Cultura y expresión. ¿A quién es necesario vacunar?

No tener en cuenta a todo el mundo, no priorizar los débiles antes que los fuertes, nos llevará a resultados complicados. Y las ansias de negocio de las industrias farmacéuticas provocarán que gran parte de la población mundial, la más débil, no esté vacunada antes de cuatro años. ¿Podemos vivir con estos hechos sin sublevarse?

Cuando hablamos de la comunidad escolar, cuántas veces
contemplamos la participación del personal de limpieza? | Pol Rius

Casi todos los países están en pleno proceso de vacunación en todo el mundo que quiera ponerse la inyección para prevenir el contagio de la Covid. Unos países, los ricos, más que otros, los pobres. Y, al mismo tiempo, contemplamos unas discusiones un poco oscuras sobre el calendario. Desde los gobiernos europeos se dice que a finales de verano habrá un 70% de la población vacunada con alguna de las marcas registradas por los laboratorios hasta ahora. Pero difícilmente se podrá cumplir este plazo.

En nuestro país hay un cierto desbarajuste en la organización de la campaña, y ha aparecido la picaresca

de vacunar personas a las que no toca según el orden de prioridades establecido. O sea, lo de saltarse la cola, porque yo soy más importante y porque tengo el poder de conseguirlo.

No podemos dejar de denunciar esta práctica inicua que, por desgracia, no se limita a las vacunaciones y que desgraciadamente no nos sorprende demasiado. Algunos políticos corruptos, altos mandos militares, cargos de la iglesia católica, funcionarios con cargos directivos, personas con dinero…, aprovechándose de su situación de poder, están pasando por delante de otras personas que necesitan antes la vacunación para inmunizarse, dado el riesgo que viven cada día por su trabajo o por su salud. Un riesgo que puede ser mortal.

Quería reflexionar sobre el último apunte. ¿Qué personas deberían ser las primeras en ser vacunadas? ¿Qué criterio es el más equitativo? ¿La edad, la salud, la clase social, la vivienda que ocupa…? ¿Personal de limpieza, familias que viven en barrios con alta densidad, en viviendas sin suficientes condiciones…?

Se debería haber vacunado primero al que está en contacto diario con la pandemia: personal de limpieza de residencias y centros hospitalarios, de enfermería y médico en este orden. Probablemente las señoras de la limpieza viven en condiciones menos saludables que los médicos después de sus jornadas laborales. Quizás valoramos más la llamada responsabilidad. ¿Quién tiene más: la que limpia o el médico que decide el tratamiento del enfermo? Nuestra sociedad piensa mayoritariamente que el médico.

¿Estamos seguros? En el mundo de la enseñanza tampoco escapamos de esta valoración: Cuando hablamos de la comunidad escolar, ¿cuántas veces contemplamos la participación del personal de limpieza?

¿Cómo y, sobre todo, cuándo llegaremos a inmunizarnos todos y todas? Es importante el orden de prioridades que se establezca. Se llegará tarde a las personas marginadas, las que malviven, por su invisibilidad. Por lo tanto, será más lento el proceso de salvaguarda de la salud de todos. Y lo mismo podemos decir a nivel global del planeta. Quizá a finales de este año, en los países ricos, los del llamado primer mundo, tendremos unos porcentajes de vacunación altos. ¿Y el resto? Mientras la mayor parte de la humanidad esté sin vacunar la inmunidad será muy relativa. Hoy las relaciones a nivel mundial son globales, múltiples, rápidas…

No tener en cuenta todo el mundo, no tener en cuenta todas las necesidades, no priorizar los débiles antes que los fuertes nos llevará a resultados complicados. A pesar de la pandemia la inmigración no parará, las situaciones de hambre no disminuirán, más bien aumentarán. En el mar seguirán muriendo personas ahogadas, personas con ilusión para vivir porque en su tierra les era difícil. Quizás aumentarán las actuales tasas de riesgo de pobreza o exclusión social, que ya son del 18% de la población autóctona y de un 54% de las personas migradas.

