Dada la importancia de esta temática y la cantidad de producciones referidas a la misma decidimos que este nuevo número continúe recogiendo aprendizajes y desafíos relacionados con las infancias y la pandemia. La Editorial del número anterior se extiende bastante, por lo que en ésta tomaremos algunas ideas fuerza que permita contextualizar los contenidos de esta revista.
La desigualdad preexistente al COVID 19 encontró una América Latina impactada por más de cuarenta años de implementación de políticas del modelo neoliberal. Modelo que ha privilegiado a las corporaciones empresariales, principalmente las vinculadas a la especulación financiera, lo que explica que nuestro continente sea el más desigual del planeta, donde la brecha entre ricos y pobres no ha cesado de crecer. La pandemia con sus consecuencias de parálisis forzosa de la economía vino a instalarse sobre esta crisis preexistente. Es así que la concentración de la riqueza contrasta de modo traumático con la ampliación de la pobreza a centenares de millones de latinoamericanas/os y especialmente a niñas y niños.
“La concentración de la riqueza contrasta de modo traumático con la ampliación de la pobreza”
En nuestros países, como en otros lugares, las comunidades viven momentos de mucha complejidad y dificultades: la falta de acceso a la salud y la educación, la pérdida del trabajo, el confinamiento, la escasez de alimentos, el hacinamiento de muchas familias en espacios reducidos, la falta de acceso a recursos básicos, la intensificación en el trabajo de las mujeres en las prácticas de cuidado, entre otras, ha puesto con mayor evidencia la profunda desigualdad al interior de cada una de nuestras sociedades.
Algunos grupos sociales, tales como comunidades originarias, migrantes y familias en situaciones de calle, se han visto particularmente perjudicadas tanto en su dignidad como en las condiciones de vida cotidiana. Esto sin duda se agrava en aquellos países donde no se han diseñado políticas integrales de cuidado para la población en general y para las primeras infancias y sus familias en particular.
La atención y educación de la primera infancia se ha visto perjudicada de manera preocupante y desproporcionada, ampliando la brecha entre las normas y declaraciones que garantizan sus derechos y su efectivo ejercicio.
La profundización de las desigualdades entre los contextos urbanos y rurales ha sido más evidente con el cierre de las escuelas, pero también ha dejado a la luz las concepciones de infancia en donde priman el niño y la niña sin voz. Es también allí donde se pone de manifiesto una deuda con las niñeces, en tanto se piensa y actúa adulta.
“La profundización de las desigualdades entre los contextos urbanos y rurales ha sido más evidente con el cierre de las escuelas”
La educación y atención integral de las infancias es una práctica social, centrada en la interacción humana, cargada de símbolos, saberes, gestos, afectos y ritos, una práctica colmada de narrativas. La pandemia ha privado a niños y niñas de ciertos rituales compartidos, que los inscribe en un espacio y encuentro común con otros y otras, y los aloja en la posibilidad de una igualdad primera. También ha enfrentado a muchas educadoras y educadores de nuestras instituciones públicas, en diversos territorios, al desafío de pensar y diseñar otros modos posibles de resguardar las experiencias de las niñeces, con participación de las familias y las comunidades.
Es urgente y necesaria la recuperación de la dimensión política, pedagógica, social y de derecho, de la centralidad de la educación infantil en el contexto actual en nuestra Latinoamérica: partir de las experiencias de vida de nuestros y nuestras bebés, niñas y niños, de sus crianzas, familias y espacios habitacionales; estando presentes, escuchando, cuidando sus tiempos de infancia, desplegando posibilidades de acceso a múltiples ofrecimientos de las culturas y diseñando modos diversos de llegada a los territorios, sin dejar de reconocer los desiguales puntos de partida.
La escuela, los centros infantiles y los espacios públicos son muy importantes para los niños y niñas y deben ser recuperados lo antes posible, así como las tradiciones pedagógicas, las conquistas de los educadores y educadoras y las creaciones culturales, de manera de devolver a la educación infantil, sin distinción alguna, el derecho a una educación con igualdad de oportunidades y con garantías como ciudadanos y ciudadanas.
“La escuela, los centros infantiles y los espacios públicos son muy importantes para los niños y niñas y deben ser recuperados lo antes posible”
Los gobiernos deben centrar su mirada en la creación de una política pública para la infancia, robusta y articulada, concebida integralmente desde la consideración del niño y la niña como sujeto de derechos, que articule diversas miradas, salud, educación, desarrollo social, equidad de género y trabajo, entre otras, de tal manera que sea garante de sus derechos.
Niñas y niños de toda nuestra tierra latinoamericana precisan ser reconocidos, en tanto sujetos, en sus voces, presencias, pensamientos y derechos, como partícipes indispensables para la construcción de otra humanidad.
“Niñas y niños de toda nuestra tierra latinoamericana precisan ser reconocidos, en tanto sujetos, en sus voces, presencias, pensamientos y derechos”
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