Escuela 3-6. Estamos en la onda

Cuando hablamos de comunicación siempre surgen los elementos básicos: emisor, receptor y canal, pero, cuando hablamos de comunicación infantil y las personas mayores intervenimos, algunos de estos elementos quedan anulados completamente porque en la mayoría de las ocasiones nuestra intervención hace que así sea. Controlar, dominar y anular, acciones que marcan la expresión oral de los niños y niñas, y a veces ni nos damos cuenta de ello. ¿Qué es lo que pasa entonces?

Qué importante el hablar
Cada mañana en la asamblea de clase tenemos un ratito para charlar. Los niños y las niñas cuentan lo que les apetece, o al menos eso creemos. Nos esforzamos como buenas educadoras en enseñarles las «normas que rigen el intercambio lingüístico», aunque el tono imperativo marca cada una de nuestras palabras:
–¡Levantad la mano para hablar!
–¡Hablad bajito y sin gritar!
–¡…ahora no estamos hablando de eso!
Incluso a veces les corregimos las posturas:
–¡Siéntate bien!
–¡El culo apoyado en el suelo!
–¡Nos sentamos como los indios!
Como educadoras, no nos paramos a pensar si realmente estamos contribuyendo a que esa capacidad de expresión se forme de manera favorable. En ocasiones me planteo: ¿para qué van a levantar la mano, si quieren hablar ya?, ¿por qué tienen que hablar de lo que les digamos?, ¿por qué no pueden moverse para hablar?, ¿sabrán quiénes son los indios y por qué se tienen que sentar de esa manera? Es decir que de manera sutil vamos coartando esa espontaneidad y libertad que caracteriza a esta etapa.

Necesitan hablar, contar, narrar, expresar, sacar de su interior todo ese mundo que se organiza de forma desordenada e insegura en la infancia, ese mundo que nosotras tratamos de colocar desde «nuestro mundo de mayores» sin ser capaces de ver que tienen que ser ellos quienes lo coloquen. ¡Hablar, hablar, hablar, dejarles hablar!, que den palabras a todo lo que sienten, que expresen todo lo que vivan, que den fuerza y sentido a cada momento que les invita a crecer, y que nosotras no seamos directoras de conversaciones dirigidas que lo único que producen son mensajes que como mayores queremos oír. Que sientan nuestro apoyo cuando hablen y que su autoestima crezca en cada palabra que sale de su ser.

Qué difícil escuchar
A lo largo de una jornada, podemos escuchar infinitos mensajes. Cada niño trata de captarnos, de atraer nuestra atención para que solo nuestros oídos sean suyos. Nuestra actitud podría resumirse en una serie de mensajes, negando la escucha y de nuevo ese tono imperativo se palpa en el aire:
–¡No oigo lo que me decís!
–¡Me habláis a la vez y no entiendo nada!
–¡Hasta que no estéis en silencio no escucho a nadie!
Escuchar es abrir nuestra mente, escuchar es no juzgar, interesarse por lo que te están contando, ayudarles a descubrir sus emociones y las de quienes los rodean. Escuchar es tan maravilloso como hablar, y todo ello les ayuda a crecer en libertad y completa armonía.

Cómo comunicarse. ¿Qué pasa con el canal?
La asamblea es el lugar en el que «normalmente» los niños y niñas de infantil hablan, cuentan o expresan todo su mundo interior. Como educadoras recurrimos a la asamblea pensando en que es la panacea en la que todo se resuelve, pero no nos paramos a reflexionar si pudiera existir otro lugar, o llamémoslo canal, a través del cual se pudiera escuchar lo que tienen que decirnos.
La diversidad de los niños y niñas en las escuelas tendría que ser suficiente motivo para hacernos pensar que a través de un único canal no vamos a llegar a ttodos ellos,, es decir, que cuantos más canales les ofrezcamos más posibilidades hay de que puedan expresarse en absoluta libertad. La definición de canal es «aquel medio de transmisión por el que viajan las señales portadoras de la información que quiere transmitir el emisor al receptor». Así, tenemos el canal del aire para aquellos mensajes de transmisión oral, y el canal del papel para aquellos mensajes de transmisión escrita, aunque actualmente la comunicación ha cambiado muchísimo en nuestra sociedad. La aparición de las tecnologías ha resultado arrolladora en el planteamiento de nuevos canales y, a su vez, se han quedado aparcados algunos medios que servían para la comunicación, y que tuvieron un papel fundamental en la historia de la comunicación; me refiero «principalmente» a la radio.

