El abismo siempre da miedo; navegar sin rumbo, también. Pero quedarse quieto a que nos vengan las tempestades sin un refugio, aún más. No podemos esperar, necesitamos avanzar con unos ejes referenciales, retomar el rumbo si la corriente nos lo pone difícil o si una tormenta, política, social o educativa, nos voltea todo lo avanzado o anclado. Porque las removidas, las revueltas sirven para desmontar nuestros pensamientos, acciones y sentires. Tenemos miedo a perdernos, pero más vértigo da abandonar o, peor aún, mirarnos en el espejo y no reconocernos.