Las educadoras de Haurtzaro revisan durante el curso 2017-2018 algunas de sus formas de actuar y comunicarse con el objeto de superar el enfoque binarista que, durante muchos años, ha encasillado a las personas en dos únicos sexos asociados a unos estereotipos de género excluyentes que hacen imposible desarrollarnos en igualdad respetando la diversidad.
En la Escuela Infantil Haurtzaro, una de las cinco supervivientes de la red de escuelas infantiles municipales de Vitoria-Gasteiz, llevamos funcionando como tal desde 1979 y nos encontramos en pleno casco antiguo de la ciudad. Actualmente contamos con cuatro clases: una de cunas, dos de un año y una de dos años. Trabajamos once educadoras, un cocinero, una conserje y una limpiadora.
Como todos los cursos, antes de empezar nos planteamos qué prioridades íbamos a trabajar durante el mismo. Así, para este periodo 2017-2018 y motivadas por una formación reciente que llevamos a cabo con Marina Subirats y Amparo Tomé (ice de la Universitat Autònoma de Barcelona) en torno a la coeducación, nos pareció interesante y necesario seguir trabajando por esa línea, para lo cual nos pusimos en contacto con la persona que pensábamos podía ser la más idónea para que nos guiara en el recorrido: Amelia Barquín, profesora de la Facultad de Ciencias Humanas y Educación de la Universidad de Mondragón, especialista en educación intercultural y género.
Planificamos con ella la metodología: reuniones semanales, lecturas, elaboración de un diario personal, observaciones de nuestro quehacer diario tanto por parte de ella como entre nosotras…
Todo ello al principio nos produjo cierto «vértigo», pues nos iba a suponer horas de trabajo extra dedicadas a leer, a escribir nuestras reflexiones, a ser observadas y «evaluadas»… Y pasó a convertirse en una motivación, en un proyecto que nos ilusionaba y con el cual cada semana nos íbamos sintiendo más identificadas.
Convencidas de la necesidad de superar la clásica y trasnochada clasificación binarista de las personas en dos únicos géneros y dos únicos sexos, durante tres meses en nuestra cotidianidad nos hemos preocupado por detectar el binarismo de género (mucho más evidente de lo que se pueda pensar ya en estas edades, y que se manifiesta en la utilización de los espacios, tipos de juego, relaciones entre iguales y con los adultos), hemos puesto especial énfasis en identificar y modificar nuestras actuaciones en la práctica educativa, en las relaciones con las familias y entre nosotras, en analizar el material de la escuela…
En cada reunión ha sido palpable el ambiente positivo, las ganas de saber, de entender, de participar, de compartir, de mejorar.
Hemos debatido sobre sexo biológico, género, intersexualidad, binarismo… Un capítulo muy importante que también nos ha hecho plantearnos nuevas formas de actuación ha sido el relacionado con la no aceptación de ninguna forma de violencia (violencia 0 desde los 0 años), gracias al cual pudimos establecer un corto pero fructífero contacto con la escuela municipal Cappont de Lleida.
«Reflexiones»
Nos hemos dado cuenta de que, en general, tanto en la sociedad como en la escuela, no respondemos de la misma manera a los niños y a las niñas. Por poner un ejemplo, ante el llanto solemos alargar el momento de consolar en el regazo si se trata de chicas y acortarlo si son chicos. Aunque nos esforcemos en hacerlo de la misma manera en ambos casos, tenemos que poner mucha atención, porque si no nos despistamos y de manera inconsciente repetimos este comportamiento. Y si bien no nos parece que por sí mismo esto sea inadecuado, nos hemos percatado de que al alargar estos momentos de tener a las niñas en nuestros brazos restringimos sus oportunidades de jugar y sobre todo de ocupar el espacio, mientras que, a los niños, los impulsamos para que se hagan con este espacio negándoles en algunas ocasiones la oportunidad de satisfacer su necesidad de ser contenidos y acogidos.
«Igualdad»
«Personalmente me ha abierto una ventana muy grande», dice una educadora. «He aprendido a mirar a las personas de forma diferente y a empezar a darle menos importancia a lo que tenemos entre las piernas. Me resulta todavía complicada la terminología –”cis”, “trans”…–, pero lo importante para mí ha sido darme cuenta o ser más consciente de que el mundo no se divide en dos: hombre o mujer.»
El lenguaje y los acercamientos a los niños y las niñas también es un aspecto que hemos trabajado y que nos está haciendo ser más conscientes a la hora de estar en nuestro trabajo diario. Lo importante es cómo nos acercamos, cómo nos comunicamos, la mirada y el tiempo que dedicamos a cada uno.
