1.- CONTEXTO
Durante las últimas décadas, gran parte de los países envías de desarrollo y particularmente de América Latina, han presentado ciertos fenómenos comunes, propios de su evolución social: la integración masiva de la mujer al mundo del trabajo, un número creciente de hogares monoparentales,el sincretismo cultural – consecuencia de la cada vez más frecuente inmigración desde países vecinos – y la maternidad y paternidad adolescente.
Chile ha prestado particular atención a esta última situación, ya que un estudio cualitativo del Instituto Nacional de la Juventud (INJUV), realizado el año 2002, señaló que si bien el embarazo adolescente en sectores pobres no era motivo de expulsión de los establecimientos educativos, y que, por el contrario, los docentes facilitaban la continuidad de los estudios, la maternidad efectivamente “es un factor importante de riesgo de deserción una vez nacido hijo/a. Las Jóvenes no siempre cuentan con recursos o una red de apoyo para dejar a sus hijos bajo el cuidado de alguien mientras asisten a clases”1. O bien, sienten que deben asumir una responsabilidad familiar ineludible. Por lo tanto, la maternidad es una de las principales razones por las cuales, especialmente las jóvenes estudiantes, desertan del sistema escolar. Estudios posteriores indican además, que si bien en una primera instancia es la madre adolescente quien abandona sus estudios, al poco tiempo también es el padre adolescente quien se ve impelido a hacer abandono del sistema escolar para trabajar, debido a las necesidades de apoyo económico hacia su hijo/a.
En esa línea, y con el objeto de avanzar en los compromisos contemplados en la Agenda de Género 2006-20102, el Estado de Chile dispuso una coordinación intersectorial, que consistió en crear una Red de Protección Social para estudiantes embarazadas y madres adolescentes, con el objeto de articular y establecer una sinergia entre los distintos organismos públicos relacionados con el sistema educativo. Ello permitiría accionar, de manera focalizada, una serie de medidas e iniciativas para dar solución a la deserción que presentaban las estudiantes en esta situación. En lo específico, se propuso generar respuestas que permitieran retener y/o reincorporar al sistema escolar a adolescentes embarazadas, madres y padres, y además, prevenir el segundo embarazo adolescente.
Considerando que la educación es reconocida como principal instrumento de movilidad social e indicador de desarrollo-país, la recomendación internacional apunta a privilegiar, entre otros factores, la incorporación temprana al sistema de educación parvularia y por otro, la adopción de medidas que eviten la deserción escolar. Este cruce de variables motivó a la JUNJI , a recoger experiencias dispersas,3 desarrolladas a partir del año 2006, y que consistieron en instalar dentro de los liceos o en lugares aledaños, una sala cuna, donde las y los estudiantes con hijos pudieran dejarlos durante su jornada escolar, evitando así la deserción escolar. Lo anterior derivó, por parte de la JUNJI , en crear una línea de acción formal, estructurada técnicamente, para entregar un servicio educativo de calidad a los hijos e hijas de jóvenes adolescentes, con el objeto de apoyar continuidad de los estudios de estos últimos, ya que a pesar de que existían numerosos cuerpos legales nacionales e internacionales que apoyaban esta continuidad, no existía una medida que apoyará de manera más directa y concreta la realidad cotidiana de estos jóvenes madres y padres y sus hijos/as. Es importante considerar que la educación y la posibilidad de completar los 12 años de trayectoria escolar, implica, para los y las adolescentes y sus familias, especialmente aquellas en condiciones de vulnerabilidad, la oportunidad de alcanzar las expectativas de mejorar de sus condiciones de vida.
Con base en estos antecedentes, la JUNJI invitó a las Municipalidades de todo el país a presentar proyectos de instalación de salas cunas a las que se denominó “Salas Cuna Para que Estudie Contigo- (PEC)”, financiadas por el estado, dentro de los sistemas, marcos y condiciones presupuestarias regulares, ya que sólo se distinguían de las otras en el público objetivo (hijos e hijas de madres y/o padres adolescentes). La iniciativa también requirió de algunos ajustes técnico/pedagógicos específicos en razón justamente de este grupo objetivo (público), ajustes que se plasmaron en un marco orientador general común. Todo ello se diseñó respetando la regulación existente al respecto.
