En Euskadi la educación infantil como etapa perdió su unidad hace más de una década. La etapa de Educación Infantil quedó fracturada a partir de la creación por parte del Gobierno Vasco en 2003 del consorcio Haurreskolak, cuyo proyecto oferta atención educativa a niños y niñas de entre 0 y 2 años.
Haurreskolak es una entidad pública que depende del Departamento de Educación y de los ayuntamientos vascos consorciados, y, según los datos del curso 2015-2016, gestiona 232 escuelas infantiles repartidas en 177 municipios. Dichos ayuntamientos se comprometen a aportar unas instalaciones que cumplan con los requisitos legales vigentes así como al mantenimiento, limpieza y cuidado de las mismas. Haurreskolak oferta un proyecto educativo integral, preventivo y compensatorio para ser desarrollado en colaboración con las familias de las niñas y los niños. El tiempo de atención a las criaturas varía entre dos opciones, dependiendo de la elección: hasta un máximo de cinco horas o hasta un máximo de ocho. En la medida de lo posible, y dependiendo de los recursos de los que se dispone para cada curso en función de los datos de matriculación, se escoge la opción de tener dos educadoras por grupo, pero no constituye en sí misma una decisión educativa con respaldo legal. Los maestros disponen de 45 minutos diarios para las actividades complementarias y de 100 horas por curso destinadas a formación, de las cuales 50 las decide cada profesional y las otras 50 las organiza el consorcio con entidades especializadas en temas educativos o con propuestas del equipo interno de formación.
Este modelo cohabita, en el caso de Vitoria-Gasteiz, con las escuelas infantiles municipales, centros educativos de larga trayectoria y con un fuerte compromiso con una educación infantil de calidad que tienen como eje el desarrollo integral infantil y atienden a niñas y niños de 0 a 3 años, es decir, el primer ciclo de la etapa, tal y como recoge el Decreto 237/2015, de 22 de diciembre, por el que se establece el currículo de Educación Infantil. A raíz de la creación del consorcio Haurreskolak, estas escuelas sufrieron una disminución del número de centros de 15 a los 5 que se mantienen abiertos en este momento. Una de sus características más relevantes es la decisión de que, en cada una de las clases, haya dos profesionales que realizan su labor como «pareja educativa», ofreciendo de esta manera una intervención más personalizada y ajustada a cada una de las criaturas. Estos centros elaboran la comida para las niñas y los niños en cocinas propias (tres de los centros disponen de ellas y reparten a los dos que no tienen). El tiempo de atención diaria a niños y niñas es de seis horas, más una hora de actividades complementarias –preparación de las propuestas educativas, coordinación, evaluación, atención a las familias, claustros, formalización de expedientes…–. Además de la ratio establecida por el decreto, disponen de dos personas de refuerzo para atender las diversas necesidades de niñas y niños. Complementan su dedicación laboral con 15 días dedicados a su formación profesional y a la organización escolar.
Para completar la oferta pública, en todos los ceip –centros educativos de Educación Infantil y Primaria– de nuestra comunidad autónoma, en las dependencias que acogen a los niños y las niñas del segundo ciclo de Educación Infantil, se encuentran los llamados «grupos de 2 años». A pesar del esfuerzo de los maestros por adaptarse a las características y necesidades de las niñas y los niños de esta edad, ni los edificios, ni la cantidad de usuarios de los mismos, ni la organización espaciotemporal, de marcado carácter académico facilitan ofrecer a estos niños y niñas la educación de calidad que como ciudadanos y ciudadanas con derechos individuales les corresponde.
La oferta privada mantiene la unidad de la etapa. Su ubicación varía desde edificaciones específicas a espacios compartidos con las mismas instalaciones escolares que acogen tanto la Educación Infantil como la Primaria y Secundaria Obligatoria, y se regula por el decreto anteriormente citado (Decreto 237/2015).
Nunca es tarde para rectificar, para replantearse decisiones, para mejorar, tanto más teniendo en cuenta que la destinataria de dicha mejora será la infancia, nuestra infancia, nuestro futuro.
«No hay causa que merezca más alta prioridad que la protección y el desarrollo del niño, de quien dependen la supervivencia, la estabilidad y el progreso de todas las naciones y, de hecho, de la civilización humana.»
Plan de Acción de la Cumbre Mundial a favor de la Infancia, 30 de septiembre de 1990.
Consejo de redacción de infancia de Euskadi