«Cambio de actitud»
«Queríamos profundizar en el tema de la coeducación para mejorar nuestra práctica», dice otra compañera. «Partiendo de la observación que habíamos hecho los dos últimos cursos, queríamos llegar a unos acuerdos y unos criterios, y para ello nos parecía importante contar con el apoyo de una persona experta. Después de hacer la formación con Subirats, nos quedó clara la necesidad de romper con los estereotipos de género en favor de la igualdad. Pero ahora hemos dado un paso más. Desde mi punto de vista, considero que hemos llegado a un enfoque más feminista y mucho más integrador de la coeducación. Hemos pasado de defender la igualdad a defender el derecho y la posibilidad de ser diferente.»
«Violencia 0»
«Me siento capaz de detectar el binarismo y de adaptar mi forma de actuar a fin de superarlo», comparte otra educadora. «También me siento más competente a la hora de gestionar los conflictos que se producen en clase. En las relaciones diarias con las familias y en las entrevistas individuales intento compartir lo que hemos aprendido y los acuerdos a los que vamos llegando en el equipo. En el futuro espero que sigamos por este camino, haciendo llegar este enfoque a las familias y a los compañeros y compañeras que vengan a trabajar con nosotras en los próximos cursos.»
«De la teoría a la práctica»
En teoría parece que ya vamos viendo cómo tenemos que trabajar, aunque tengamos que seguir madurando este nuevo enfoque. Pero esta reflexión también ha despertado algunas dudas: ¿cómo trabajar todo esto con las familias?, ¿cómo hacer que les llegue la información?, ¿cómo llegar hasta ellas?, ¿cómo conseguir que se vayan transformando sus puntos de vista en favor de la coeducación, la igualdad y el respeto a la diversidad?
Este curso hemos ofertado a las familias unas sesiones de escuela de padres y madres relacionadas con este tema, y aunque han sido muy interesantes y enriquecedoras para las personas que han participado, la asistencia ha sido decepcionante. Urge descubrir cómo implicar a las familias en este reto.
Pensamos que las reuniones de grupo clase pueden ser un momento muy propicio para ello. En ellas se podrían dar unas pequeñas pinceladas sobre los temas, pero sería fundamental que, a través de la escuela de padres y madres, se pudieran debatir estos temas más a fondo. No se trata de una simple transmisión de información. Las familias tienen que reelaborar los nuevos aprendizajes e integrarlos en la manera de enfocar la educación de sus hijos. Esto requiere un esfuerzo por parte de las familias, reservando tiempo para asistir a las sesiones y participando activamente en ellas.
«Acuerdos»
Hemos llegado a acuerdos que nos han permitido elaborar un ideario básico para compartir con todas las personas que trabajen en nuestra escuela, así como con las familias, que queremos también reproducir aquí:
• Todas las criaturas son diferentes y debemos educarlas en igualdad y libertad.
• En la escuela no hay cosas, ni juegos, ni comportamientos para niñas, ni formas de educar y crecer, ni tampoco una manera diferente de hablarles.
• En la escuela no hay cosas, ni juegos, ni comportamientos para niños, ni formas de educar y crecer, ni tampoco una manera diferente de hablarles.
• Las personas adultas cuidaremos nuestro lenguaje y nuestros comportamientos para no ofrecer modelos sexistas (en los saludos, en la relación individual, en los elogios, etc.). En estas situaciones nos ayudará el utilizar los nombres de cada persona.
• En la escuela trataremos con respeto a los demás, del mismo modo que también nos tratarán con respeto; tanto si se trata de pegar como de acariciar o besar, si a alguien no le gusta no lo podemos hacer. No siempre es no.
• En la escuela no se puede hacer daño a nadie.
• En la escuela no podemos hacernos daño ni aceptar que nos lo hagan.
• Los adultos trataremos de anticiparnos y evitar las agresiones, pero si suceden daremos prioridad a atender siempre a quien la ha recibido.
• En la escuela hemos acordado enseñarles a usar estas frases cortas y efectivas para utilizarlas en estas situaciones:
–¡No! – Ez!
–¡No me gusta! – Ez zait gustatzen!
–¡Eh, daño! – Eh, mina!
–¡No quiero! – Ez dut nahi!
• Los adultos intentaremos ayudar a quien ha hecho daño recordándole las normas y ofreciéndole otras alternativas.
• Los aseos de la escuela son compartidos. A la hora de hacer pis todos y todas lo haremos sentados.
• Haremos llegar a las familias todos estos criterios.
Con todo ello, durante este periodo de tiempo hemos reactivado nuestra curiosidad, esa motivación tan necesaria para romper la monotonía y dotar de vida nuestro trabajo.
Las educadoras de la E. I. Haurtzaro, Vitoria-Gasteiz.