Con la publicación del Plan para la transición hacia una nueva normalidad, el 28 de abril de 2020, se necesita establecer un marco de acción preciso y directo para actuar con rigor, conciencia y siendo fieles a las directrices configuradas por los propios expertos en los ámbitos de la salud y la educación. Por lo tanto, y dada la casuística actual, pensamos que es una grave irresponsabilidad que las familias con niños y niñas en la etapa 0-6 tengan la opción de poder acudir a las escuelas de educación infantil.
Expongamos por qué esta decisión afecta al niño desde distintas vertientes:
La salud de niños y maestros: no teniendo el foco de infección controlado y no habiendo efectuado tests masivos al conjunto de la ciudadanía, implicará recaer en la arbitrariedad del virus. Sin medidas preventivas la posibilidad de rebrote del Covid-19 es muy alta, con elevadas posibilidades de contagio interfamiliar, tanto en los hogares de los niños y niñas como en los de las maestras. Estamos en un estado de emergencia que no ha finalizado.
La higiene de las escuelas: en estos momentos convulsos, se han elaborado recomendaciones en el marco de acción de los trabajadores en general. Ahora bien, en ningún caso se ha desarrollado un documento donde se mencionen las propuestas higienicosanitarias que debemos tener en cuenta para tratar a la población infantil dentro de las comunidades educativas.
La economía de las familias: no queremos agrandar todavía más la brecha social que provocará esta crisis global, de manera que queremos volver a la escuela de forma igualitaria y en las mismas condiciones para todo el mundo. Es un grave error optar solo por una parte de la población y, a la vez, no tener en cuenta a las familias más vulnerables, que no podrían justificar la entrada de sus hijos a la escuela por no trabajar uno o los dos progenitores, o las familias que teletrabajando no necesitan desplazamiento. No se puede hablar de conciliación familiar, sino que, si lo es, es laboral.
El ámbito educativo y pedagógico: la educación infantil es una etapa educativa con una base pedagógica pensada y repensada para que el niño pueda experimentar y avanzar en procesos de aprendizaje de calidad. Nos negamos a concebir el ente educativo en formato de guardería, puesto que esta no es la función del colectivo de maestros.
El ámbito afectivo y emocional: el hecho de guardar una distancia de un metro y medio entre niños y educadores imposibilitará nuestra tarea educadora (acompañar los procesos educacionales de los niños y niñas, interactuar con afecto, cambiar pañales, acompañar las emociones de los niños, entre otros factores en los que interviene el contacto humano que evoca la calidez).
El derecho del niño a la seguridad: el niño ha de estar y vivir en un entorno seguro. La escuela pasa de ser el espacio de seguridad y confianza a un lugar donde puede haber contagio y que no ofrece garantías de estar sano.
En definitiva, creemos que el hecho de volver a la escuela en la Fase 2, y solo la etapa de educación infantil, es un grave error, puesto que se impulsan las desigualdades sanitarias, higiénicas, sociales y económicas entre las diferentes etapas educativas que rigen el sistema de educación formal de nuestro país. Y nosotros, los profesionales de la educación infantil, tenemos la convicción de que QUEREMOS VOLVER, pero siendo conscientes que necesitamos protocolos de actuación y medidas muy fundamentadas en un documento sólido y muy analizado, que haga referencia a los principios de la fase de desconfinamiento gradual de los sectores educativos.
Es por eso que pedimos que las administraciones consideren y den especial relevancia a los aspectos siguientes: la seguridad, las precauciones, las garantías de salud y de higiene, los riesgos laborales, la elaboración de un plan de reencuentro y de acción educativa y, por último, un plan de acción para hacer frente a las futuras desigualdades de la crisis actual.
Revistas In-fan-cia y Associació de Mestres Rosa Sensat