2.- LA EXPERIENCIA
¿En qué consiste?
La sala cuna PEC (Para que Estudie Contigo) es una sala cuna gratuita, financiada por el estado, que cumple con todas las normativas técnicas exigidas para su funcionamiento. Se instala al interior o en lugares aledaños a un liceo de enseñanza media, y atiende de manera preferencial, pero no exclusiva, a los hijos de madres y/o padres adolescentes, ya sea del mismo establecimiento o de otros cercanos. Desde el punto de vista educativo, en la triada madre – padre/ hijo/a, se intenciona, fomenta el apego, la lactancia materna y la formación de actitudes parentales positivas, entre otros. Desde el punto de vista social, el propósito es que madres y padres no deserten del sistema educativo, evitando con ello caer en el círculo de la pobreza y también el de la violencia intrafamiliar. Una vez completada la matrícula de la sala cuna con hijos de estudiantes del liceo, los cupos restantes se ofrecen a niños y niñas de la comunidad circundante.4
Aún cuando la Sala Cuna PEC es parte de la modalidad Jardín Infantil Clásico, las características del tipo de población objetivo a la cual está dirigida relevó la importancia de contar con un documento que enfocará el trabajo técnico pedagógico a realizar, dada las particularidades que tendrían los niños y niñas asistentes , sus padres y madres. Este Marco Orientador (2011) contiene, entre otros , los antecedentes, fundamentos sociales y pedagógicos, consideraciones para el proyecto educativo, definiciones sobre el tipo de familias a atender, etc.
¿Cómo fue la experiencia?
Como toda experiencia “disruptiva”, ubicada histórica y socialmente hace más de 10 años atrás, cuando en Chile existían aún muchísimos prejuicios hacia la madre adolescente, hubo opiniones a favor y en contra, provenientes de todos los niveles y ocupaciones, tanto de parte de las familias de las adolescentes, como de la comunidad circundante e incluso de docentes de los liceos. Algunas personas argumentaron que esta iniciativa iba a fomentar el embarazo, pues se veía como un “premio” por embarazarse (“estímulo al libertinaje”). También hubo miradas y actitudes más comprensivas, expectantes, deseosas de ver si las y los alumnos iban a aceptar esta alternativa, si iban a poder enfrentarse a la sociedad, o si podrían compatibilizar estudios y maternidad /paternidad. No obstante, cualquier idea que se tuvo al respecto fue superada con los resultados obtenidos.
“La sociedad tiene un doble discurso: censura el aborto, pero no da opciones; por eso queremos que estas niñas sientan que no lo han perdido todo y que les ayudamos a afrontar una maternidad responsable” (Tamara Fuenzalida, Directora sala cuna Liceo Juanita Fernández del Solar -JFS-. Entrevista para el diario El Tiempo de Colombia. 2009).
En efecto: las y los jóvenes en esta situación recibieron esta alternativa con una emoción que es difícil describir. Ellas y ellos vislumbraron la posibilidad de seguir estudiando, de continuar con sus compañeros/as, de terminar, si es que se puede decir así, su ciclo adolescente asumiendo al mismo tiempo su maternidad o paternidad de manera propia. Ambos procesos son difíciles y complejos para cualquier ser humano; aún así, se enfrentaron a los prejuicios y a la mirada incrédula y censurante cuando las y los vieron de uniforme, llevando mochilas con sus útiles escolares, el bolso con la ropa y pañales y el bebé en brazos.
Por otro lado, también significó para ellos y ellas un apoyo económico, ya que la sala cuna provee de alimentación acorde a la edad de los niños y niñas que asisten.
