Entrevista. Entrevista a Irene Balaguer (II) Europa y América

Irene Balaguer estuvo en el grupo que impulsó esta revista. Durante muchos años fue su directora (cargo que compartía con Francesca Majó). Son innumerables las iniciativas que impulsó a favor de una educación de calidad para los más pequeños. Resultaba incansable en su afán por extender redes, más allá del país, por Europa, por el mundo. Falleció el pasado diciembre, pero queda su obra, que mantendremos viva, y también la memoria de su palabra en la que debe ser una de las últimas entrevistas que se le hicieron y que vamos a publicar en tres entregas.


Infancia
: ¿Cómo surge la revista Infancia en Europa?

Irene Balaguer: Entre las revistas Infancia catalana y castellana, y la latinoamericana, hay otra revista que se crea de una manera muy distinta, Infancia en Europa, que nace por iniciativa de Rosa Sensat. En la década de 1980 y 1990, la Comisión Europea estaba muy interesada en la educación infantil, aunque no en la que nosotros defendíamos, en absoluto. Estaba interesada en garantizar la emancipación de la mujer y su incorporación al mundo del trabajo, y para ello se creó un grupo, una red de trabajo dentro del apartado «Mujer». Pero España ingresó en la Comunidad Europea…

Y cada revista ha ido acompañada de un macro acontecimiento político potente: primero, recuperación de la democracia; segundo, la ley de educación; tercero, el ingreso de España en la Unión Europea.

Esta red se crea en el 1987. Habitualmente se convoca a unos expertos que se reúnen durante unos tres años, preparan unos estudios estupendos que se guardan en un cajón y ahí se acaba la historia. Pero esta vez nos encontramos un equipo de doce personas –éramos doce países en ese momento– que nos entendimos a la perfección tanto en el concepto de educación infantil como en la emancipación de la mujer y la corresponsabilidad entre hombres y mujeres en la educación de los hijos. Y esto permitió que, de manera excepcional, esta red trabajara durante diez años en la Comisión, lo cual significó tener una gran influencia en la Comisión Europea. Fue el periodo más brillante de la Unión, el periodo de Delors, que permitió llegar a diseñar y aprobar una Recomendación de la Comisión Europea y el Consejo de Ministros, algo muy difícil de alcanzar con estos niveles de acuerdo, para diseñar la política en los siguientes veinte años. Durante este periodo se hicieron documentos aún vigentes.

“Entre las revistas Infancia catalana y castellana, y la latinoamericana, hay otra revista que se crea de una manera muy distinta, Infancia en Europa, que nace por iniciativa de Rosa Sensat.”

Lo fundamental es que este grupo tenía un líder democrático y entusiasta que nos hacía trabajar como locos, pero lo hacíamos muy a gusto. Era Peter Moss. Cuando la vida de la red llegaba a su fin, pensamos que era una pena tirar por la borda la cohesión conseguida durante los diez años de trabajo e hicimos diversas reuniones para ver cómo continuar como un conjunto de personas de Europa que quieren influir políticamente y pedagógicamente a escala continental. Finalmente, esta voluntad tomó forma en Infancia en Europa, en la que había un representante de cada país (la mayoría, los mismos que habíamos formado parte de la red europea) y también personas de los países que se habían incorporado posteriormente a la Unión Europea.

“Difícilmente podemos encontrar una revista que ha existido durante doce años y que se ha publicado en quince, dieciséis lenguas distintas. ”

Infancia en Europa ha tenido influencia no tanto en las políticas, que después de Delors han sido marcadas por líderes neoliberales, pero sí en las personas que trabajan en la educación infantil de Europa. Fue una manera de conocer las distintas formas de trabajar de cada país fruto de su historia, de su cultura, de su manera de entender la infancia, etc. Esta es la gran aportación de la revista, que ahora se encuentra en un paréntesis, porque parece que hay otro grupo que quiere volver a impulsarla. Veremos si prospera o no, y sin duda Rosa Sensat estará implicada de nuevo en este proyecto.

I.: ¿Qué tiene de interesante la revista Infancia en Europa?

I. B.: Difícilmente podemos encontrar una revista que ha existido durante doce años y que se ha publicado en quince, dieciséis lenguas distintas. Yo diría que es excepcional y que no hemos presumido suficientemente de ello. Nuestra modestia no nos lo ha permitido, pero seguramente si algún día alguien escribe una tesis seguramente podrá ser un elemento clave, porque es una cuestión única.

