Miradas que hablan, gestos que reflejan el alma
Manos que hacen, exploran y crean
Sonidos y aromas que esperan ser descubiertos
Seres que se encuentran para pensar sentir junto a otros… que tejen una comunidad
Un espacio que se transforma al ritmo de las risas, el asombro y la comunión de las infinitas
e excepcionales formas de ser y estar que los niños nos regalan…
Hacer juntos, sentir juntos, ser juntos…
Bajo un cielo, con nuestro corazón al descubierto, dispuestos a celebrar el maravilloso desafío de seguir inventando lenguajes para expresarnos y encontrarnos”.
¿Quiénes somos?
Nuestro Jardín de Infantes se encuentra ubicado en Malvín Norte, un extenso barrio de la ciudad de Montevideo – Uruguay. Es un centro público, de administración estatal que funciona en la modalidad de doble turno – matutino y vespertino – con un total de 210 niños y niñas de 3, 4 y 5 años, nueve docentes incluida la maestra directora, una asistente técnica y ocho auxiliares.
El edificio es amplio, funcional, adecuado a las necesidades de un jardín, fue construido con ese fin. Se encuentra inserto en una zona de muchos complejos habitacionales compuestos por grandes torres de apartamentos, pequeños parques, placitas y comercios de diversos rubros.
Nuestra propuesta
En este artículo relatamos una experiencia denominada “A Cielo Abierto”, es un proyecto de trabajo institucional planificado y desarrollado con todo el colectivo docente. Tiene 8 años de duración, y ha ido creciendo y enriqueciéndose con el transcurso del tiempo.
Surgió del ejercicio de pensar en una escuela
innovadora con una propuesta participativa, donde los niños aprenden, descubren y exploran por sí mismos, con las familias como parte involucrada en ese proceso.
La experiencia fue tomando forma a partir de la reflexión y análisis de nuestras propias prácticas educativas, de las características de la infancia de hoy, de las necesidades de niños y niñas como sujetos de derechos pertenecientes a una comunidad particular.
Cotidianamente observamos que niños y niñas sufren la carencia de tiempos de juego y espacios de expresión, de tiempos de escucha y de instancias compartidas con sus familias, con sus vecinos, con sus amigos. Una infancia en la que los tiempos y los ritmos son dictados por las ocupaciones laborales de los adultos referentes, por las características de la ciudad moderna, llena de tránsito, que provoca aislamiento, temores e inseguridad, que inhabilita tanto a los más pequeños como a los adultos a disfrutar de espacios comunes.
A esta realidad se suman los avances tecnológicos y el consumo indiscriminado que atraviesa a toda la sociedad, donde prima la comunicación virtual y se va perdiendo la posibilidad de conectarse en forma real con el otro aún dentro de la misma familia.
Nuestro Jardín de Infantes no escapa a esa realidad, los niños y niñas pasan su infancia en espacios de ladrillos: la escuela y los apartamentos.
Permanentemente, a los chicos se los ve en situación de traslado, siempre camino hacia algún lado, de la casa al Jardín, del Jardín a la casa de los abuelos, nuevamente a su casa más tarde. Pareciera que no tienen derecho a usar la ciudad desde sus necesidades.
Estas vivencias nos impulsan a romper esa rutina, esa imagen del día a día, de niños y niñas encerrados, no vistos, pequeños y adultos cada uno en lo suyo.
¿Qué nos proponemos?
Nos propusimos crear un espacio al aire libre, en un día de fiesta, fuera del edificio escolar, abierto a todo público, en contacto con la naturaleza y los vecinos, dando oportunidad a los chicos a hacer y vivir actividades compartidas con las familias y los vecinos y a su vez ofrecer a la comunidad un espacio donde participar y compartir con los chicos.
Dibujar, pintar, construir, disfrazarse, escribir, explorar, hacer música, tejer, jugar con agua, plantar, leer, recorrer laberintos, puentes y muchas más son las posibilidades que la propuesta ofrece.
