Desde el inicio de la implantación de los programas bilingües que utilizan lenguas extranjeras como lenguas vehiculares, los diferentes sectores educativos –responsables, profesores, niños y niñas y familias– han mostrado apoyo y rechazo a partes iguales debido a la controversia provocada por la visión politizada de la enseñanza de las lenguas en educación. Cuestionamos este tipo de programas en la etapa de Educación Infantil en un momento en el que las administraciones se empeñan en la implantación normativa del aumento de horas de y en inglés para los más pequeños, precisamente en una etapa en la que el desarrollo del lenguaje ha de ser natural y vincular para que los niños y niñas desarrollen su pensamiento y representación de sí mismos y del mundo, algo inviable mediante una lengua «extraña».