Grupo de niñas y niños de 2-3 años
“Para escribir este artículo he recuperado algunos apuntes de varias conversaciones y las reflexiones que sobre este tema tuvimos con la maestra de maestras Irene Balaguer1 siempre a partir de los “derechos del niño”.
La Convención de los Derechos del Niño, fue aprobada en la ONU el 20 noviembre 1989. Muchos de los grandes pedagogos que trabajaron con niñas y niños, en una situación de vida colectiva fueron precursores de los derechos de la infancia. Montessori, Pestalozzi, Fröebel, Decroly, Freinet, Ferrier y muchos otros que podríamos citar. Para todos ellos los niños y niñas fueron percibidos como personas con gran capacidad para desarrollarse de manera autónoma, a partir de su propia actividad.
Fue el pedagogo polaco JanuszKorczak (1878-1942), quien redactó unos primeros derechos de la infancia:
- Derecho al amor y al respeto.
- Derecho a vivir el presente.
- Derecho a ser uno/a misma.
- Derecho al error.
- Derecho a ser considerado con seriedad, a ser valorado.
- Derecho a desear, pedir y reclamar.
- Derecho a tener secretos.
- Derecho a protestar contra la injusticia.
- Derecho a que le respeten su tristeza.
- Derecho a tener las mejores condiciones para crecer y desarrollarse.
- La infancia tiene derecho a la educación…
Este es parte del listado de derechos que escribió Korczak, en forma de carta, junto a las niñas y niños del orfanato, antes de morir en la cámara de gas de un centro de exterminio nazi.
Después de la segunda guerra mundial hubo una sensibilidad internacional para evitar que tanta barbarie pudiese producirse de nuevo y para ello se inició la redacción de los Derechos Humanos y más tarde de los Derechos del Niño.
Los Derechos Humanos fueron aprobados en 1948 y la Convención de los Derechos del Niño se aprobó en 1989, con algo más de 40 años de diferencia.
La Convención Internacional de los Derechos del Niño, está ratificada por casi todos los países del mundo. Con tanta unanimidad, cabe pensar que la infancia y sus derechos están ampliamente reconocidos y respetados, pero sabemos que la realidad tanto en la vida social, familiar y política es muy distinta a lo que debería ser, es una perversión.
Normalmente los niños y niñas, así como muchas familias, desconocen estos derechos. Es en este punto en que los profesionales de la educación tenemos un papel fundamental, con el conocimiento, con la práctica y con la denuncia de la no aplicación de la Convención y asumiendo el rol de los grandes defensores de los derechos de la infancia.
Se abre una nueva concepción de la infancia a partir de la Convención. Las ideas de la “Escuela Nueva” y activa, están reflejadas en la Convención, lo que durante siglos ha sido una concepción minoritaria, hoy es un deber que debe cumplir toda persona adulta.
La convención da voz a la infancia. Los niños y niñas tienen derechos sociales que los gobiernos deben garantizar y derechos civiles que todas las personas adultas que nos relacionamos con ellos debemos respetar.
Niños y niñas de 2-3 años
Vemos que, en los elementos más relevantes de las pedagogías o filosofías de la educación, que más directamente nos han influido o en la que nos hemos inspirado, no se encuentra ningún currículo. Además de los ya citados podemos añadir a Emili Pikler (Loczy), Loris Malaguzzi, P. Merieau…
Los currículos son muy distintos en función de cada país y sus pretensiones. Estas diferencias no son banales, quizás podríamos preguntarnos a qué responden, tanto en la concepción de la infancia, de las maestras, como de la escuela infantil.
Es interesante observar cómo en algunos países que disponen de amplios currículos, estos son prescriptivos, van acompañados de evaluaciones y los maestros tienen un margen muy pequeño de creación. Por el contrario, aquellos currículos que son muy breves permiten una gran libertad a la escuela y a las maestras, en las que se ha depositado su confianza.
Cada país es distinto y la opción en relación al currículo está íntimamente vinculada a su historia, a su concepto de educación infantil y a la idea de infancia.
¿Son los currículos respetuosos con los derechos de la infancia?
