Durante la vital y trascendental etapa infantil, el lenguaje y su transmisión merecen especial atención. Así, comenzamos a hablar y contar de forma precisa o confusa, rica o empobrecida, cierta o incierta, rica o pobre, moral o inmoral, propia o ajena… Esta atención, merecida y necesaria, cuenta con un recurso excelente, en forma de tradición o recreación tradicional, que infelizmente está cada día más debilitado y olvidado: la oralidad. Y hoy es más necesaria que nunca, debido a lo siempre imaginado en los cuentos aunque nunca antes visto como ahora: la invasión de los fantasmas… perdón, de las pantallas, quería decir.