significados compartidos. A lo largo de 20 años las Charlas con Café han ido cambiando, dando respuesta a las necesidades del momento, las familias fueron comprometiéndose cada vez más con la organización, paralelamente la participación de las aulas evolucionó, el enriquecimiento de las propuestas curriculares que en ellas se producía, derivó en que, en vez de bajar todos los grupos en cada charla lo hacía solo aquella clase que asumía el tema… Un espacio que crece.
De forma natural se acogieron otros espacios de relación, como las Mañanas de infantil, las familias acompañan a sus hijas e hijos hasta las clases y se realiza un intercambio natural entre familias y docentes. Este acompañamiento de las familias ha generado procesos muy interesantes, sobre todo para favorecer la incorporación de las niñas y niños de tres años. Creemos que lo primero ha de ser defender un cambio en la denominación oficial, ya que se habla de periodo de adaptación, y creemos que debería conocerse como periodo de acogida, esto implica un cambio en el concepto, pasar de entender que son las niñas y niños quienes han de adaptarse a la “escuela de mayores” a situar la responsabilidad en una escuela y una comunidad que ha de acogerles. En este proceso se favorece el acompañamiento de las familias a sus hijos e hijas, para ello ha sido clave una de las intervenciones que se hizo en el aula de tres años, la apertura a un patio colindante que permite a niñas y niños entrar o salir del aula, explorando otros espacios y relaciones desde la seguridad de poder volver al acompañamiento de sus familias. Son realidades diversas que dependen tanto de las necesidades de las niñas y niños como de la disponibilidad de las familias.
Para entender estas y otras intervenciones volvemos a nuestro proyecto madre “La ilusión de vivir y crecer en compañía”, y lo hacemos para destacar la importancia que desde el principio se le concede a la asamblea, que se convierte en el máximo exponente de nuestro centro, nuestra seña de identidad, en ella reflexionamos, analizamos propuestas, se consensuan… La asamblea es el órgano de gestión de la vida del centro, las decisiones se toman por consenso, no por mayorías y el equipo directivo se convierte en el coordinador de las decisiones que en ella se toman. Pero no afecta solo al claustro sino también a la vida de las aulas, a la de nuestra comunidad. De un lado la participación de las niñas y niños en las asamblea de sus grupos, donde no sólo debaten y consensuan estrategias para favorecer la convivencia y solucionar los conflictos que aparecen, estableciendo acciones que nos ayuden a ello, si no que la asamblea tiene también un papel importante en los procesos de enseñanza aprendizaje, ya que es el espacio donde comparten intereses, realizan propuestas sobre aquello que les atrae investigar, ponen en común estrategias para avanzar, se reflexiona sobre lo aprendido…
Y la asamblea también es un espacio privilegiado de relación con las familias, y no solo en Charlas con Café. El inicio de curso está marcado por la Asamblea General, a ella está convocada nuestra comunidad, tanto las familias como otros agentes que participan en nuestra escuela: Universidad, ONGs, Servicios Sociales… En esta reunión, que es tanto de evaluación como de toma de decisiones, presentamos los objetivos y ámbitos de trabajo en los que nos vamos a centrar en el curso que comienza y nos dividimos por grupos mixtos según intereses, en ellos se perfilarán las líneas de actuación para el curso que comienza. Tras el trabajo los grupos presentan al plenario sus conclusiones, el curso pasado nos centramos en reflexionar y diseñar estrategias en torno a espacios escolares, curriculum, alimentación saludable y voluntariado, estas estrategias marcarán la vida del centro en estos aspectos.
Esta gestión compartida favorece una gran implicación por parte de la comunidad, que se siente realmente comprometida con el proyecto y apuesta por esa educación en el aprendizaje de formas de vida democráticas de la que hablaba Dewey. Estos principios tienen que materializarse en propuestas organizativas y de funcionamiento que nos permitan ser esa escuela abierta, participativa y flexible que deseamos. Para hacerlo realidad se crean las Comisiones Mixtas, de las que hablaremos más tarde, y que unen a familias y profesorado. Al final de curso el equipo de autoevaluación, con presencia de docentes y familias, valora los procesos y establece las líneas de actuación y los focos para el siguiente curso.
