La sociedad en la que vivimos no reconoce, todavía, la importancia de los primeros años de vida en el desarrollo personal y social de las personas, pero las educadoras de la Escuela Infantil Urmendi tenemos claro que es en estos primeros años en los que se construyen y desarrollan tanto las habilidades como los valores básicos de socialización y los diferentes conocimientos.
Niños y niñas son esponjas que se empapan de todos los estímulos de su entorno, con una agudeza sensorial que los hace grandes, y las educadoras y los educadores somos el acompañamiento en todo este viaje. Somos sus acompañantes y su ejemplo. ¿Y cuál es el ejemplo que les queremos dar? ¿Qué tipo de educación queremos ofrecerles?
Para dar respuesta a estas preguntas, las educadoras y educadores de Urmendi hemos decidido sumergirnos en una formación feminista, poniendo en marcha una profunda reflexión colectiva. Queremos tomar un espacio en este artículo para dar las gracias tanto a Eider Goiburu, por guiarnos y caminar junto a nosotras en esta reflexión feminista, como a la técnica de Igualdad del Ayuntamiento de Oiartzun, ya que es importante poner en valor la apuesta de las instituciones públicas, en este caso el ayuntamiento de Oiartzun, por fomentar y ofrecer este tipo de espacios. Los tiempos han cambiado, la sociedad sigue cambiando, y en esta transformación el feminismo ha llegado con mucha fuerza mostrándonos todo un abanico de desafíos. Nos habla de la necesidad de colocar las vidas en el centro de nuestros sistemas, unas vidas dignas y libres de ser vividas, basadas en la igualdad entre los hombres y las mujeres. El feminismo nos dibuja un futuro donde las vidas de las personas tengan un lugar primordial, se cuiden entre ellas y hagan desaparecer las desigualdades y violencias que se ejercen en el sistema de hoy. Y es ante esta oportunidad que nos abre el feminismo, que las personas adultas tenemos la responsabilidad de construir y ofrecer la educación que merecen y necesitan nuestras niñas y nuestros niños. En los últimos años el feminismo nos ha hecho reflexionar mucho, ha puesto en jaque muchos de los esquemas que teníamos interiorizados, nos ha hecho un clic en la cabeza. Nos ha abierto la esperanza de ver que un mundo diferente es posible, un mundo sin violencia, libre, donde cada cual pueda ser y sentir aquello que desee, un mundo para poderlo vivir en libertad y respeto.
Como hemos visto, las cosas han cambiado, pero, ¿tanto como para poder educar en libertad a las personas? La violencia machista estructural que nos rodea responde cada día a esta pregunta. Esta violencia arraiga en lo más profundo de todas nuestras esferas de la vida, tiene una protección social muy fuerte y bien pensada. Toda persona, relación, trabajo, pensamiento o mirada está atravesada por una ideología machista muy intencionada y cruelmente construida sobre el silencio y el ocultamiento. Por ello, diríamos que las cosas han cambiado en la piel, en la superficie más fina, pero no ha sido fácil ser conscientes de ello. En nuestro caso, en el de las trabajadoras y trabajadores de Urmendi, este clic nos ha llegado mientras realizábamos esta formación feminista. Hemos dado un salto desde la razón a las entrañas, desde los conceptos a la realidad del día a día, y aquí está la clave. Actuamos desde las entrañas, llevamos en la piel lo aprendido, somos cuerpos que reproducen lo enseñado. Por ello, el mero hecho de ser conscientes y comenzar cambios en el pensamiento no hace cambiar nuestras conductas, nuestras costumbres o formas de ser. El proceso es más largo y complicado. Un ejemplo propuesto en la formación fue el que nos llevó a esta realidad: desde nuestra posición de madres, padres o tutoras, si nuestro hijo de diez años quiere salir a la calle y a la escuela con un vestido, además de respetarlo, ¿lo acompañaríamos en este proceso? ¿El hecho de tener que protegerlo haría que le dejáramos utilizarlo únicamente en casa sin exponerse en la calle? Los padres, ¿tomaríais la decisión de salir a la calle con un vestido junto a vuestro hijo? ¿Tenemos las entrañas preparadas para afrontar todas las barreras, etiquetas, burlas y violencia que la sociedad le pondrá en el camino? ¿O solamente hemos cambiado las ideas, el pensamiento sobre este tema? Preguntas, otra vez preguntas. Preguntas que nos ponen en jaque, que nos remueven las tripas.
Si la identidad viene de nacimiento y se completa con los estímulos y ejemplos que nos da el entorno, es aquí donde las educadoras y educadores, las familias y toda la sociedad en general tiene una oportunidad única para cambiar las cosas. No podemos limitar la identidad de niñas y niños a los roles de género antagónicos fomentados durante largos años: hombres fuertes, deportistas, mandatarios, sin emociones y frívolos, y mujeres delicadas, limpias, cuidadosas, controladas por sus emociones y obedientes. Tenemos diferentes ropas, juguetes y expectativas sobre las personas si tenemos una niña o un niño delante. Nuestra forma de verlas y de actuar ante ellas es diferente según sus genitales. Y, otra vez, preguntas: ¿quién decide que el ejemplo de mujer es la delicadeza, la belleza y la obediencia? ¿Quién decide que los hombres son fuertes, fríos y agresivos? ¿Por qué no abrir el abanico y romper estas dicotomías? Más que mujeres y hombres, ¿por qué no comenzamos a ver personas?
Necesitamos herramientas, tenemos que poner en duda nuestras conductas y nuestra manera de educar, tenemos que ofrecerles nuevas experiencias a las niñas y los niños, tenemos que poner patas arriba lo conocido hasta ahora. Es hora de pasar del pensamiento a las entrañas. Necesitamos este cambio para nosotros, para mejorar el mundo adulto, pero, sobre todo, necesitamos este cambio para poder ofrecer un desarrollo y una educación basados en la libertad. Una libertad para ser, para sentir, para querer y para relacionarse. Por ello, educadoras y educadores de la Escuela Infantil Urmendi hemos tomado la decisión de recibir esta formación feminista y seguir trabajando en este camino que se nos ha abierto. De poner en cuestión la forma de hablar y las actitudes que tenemos en el día a día y poder dar grandes cambios en estas pequeñas cosas. Seguiremos reflexionando y trabajando desde nuestras entrañas para poder ofrecer una educación basada en el respeto y la libertad que nos muestra el feminismo. Tenemos como objetivo educar personas y, desde la identidad, orientación sexual, deseo, necesidad y gustos de cada persona, poder construir una comunidad digna de ser vivida, saludable, feliz y libre de violencia machista.
Eli Etxabeguren
educadora en la Escuela Infantil Urmendi (OiartzungoUdal Ikastola Partzuergoa) de Oiartzun, Gipuzkoa.
Udane Ansa Iragorri. Ilustradora.