Parte del conocimiento de la infancia se logra observando, con respeto y con una mirada de confianza, sabiendo que la búsqueda de su autonomía necesita la distancia justa del adulto. Hablamos de reconocer al niño como una persona capaz y, por tanto, de velar por sus descubrimientos, provocando situaciones que le brinden oportunidades nuevas para avanzar y ofreciendo seguridad sin exceso de protección.