Como hemos visto para construir alianzas sólidas entre las familias y la escuela consideramos fundamental que sean y se sientan parte del centro y que asuman un papel protagonista en el día a día de la escuela. Asegurar la participación de las familias es una de las claves para la mejora de la calidad en los procesos de enseñanza y aprendizaje, participación que pasa también por la toma de decisiones, por la evaluación de los procesos de aprendizaje
y por participar en los mismos activamente. A veces una misma propuesta abarca varias de ellas, o se centra en uno solo de los aspectos.
En la actualidad, las familias y el voluntariado están muy presentes en los procesos de enseñanza y aprendizaje participando activamente en nuestro día a día. Y esta participación es diversa, asumiendo intervenciones que pueden implicar un mayor compromiso, como Grupos Interactivos o talleres internivelares, u otras más abiertas como puede ser el acompañamiento lector. También en propuestas puntuales como salidas o acudir a las aulas en distintos proyectos o iniciativas.
Existe también un espacio específico para las familias que ha ido cambiando a lo largo de los años para dar respuesta a las necesidades de las familias, el de alfabetización, en la actualidad contamos con una maestra jubilada con dos grupos, uno de alfabetización inicial y otro de español para extranjeros. En ocasiones su colaboración se centra en colaborar con el mantenimiento del centro, montaje de muebles, cuidado de plantas, tareas de costura… participaciones puntuales para las que solicitamos su colaboración. Así mismo la biblioteca cuenta con un importante grupo de apoyo gracias al cual los servicios de préstamo son muy ágiles desde 3 años a 6º. Este grupo asume también tareas de mantenimiento en la biblioteca y de animación a la lectura que han convertido nuestra biblioteca en un lugar transitado y muy vivo.
Nos han quedado por compartir otras propuestas en las que las familias participan y colaboran, intervenciones que nos parecen fundamentales para que sus voces cuenten el Gracia, así ocurre en las Jornadas de Puertas Abiertas, cuando imparten charlas en otros centros educativos, en el CEP o la Universidad, o cuando recibimos visitas en el centro.
Es habitual que quien entre en el Gracia vaya encontrando familias u otro voluntariado por los distintos espacios, en las aulas leyendo, en un grupo interactivo, organizando el préstamo de libros, colaborando en un taller de costura o trabajando en el huerto… Nos gusta la presencia de las familias en la escuela, lo valoramos como un indicador de transparencia y del clima de confianza que hemos ido creando entre quienes componemos nuestra comunidad. Sin duda todo esto necesita de un engranaje organizativo que lo sustente, pretender trabajar de una manera sin establecer los mecanismos necesarios para ello, lleva con frecuencia al fracaso. Es por tanto necesario articular, gestionar y modular todas las propuestas de participación para que no desborden y sean compatibles tanto con las prácticas educativas cotidianas como con la reflexión sobre las mismas.
En el 2012 nos integramos en la recién nacida Red Andaluza de Comunidades de Aprendizaje, nos movía fundamentalmente la estabilidad del equipo docente, y compartíamos una mirada sobre la escuela y sobre la importancia de la comunidad en su seno. También nos lo planteamos como una oportunidad, nos ayudaría en una evolución que considerábamos imprescindible, pasar de la participación a la gestión compartida y así nacieron las primeras Comisiones Mixtas, un espacio de encuentro entre docentes y familias preferentemente, con la participación de otros agentes del entorno. El funcionamiento de las comisiones, desde la perspectiva que nos dan estos años pasados, ha tenido sin duda altibajos. Al principio comenzamos con mucha fuerza, se produjeron fallos en la coordinación e incluso iniciativas cruzadas. Otro aspecto que no nos resultó grato en el comienzo fue analizar que habíamos abandonado prácticas de participación muy arraigadas en nuestro centro como eran las Charlas con Café.
La reflexión sobre todo lo anterior, el análisis y valoración, tanto de lo realizado como del camino que queríamos seguir, y sobre todo tener claras nuestras prioridades nos ha ido llevando a una estructura de funcionamiento mucho más acorde con nuestra realidad. En la actualidad funcionan las siguientes comisiones: Espacios, Charlas con Café, Voluntariado, Tarde, Biblioteca e Información.
Por la importancia que tiene en la gestión de la participación nos detendremos en la Comisión Mixta del Voluntariado, encargada de dinamizar su presencia en el centro para abordar las diversas propuestas, se realizan reuniones de mañana y tarde a principio de curso en las que se presentan las posibilidades de participación existentes y se recoge en una base de datos la disponibilidad, intereses y saberes de las familias. Este documento, que se va enriqueciendo a lo largo del curso, se convierte en un recurso muy interesante y funcional. Esta comisión también asume encuentros formativos con el voluntariado, dando respuesta a la necesidad de trabajar en base a líneas coherentes con nuestro proyecto educativo y la filosofía de nuestra Comunidad de Aprendizaje.