La revista europea siempre tuvo recursos. Y yo diría que esto produjo su defunción: cuando dejó de haber recursos, se acabó. Hemos de ser capaces de articular estas historias con muy pocos recursos y mucha voluntad, porque los maestros de educación infantil pertenecemos a un mundo que no es boyante en dinero, ni hay nadie dispuesto a dar dinero para que esto prospere. Yo creo que este ha sido el problema de Infancia en Europa. Pero igual sale otro proyecto que tira adelante. Seguramente saldrá ya sin papel, porque hemos de avanzar lo que las tecnologías permiten.

“Difícilmente podríamos encontrar un grupo estable que haya visitado más de treinta países, a veces con 150 o 160 maestros que se pagaban el viaje de su bolsillo.”

Desde el año 1981 hasta la actualidad, las revistas, cada una de ellas, han sido un elemento de cohesión y conexión, porque son revistas de movimientos de maestros. No son revistas de una editorial que hace un negocio, son revistas que tienen el compromiso de cambiar la educación, y con ella la sociedad. Y esto es interesante porque en torno a las revistas se han hecho muchas actividades, como, por ejemplo, los viajes de estudio.

Difícilmente podríamos encontrar un grupo estable que haya visitado más de treinta países, a veces con 150 o 160 maestros que se pagaban el viaje de su bolsillo. Esto es algo raro y fantástico. Los viajes han permitido conocer prácticamente toda Europa. Que no nos vengan a contar cómo está Finlandia porque la hemos pisado y podemos decir a los que han hecho tesis doctorales sobre Finlandia que se dejan la parte más relevante de cómo llegar al éxito, que es la educación infantil en Finlandia.

Porque todas estas conexiones han ido generando una red de conocimiento entre personas e instituciones, tanto en España como en Europa, y esto también nos ha permitido conocer gente de América Latina. Viajamos allí y empezamos hablando ya hace muchos años con nuestras compañeras de Uruguay que estaría bien tener una revista que aglutinara toda América Latina.

I.: ¿Nace así la revista Infancia Latinoamericana?

I. B.: La Infancia castellana contó con una ayuda magnífica del Ministerio de Asuntos Sociales, que permitía mandarla a América Latina, y esto generó vínculos entre Rosa Sensat y las personas e instituciones que recibían la Infancia castellana. Al principio mandábamos dos mil, al final, setecientas y pico.

Uruguay fue el primer país con el que conectamos. Ellos iniciaban un proyecto municipal de atención a la primera infancia que se llamaba Nuestros niños. Y fuimos allí y visitamos las escuelas. Y finalmente cristalizó la idea de hacer una revista de América Latina con dos lenguas: portugués y castellano. Actuamos como en la Infancia castellana, buscando una o dos personas de cada país con gran sintonía con el proyecto pedagógico y político de nuestras revistas, y estas han buscado colaboradores para crear los consejos de redacción de sus países.

En la Infancia Latinoamericana, los miembros de los consejos de redacción hoy superan las doscientas personas. Esto en sí es un valor muy potente. Pero además tiene una característica interesante, y es que no hay dirección. Se puede hacer una revista sin dirección, porque somos mujeres. Los hombres necesitan directores. Nosotras, en cambio, somos capaces de trabajar en grupo, capaces de liderar conjuntamente. Si quieres discutimos esto. El trabajo en grupo es un trabajo femenino. Por tanto, no hay dirección. La dirección es una persona de cada país a quien sus compañeras dan esta responsabilidad de representarlas. De esta manera trabajamos coordinadamente, y nos vemos una vez al año, porque, esto sí, desplazarse cuesta mucho dinero y de momento no lo tenemos.

Otra característica interesante es que, en los encuentros anuales, se programan los tres números del año, y un país es el responsable de proponer el contenido de aquel número, y cada uno de los países ofrece personas o temas que complementen el tema central, con lo cual es fácil, porque el trabajo queda muy repartido. Todo el mundo participa del trabajo. La otra novedad de esta revista es que es virtual. Está colgada en la red. Más que una revista hemos creado un virus, porque está en más de doce mil webs del mundo latinoamericano. Siempre hay gente que domina las tecnologías, la copia y se expande por el mundo…

“En la Infancia Latinoamericana, los miembros de los consejos de redacción hoy superan las doscientas personas. Esto en sí es un valor muy potente.”

Mercedes Blasi

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