Pocas veces se tienen en cuenta las necesidades provenientes de las situaciones sociales. La pobreza no gusta verla ni tenerla en cuenta. Quizá mientras nos queremos inmunizar de la Covid nos estaremos inmunizando ante la miseria. Lo hemos constatado tras el incendio en la nave en Badalona y de la persistencia de los cortes de electricidad en varios suburbios de Madrid y Catalunya. Muchas personas continuarán viniendo a Europa porque hay guerras, pasan hambre, el calentamiento global está cambiando las condiciones de vida de bastantes territorios. También tienen derecho a ser vacunadas, a ser inmunizadas como queremos estarlo nosotros. Otro aspecto de los comportamientos racistas: primero nosotros, después ellos. ¿Estaremos de nuevo olvidándonos de atender primero a quien más lo necesita? No han salido de sus países para morir, ni para contagiarse, ni para contagiar a nadie.

En este contexto de miserias las industrias farmacéuticas, a pesar de estar subvencionadas con dinero público en sus investigaciones, hacen negocio con la salud de todos. Incumplen compromisos porque otros Estados pagan más o más bien. Si Canadá, por ejemplo, adquiere vacunas para inmunizar tres veces su población y otros países acaparan más de las que necesitan… Es lógico que algunos Estados europeos se queden cortos y al llamado tercer mundo tarden mucho en llegarles las dosis que precisan. La enorme desigualdad, que sigue aumentando, y las ansias de negocio de las industrias farmacéuticas provocarán que gran parte de la población mundial, la más débil, no esté vacunada antes de cuatro años. ¿Podemos vivir con estos hechos sin sublevarnos?

Podríamos reflexionar de manera paralela sobre cómo se atiende al alumnado en los centros escolares. ¿Priorizamos las necesidades según capacidades, aspectos emocionales, condiciones sociales y familiares, conocimiento del país…?

Es importante ser lo suficientemente flexibles para adaptar la escolarización a las necesidades de cada criatura o adolescente, pero evitando que la adaptación sea segregadora. Hay que reclamar los recursos que nos hacen falta pero no podemos perjudicar al alumnado con problemas de comportamiento o con dificultades de aprendizaje. La administración educativa acepta prácticas segregadoras y las familias implicadas no saben o no se atreven a quejarse. Como siempre, quien tiene el poder tiene la responsabilidad. El Departamento de Educación es el primer responsable, pero maestros y profesorado no deberíamos ser cómplices de malas praxis. Aunque las dosis de vacunación lleguen poco a poco, a pesar de que la organización sea un desbarajuste y los recursos para vacunar todos insuficientes, no se puede permitir la picaresca que hemos descrito al inicio del artículo. Apliquemoslo a la escuela, en nuestra práctica docente para suplir, mientras continuamos exigiendo con fuerza los recursos, las carencias que sufrimos.

Y a nivel global, siguiendo con la analogía de las vacunaciones, encontramos las segregaciones provocadas por las desigualdades entre pública y concertada que las administraciones y el sistema social amparan; e incluso los jueces validan. ¿Están (estamos) en la línea de ayudar más a quien más lo necesita, en la parte más débil del alumnado?

Para terminar: Las personas que intentamos educar debemos procurar que se aprendan no sólo conocimientos sino también a actuar para poder convivir. Que no hiciéramos más el papel del fotógrafo que nos dice el poema El buitre de Ramón Bascuñana, sobre la conocida fotografía de Kevin Carter.

 

La foto de Kevin Carter ganadora de un Pullitzer

Hay que saber leer
los símbolos:
el niño simboliza
el problema del hambre,
se llamaba Kong Nyong
y murió de fiebre
unos años después;
el buitre es el capitalismo
y el fotógrafo
somos todos nosotros:
los indiferentes,
los que miran,
pero nunca hacen nada.

Joan M. Girona, Maestro y psicopedagogo
Este artículo ha sido publicado en “Catalunya Plural” (diario de derechos y pensamiento crítico) el 5 febrero 2021.

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