En esta experiencia juegan un rol clave las educadoras/directoras de las salas cuna, quienes tuvieron que enfrentarse a una realidad parental desconocida, para la cual no habían sido formadas. No obstante, hicieron camino al andar, comprendiendo que estas/os jóvenes, pese a su corta edad, debían ser tratados con el mismo respeto que se trata a madres/padres adultos, y paralelamente, acompañarlos “amorosamente”, como dice Maturana, en su proceso de maduración.
“Se necesita coraje para afrontar la maternidad temprana y por eso merecen el apoyo que muchas veces hasta sus familias les niega”. Tamara Fuenzalida, 2009.
Las educadoras jugaron un rol fundamental apoyando a las y los jóvenes para que asumieran sus roles de progenitores, aún cuando fueran legal y económicamente dependientes de sus familias, por ser menores de edad. También les correspondió establecer las coordinaciones con los profesores, con el objeto de sensibilizarlos respecto de lograr que comprendieran la necesidad de flexibilizar, cuando fuese necesario, las salida de clases (para amamantar, por enfermedades o accidentes) o ausentarse en casos de control médico de los bebés, por ejemplo. Esto no siempre fue de fácil aceptación por algunos profesores/as , aunque con el tiempo, lograron comprenderlo.
3.- SITUACIÓN DURANTE LA PANDEMIA (Y EL PAULATINO RETORNO A LA NORMALIDAD)
Para situar lo que se describe a continuación, es necesario puntualizar que esta sala cuna está inserta dentro de un liceo de la capital de Chile, en una comuna que dentro del Índice de Prioridad Social5 se ubica en el lugar 19 de las 52 comunas de la Región Metropolitana, y que tiene ciertas ventajas comparativas con el resto de las comunas, pues está cercana al centro de la ciudad, cuenta con buena locomoción colectiva, colegios, establecimientos de salud, comercio en general y buen acceso a internet.
Dentro de ese contexto, y de acuerdo a los antecedentes recabados, los niños y niñas matriculados en la Sala Cuna JFS y sus madres y/o padres adolescentes, experimentaron los mismos problemas de todo el sistema educativo. Es decir, impedidos de asistir presencialmente al establecimiento, tuvieron que adaptarse a la educación vía remota. Por un lado, las madres y padres adolescentes han estado asistiendo a sus propias clases por internet desde su casa. Por otro lado, las educadoras de la sala cuna han orientado el trabajo con los bebés en su casa, enfatizando los aspectos socioemocionales, mientras se regulariza la apertura total en los establecimientos.
Estas orientaciones, incluyendo actividades guiadas, se han estado realizando bajo distintas plataformas, (por ejemplo zoom). Otra vía de comunicación es el teléfono celular, a través del cual se envían videos a sus madres y padres, sugerencia de actividades, se mantienen conversaciones acerca de los niños y niñas, con el objeto de orientarles, apoyarles o aconsejarles en los aprendizajes planificados.
Al tener comunicación por sistemas interactivos, también es posible conocer algunos aspectos del ambiente de la casa, así como observar las dinámicas familiares, lo que no siempre es posible cuando la atención se da en el establecimiento. Ello permite un mejor conocimiento y comprensión del entorno inmediato de cada niño o niña, favoreciendo una orientación más pertinente a su realidad. Un caso que ilustra lo anterior es el siguiente: la educadora llama a una de las madres adolescentes con un bebé de pocos meses con el cual está realizando una experiencia de relajación. No obstante, se escucha música de la radio a un volumen altísimo. El tipo de música tampoco favorece la relajación. La educadora explica a la madre/estudiante qué tipo de música es mejor y la importancia de un volumen acorde a la edad del bebé. Esta realidad no habría sido posible de conocer en condiciones de “normalidad”.
Otro aspecto positivo es que en el caso de bebés muy pequeños, la pandemia favoreció el apego y una mayor tranquilidad para la lactancia, que ocasionalmente puede coincidir con las clases on line. Cuando esto sucede, existe buena tolerancia por parte de los profesores. En algunos casos, también los profesores les envían guías especiales con los contenidos, considerando su condición de mamá.