Uno de los objetivos que a largo plazo nos planteábamos, y que nos seguimos planteando, es la necesidad de que el Gracia acoja a un amplio espectro de modelos familiares. Que sea reflejo del interesante y multicultural entorno social que nos rodea. El trabajo realizado ha ido dando sus frutos y a lo largo de estos años el perfil ha ido ampliándose y evolucionando, en este momento podemos encontrar una interesante y rica variedad entre nuestras familias. Seguimos siendo un referente para la Cruz Verde, pero la relación con las familias ha cambiado, hoy los recelos que mantenían hacía nuestro centro han ido dando paso a la confianza. El cambio producido en el centro ha generado que progresivamente familias del entorno, con un nivel socioeconómico medio bajo y con expectativas hacia la escuela que antes rechazaban nuestro centro y optaban por los concertados o públicos de la zona, ahora se acercan a él. Otro perfil que ha aparecido es el de familias que acuden a nuestro centro buscando una escuela inclusiva para sus hijos o hijas que no han encontrado en otro centro y que vienen después de, por lo general, una larga trayectoria de fracasos. También es un centro de referencia para la población inmigrante, no sólo de nuestro distrito sino también de barrios aledaños y de los pisos de acogida de las ONGs. Las que más tímidamente han ido incorporándose, de manera lenta pero creciente en estos últimos cursos, son aquellas familias que buscan una oferta pública y alternativa a la enseñanza tradicional, que han conocido y confiado en nuestras prácticas y que apuestan por nuestro modelo educativo. Se caracterizan por una mayor expectativa hacia el aprendizaje y coincide con una mayor implicación en la escuela y con un nivel cultural medio.
Esta diversidad es muy positiva para nuestro centro que sigue teniendo como prioridad dar cabida, presencia y protagonismo a todas las familias, independientemente de su nivel económico, cultural o social. Creemos que actuar desde el convencimiento de que la escuela no educa sola, abrir el centro al exterior y aprovechar los recursos que se brindan desde distintos organismos e instituciones ha sido una de las claves que nos ha permitido romper con el estigma de centro gueto que arrastraba y lastraba a nuestro colegio y pasar a ser una escuela de referencia.
¿Y dónde nos situamos actualmente? Parece que, dada la trayectoria descrita, todo el trabajo “estuviera hecho” y únicamente nos estuviéramos dedicando a gozar de los frutos de las propuestas diseñadas. Sin embargo, constituirnos como comunidad que vive y piensa sobre aquello que vive en común nos dispone ante nuevos retos. Ahora que ya la mayoría de las familias de nuestra escuela asumen e incorporan la posibilidad de estar presente en la cotidianidad de nuestras propuestas, hemos identificado dos ejes de trabajo. Por un lado, ¿están todas las familias implicadas en la participación? Desde aquí hemos reflexionado cómo nuestros ofrecimientos y espacios de voluntariado (y las explicaciones sobre éstos) en algunos casos han podido generar exclusiones o dejar en el camino algunos perfiles de familias silenciados ante el “alud” de personas deseosas de implicarse en la vida del centro. Por otro lado, ¿hemos dialogado lo suficiente sobre el sentido de la presencia y convivencia de las familias en la escuela? Ante algunas maneras de estar y disponerse que podrían reflejar una “pasividad” similar a la de un adulto que lleva a sus niñas y niños al parque, nos cuestionamos cómo podemos hacer llegar mejor lo que esperamos de la incursión de las familias en los espacios educativos: una presencia que se implica de manera activa en la vida educativa, que no sólo se relaciona con sus hijas e hijos sino que disfruta de la convivencia en comunidad, que tiene una función específica alejada del lugar de espectadora o espectador… En definitiva, una presencia que enriquece el proyecto educativo con lo que cada una y uno trae por las puertas de la escuela, sea lo que sea.
Referencias
Carbonell Sebarroja, J (2008). Una educación para mañana Octaedro
Echeita Sarrionanda, G y otros (2013). Cómo fomentar las redes naturales de apoyo en el marco de una escuela inclusiva (1ªEdición) MAD
Freire, P. (1970) Pedagogía del oprimido Siglo XXI
Pérez Gómez, Á. I. (2012). Educarse en la era digital (1a Edición). Morata.
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