¿Qué puedo hacer? La radio
Es cierto que resulta difícil encajar cualquier tipo de actividad en el sistema educativo actual sin encuadrarla en el currículo oficial para Educación Infantil. Y digo encuadrar porque así resulta de cara a la Administración cualquier iniciativa que se salga un poco de lo común o habitual. El encuadrar, encasillar o plasmar en papel la consistencia teórica que la Administración necesita por parte de los docentes para llevar a cabo cualquier proyecto, todo ello choca de frente con la motivación y la intuición que a veces nos lleva a embarcarnos en proyectos que son altamente positivos y recomendables para el desarrollo en Edu­ca­ción Infantil.

Y así fue como, aprovechando un recurso existente en el C. P. Reconquista, de Cangas de Onís, Asturias, en el año 2008 y en el 2010 se planteó el proyecto «Estamos en la onda» para los niños y niñas de 3 a 6 años.

Desde la década de 1980 había funcionado una emisora de radio en el centro gracias al alumnado de Formación Profesional, y de la cual el padre de una niña de Educación Infantil se había hecho cargo desde su época de estudiante. La emisora tenía un alcance de 8 a 10 kilómetros, y una equipación muy aceptable.

Y así comenzamos nuestra andadura por las ondas desde el ciclo de Educación Infantil, no solo utilizando un recurso del centro, sino también utilizándolo como medio de conocimiento propio. El proyecto se llevó a cabo entre los meses de enero y mayo de cada curso escolar, beneficiándose del mismo un total de 168 niños (9 grupos) el primer año, y 134 niños (7 grupos) el segundo año.

Cada día acudíamos a la emisora de radio en grupos de 8-10 escolares. La actividad se podía ubicar en el tercer ámbito de experiencia para educación infantil, lenguajes: comunicación y representación, aunque su alcance abarcaba de forma globalizada a otras dos áreas o ámbitos de experiencia: conocimiento de sí mismo y autonomía personal y conocimiento del entorno.

La ubicación de la emisora de radio era en el propio centro, por tanto, un factor positivo para facilitar este proyecto. A pesar de tener programada cada temática de la que se iba a hablar, en función de los centros de interés que estaban trabajando en cada tutoría, casi nunca se hablaba de lo programado, porque quienes emitían cada día tenían que ser libres para expresar lo que querían sin pasar ningún filtro. La sintonía marcaba el comienzo de cada día de emisión y, mientras sonaba esa música que anunciaba nuestra entrada en directo, cada niño o niña se colocaba los cascos, elegía sitio y se preparaba para hablar, solo hablar:

–Buenos días desde el C. P. Reconquista, soy Susana y un día más nos encontramos aquí para charlar con los niños y niñas de la clase de 5 años B de María Jesús. Vamos a dar paso a nuestro presentador de hoy que va a ser Jaime, para que nos cuente quién, ha venido con él hoy a la radio.
–Hola, vinieron conmigo Nuria, Alejandro, Lola, Andrés Piñán, Sofía, Cova, Rubén, Miguel, Sandra y yo.
–Perfecto, pues ahora vamos a ver si alguien quiere decir algo.
–Yo, yo. Un día en Sobrepiedra fui allí y estaba nevando –dice Nuria– y jugué con mi prima a las bolas de nieve.
–Ha nevado poco este año –dice Sandra.
–En Villanueva no ha nevado –comenta Alejandro.
–Mi gata tiene novio porque cuando estábamos de vacaciones se fue y ya no volvió. Marchó con su novio –dice Lola.
–Un día fui al Pico del Arbolín, un poco cerca pero no muy cerca, y fui con papa y Elena –comenta Andrés Piñán– y había un banco y descansamos y me llevé un bocadillo de melón –risas, muchas risas–, ¡digo no!, no había melón, era bocadillo de jamón –y otra vez muchas risas.
–Perfecto, ¿alguien quiere decir algo más? –les pregunto.
–Sí, que tengu un sofá nuevu, comprólu la mi madre, pero nun sé ónde, verde y marrón –dice Rubén.
–Pues yo tengo un coche nuevo grande y gris –dice Sofía.
–¿Y cuántas ruedas tiene? –le pregunto.
–Cuatro –dice Sofía.
–Todos los coches tienen cuatro –comenta Jaime.
–Pues no, porque yo creo que tienen cinco –les digo, y me miran sorprendidos.
–Sí, y hay algunos también que tienen tres –dice Miguel, y se oyen muchas risas.
–Tiene cinco porque llevan otra de recambio –les apunto.
–Y si se te pincha una rueda puedes inflarlo con una bomba y ponerle en el agujero una tirita y ya está –dice Lola, y se oyen muchas risas.
Y así comenzaba cada día un diálogo que llevó a los niños y niñas de este centro a emitir 118 horas durante el curso 2008-2009 y 108 horas durante el curso 2010-2011, con duraciones de 45 minutos cada emisión, todos los días de lunes a viernes entre las 11 y las 12.30 de la mañana.
La palabra viajaba por el aire hasta los pueblos más cercanos, y fueron protagonistas los niños y niñas. Consiguieron crear un espacio de intercambio comunicativo en un principio para ellos y ellas, pero que de forma extensiva llegó a miles de personas.
Cuando se hace uso de la palabra, entran en juego otros elementos, como bien apuntó Beatriz Ituero en su artículo de «El lenguaje y la comunicación está entre nosotros», del número 170 de la revista Infancia; estos factores son la mirada, la emoción y el cuerpo. No cabe duda que este último es un apoyo fundamental en la expresión oral, y por ello la transmisión de emociones a través de la radio solo tiene el apoyo de la propia palabra, reto difícil en estas edades.
Las emisiones se terminaban con despedidas de lo más emotivas:
–Bueno, y ahora nos vamos a ir despidiendo hasta el próximo día –les indico.
–Yo me quiero despedir de mi madre, de mi padre y de mi abuela. Adiós –dice Sofía.
–Yo despídome de la mi perra Lali que pillóla un coche una patina y de la mi madre –dice Rubén.
–Me despido de José, de Andrés Cadenaba y ya está –dice Alejandro.
–Pues yo despídome de la mi güela que marchó a comprar el pan. Adiós –señala Miguel.
–Me despido de todos los que me quieren –dice Andrés Piñán.
–Yo de mama, de papa, de mi hermano Marcos y de la profe –dice Sofía.
–Yo de mi primo, de mi prima, de mama, de papa, de la profe, de José, de Andrés, de mi güelo y de mi güela –dice Sandra.
–¡Madre mía! De cuánta gente nos tenemos que despedir –voy poniendo fin al programa de hoy.