Las actividades se llevan a cabo en talleres simultáneos (aproximadamente 18) donde todos pueden entrar y salir cuando quieran, los pueden recorrer solos o acompañados de sus familias. Tienen un carácter integrador e inclusivo, se organizan de tal manera que todo el que concurra, sin importar la edad que tenga puede participar, disfrutar y vincularse.
A Cielo Abierto habilita un espacio común en que todas las edades se encuentran para jugar y compartir. Nos permite un aprendizaje de socialización y un diálogo entre distintas generaciones” Se realiza en la vía pública lo cual permite total apertura hacia el barrio.
Esta tarea supone un trabajo coordinado con las familias, los vecinos y las autoridades municipales, se corta el tránsito y se cuida del medio ambiente. Terminada la jornada todo queda impecable sin haber alterado la naturaleza.
Para el evento se usa todo un parque que está en el terreno lindero al centro, la calle, veredas, muros, rejas, árboles y caminos.
Para las actividades se usan materiales de desecho o bajo costo, en cantidades abundantes y suficientes para todos los que deseen participar. En la selección prima el color, el volumen y la posibilidad de manipular con seguridad y creatividad al mismo tiempo.
“A Cielo Abierto” es la síntesis de una forma de trabajar con los niños durante todo el año, abordando los contenidos a enseñar desde el descubrimiento, la exploración y la escucha”
La metodología de trabajo elegida por la institución habilita esta propuesta, para llevarla a cabo es necesario trabajar durante todo el año con los niños, niñas y las familias. Se planifica para un público aproximado de mil personas. A las familias se suman voluntarios para apoyar en el evento, generalmente estudiantes universitarios vinculados al Jardín o interesados en propuestas innovadoras.
Las experiencias que piden los niños son: trabajar al aire libre, en espacios comunes del barrio y la ciudad, bajo el sol, sin uniformes, con permiso para jugar sin tiempos, empezar y terminar a su ritmo, dejar huellas, encontrarse con otros niños, compartir y disfrutar sin barreras de edad y tener a su familia jugando con ellos, y esta es en definitiva la infancia que deseamos.
“En A Cielo Abierto los niños y niñas pueden ser autónomos pero a la vez sentirse acompañados por sus familias, amigos, maestras.
¿Qué logramos?
Hemos ido evaluando año a año la propuesta, la cual se enriquece y se agiganta con talleres cada vez más ambiciosos.
Los vecinos han quedado impactados de lo que disfrutan, hacen y vivencian niños y niñas. Se va cayendo el mito de que la calle es insegura, de que los desconocidos son sospechosos, de que a los chicos no se los puede sacar de las pantallas pues es lo único que les gusta.
Impacta en la percepción de los adultos la vitalidad de los niños, la fuerza de su impulso lúdico, la risa, la confianza en el otro, la autonomía, la capacidad de expresión.
Se transforman significativamente los vínculos generado entre los niños y sus familias, entre los niños de distintas edades, entre los desconocidos que comparten actividades y juegos.
Sorprende e impacta la capacidad creativa y la logística sque logran las maestras con una propuesta de la cual están enamoradas y para la cual logran todos los apoyos necesarios.
Las prácticas docentes se enfocan en los aprendizajes infantiles, pero también en generar un impacto social positivo en el entorno para provocar una transformación significativa que a la vez se manifiestan a la interna del jardín. Hay crecimiento profesional, y fortalecimiento de equipos. Los vínculos con el lugar de trabajo, con la tarea y con las familias se enriquecen y se transfieren a los procesos de enseñanza.
Jardín de Infantes 311 – Montevideo – Uruguay
Mariana Fulle – Maestra especializada en Educación Inicial.
María José Correa – Maestra especializada en Educación Inicial.
Silvia Viazzo. Maestra directora de Educación Inicial.