Desde el punto de vista de salud física de los bebés, hubo menos casos de enfermedades respiratorias que en condiciones normales, pues con frecuencia son producto de contagios al interior de la sala cuna.
La posibilidad de una cercanía más individual y confidencial a través del teléfono también permite conocer estados de ánimo de las madres: Por ejemplo, si la educadora percibe mayor irritabilidad, puede apoyar a la joven madre con el objeto de que esta no se traspase al bebé.
Indudablemente que la estancia de los niños y niñas en su casa, muchas veces pequeñas, con poco espacio para juegos y en los momentos más duros, imposibilitados de interactuar con otros niños o niñas, ha impactado en el aspecto social y emocional de ellos y ellas.
El retorno a la“normalidad” ha sido paulatino, y respetando los aforos permitidos. No obstante que se respeten todos los protocolos establecidos por la autoridad sanitaria, existe temor por parte de familias de eventuales contagios. En este retorno a actividades regulares de la sala cuna, las educadoras han observado que a pesar del largo período de ausencia, los niños y niñas se han adaptado bien, estableciendo rápidamente relaciones empáticas y de afecto con el equipo adulto y con el resto de los niños y niñas.
Entre los aspectos a mejorar están la pérdida de horarios rutinarios de alimentación y problemas con la ingesta, cuestiones no menores tratándose de niños pequeños en donde los horarios regulares son condiciones que les ayudan a conformar su estabilidad, seguridad y confianza en sí mismos y en los demás. Por otro lado, es una etapa donde los hábitos alimentarios saludables como los que forman paulatina y eficazmente las salas cunas, juegan un rol importante para su futuras preferencias alimentarias y, por ende, de salud.
Palabras finales
Tuve el privilegio de ver, conocer, escuchar y observar a estas y estos adolescentes cuando contaban sus experiencias, cuando no podían creer la oportunidad que les ofrecía el estado de apoyarlos a ser madres y padres, y al mismo tiempo, seguir estudiando. Jamás se me olvidarán todas las emociones contenidas en sus relatos, desde el día mismo en que, asustados, supieron que venía una nueva vida y cómo este proyecto les devolvió sus esperanzas.
Hoy son los principales “promotores” de estos establecimientos. Estoy segura, también, que la mayoría de ellos pudo seguir estudiando, y que son madres y padres responsables.
Un Estado que acoge, forma ciudadanos comprometidos.
Gerda Veas Acuña
Datos complementarios:
De acuerdo a la información entregada por la JUNJI, en la actualidad existen 105 salas cuna PEC a través del país,
en 15 de las 16 regiones.
Debido a la situación de pandemia, no ha sido posible realizar evaluaciones ni ningún otro tipo de acciones de este tipo
de establecimientos.
Notas:
1. Raczynzki, Dagmar; y otros, “Procesos de deserción en la Enseñanza Media. Factores expulsores y protectores”, por encargo del Instituto Nacional de la Juventud, Mayo 2002. pág. 50.
2. Esta sería ratificada para el Período 2011- 2014, lo que permitió su continuidad.
3. Es importante destacar el rol pionero que jugaron el Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral de Adolescente (CEMERA) y la Municipalidad de Los Ángeles en estas iniciativas.
CEMERA es una unidad académica perteneciente a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.4. Esta era la orientación original. Actualmente se rige por un Sistema Informático de Selección de Párvulos, administrado por el Ministerio de Desarrollo Social que no considera la posibilidad de ingreso automático a los hijos e hijas de estudiantes del liceo, como era la orientación original.
5. “Región Metropolitana de Santiago. Índice de Prioridad Social de Comunas 2019”. Documento elaborado por: Santiago Gajardo Polanco. Área de Estudios e Inversiones Seremi de Desarrollo Social y Familia Metropolitana. RM 2019.