Y así, todos y cada uno de los días de emisión, se despedían respetando turnos al hablar de la manera más natural, estableciendo un diálogo que surgía del propio interés que les generaba lo que decían sus iguales. Se regulaban con naturalidad una vez que sentían que hablar y escuchar era lo importante. La escucha activa les impulsaba a sentir que no se enjuiciaba lo que decían y a poder expresarse sin saber que cerca de 3.000 personas los escuchaban cada día en supermercados, tiendas, casas, oficinas y otros lugares de trabajo.

Durante esos dos cursos niñas y niños consiguieron ser capaces de establecer pequeños diálogos, cantar canciones, contar pequeñas historias, enviaron mensajes a sus familias, hablaron de la importancia de los libros, de tener una casa para vivir, de sus propios logros, aprendieron a hablar y escuchar disfrutando de ello con toda la atención, la intención y sin emitir juicios. Disfrutaron de esta experiencia dentro de un clima de respeto hacia su persona, hacia todo aquello que tenían que decir.
La dinámica estaba marcada por los tiempos. Mientras una parte de la clase iba a la emisora, el resto se quedaba pegado a la radio para escuchar a sus compañeros en directo. Cada semana era una fiesta el escucharse por la radio.

Actualmente es fácil realizar grabaciones, e incluso existen programas por internet que permiten crear tu propia emisora y que se puede escuchar en cualquier lugar del mundo, algunas de ellas dentro de las siguientes páginas:

www.shoutcast.com
www.radionomy.com
www.spreaker.com
www.emitironline.com

En definitiva, vamos aprendiendo de cada experiencia que se nos presenta en el camino y, sobre todo, que los proyectos que se llevan a cabo es fundamental realizarlos en equipo. Ello contribuirá a su enriquecimiento. Las ganas de realizar actividades que saquen a niños y niñas de la monotonía de la rutina, que rompan, que les sorprenda para que vivan experiencias que les hagan llegar a lo más alto, todo ello será la fuerza que nos impulse a realizar nuestro trabajo con verdadero entusiasmo y dedicación.
Como dijo Paulo Coelho: «Hay en el mundo un lenguaje que todos comprenden: es el lenguaje del entusiasmo, de las cosas hechas con amor y con voluntad, en busca de aquello que se desea o en lo que se cree», y desde el principio toda la comunidad escolar creímos en el programa Estamos en la onda.

Susana de Iscar Martínez. Maestra de Educación Infantil, CEIP L’Ablanu-Piloña, Asturias. susanadm@educastur.org

Bibliografía
Ituero, Beatriz: «El lenguaje y la comunicación está entre nosotros», Infancia, núm. 170. 2018.
https://www.facebook.com/radiocangasfm/
http://radiocangas.blogspot.com/

 

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