Todas las niñas y niños tienen derecho a vivir su infancia en plenitud, pero en todas partes la infancia es presionada a crecer, forzada a madurar cada vez más tempranamente, sin respetar sus ritmos, sus tiempos.
¿Se les prepara para el futuro o se vive el presente, el aquí y el ahora?
Las niñas y niños tienen derecho a que los profesionales de la educación respeten el crecimiento individual de cada uno, ya que son únicos y tienen sus ritmos de vivencias y aprendizajes. Tienen derecho a no ser etiquetados para que puedan crear una buena imagen de sí mismos y necesitan que todos los adultos y especialmente las/los profesionales de la educación, defiendan sus derechos. P. Meirieu en ocasión del 20 aniversario de la Convención Internacional de los derechos del niño, nos plantea una pregunta que como profesionales de la educación debemos hacernos:
¿Qué niños y niñas dejaremos al mundo?” “Es una cuestión absolutamente importante y esencial. ¿Le dejaremos al mundo unos niños y niñas capaces de pensar y reflexionar, o unos niños y niñas totalmente manipulados por una sociedad de consumo que hará con ellos lo que quiera? Esta cuestión está en el centro de nuestros interrogantes actuales, está en el corazón de la Convención Internacional sobre los derechos de la infancia y es la razón por la cual esta convención es hoy especialmente de actualidad.”
Derechos de la infancia y currículo: ¿Una dicotomía?
Siempre queda la duda, que es lo que nos hace pensar, debatir, aprender para avanzar en nuestro trabajo con las infancias. La duda nos permite estar abiertos a lo inesperado, a lo nuevo, a aquello que acontece en la vida cotidiana de forma imprevista, extraordinaria, que nos permite reflexionar, replantear nuestro trabajo como educadoras. La duda, acompaña a formularnos nuevas preguntas, a investigar sobre nuestra práctica y sobre las teorías en que se sustentan, así como a nuestra capacidad de reflexionar con espíritu crítico. La teoría y la práctica se nutren mutuamente.
La pandemia con todo lo que nos ha alterado, ha manifestado más claramente la necesidad de currículos abiertos, que sean la base mínima común para toda la infancia de un país, pero que no sean directivos en contenidos. Las escuelas, los profesionales de la educación, deben tener la libertad y la confianza para poder adaptarse a su realidad social, a la vida cotidiana de su comunidad y a situaciones imprevistas, como o parecidas a la que vivimos actualmente.
La pandemia ha evidenciado el aumento de las desigualdades sociales, de la brecha tecnológica y la gran pobreza en que están inmersas muchas infancias. Nos hace evidente la necesidad de crear espacios y tiempos para reflexionar sobre los derechos de la infancia, sobre nuestro papel como profesionales de la educación y sobre el papel que tiene la escuela en nuestra sociedad. Sobre qué necesitan las niñas y niños para vivir en una sociedad en constante transformación y poder ejercer sus derechos. Sobre cómo las y los profesionales de la educación ejercemos nuestro compromiso ético con las infancias, con sus derechos y con la sociedad. Sobre cómo dar voz a las infancias y cómo construimos cultura de la infancia desde la escuela, desde nuestra comunidad, desde nuestra realidad social.
La pandemia nos ha puesto a prueba el vivir la escuela desde la distancia y ha puesto de manifiesto la importancia de la relación presencial, del aprendizaje entre iguales, del papel del adulto, de que no aprendemos solos, de que lo hacemos en contextos sociales.
La pandemia revela de nuevo el juego como eje central de aprendizaje natural de la infancia. También ha dado relevancia al espacio exterior, como espacio con intencionalidad educativa que nos ofrece múltiples posibilidades que no existen en el interior; así como también, a recuperar la escuela saludable, al aire libre. Este último tema había sido de gran importancia hace aproximadamente un siglo y prácticamente lo habíamos olvidado; la escuela va mucho más allá de sus muros.
Poner énfasis en la libertad y autonomía de los niños y niñas, en la dignidad de la infancia y su valor, no implica un único tipo de sistema didáctico, sino a todo un conjunto de principios que muchas veces se contraponen a la escuela actual.
El saber de nuestra profesión, la formación, la reflexión entre profesionales, nos ayuda a poder adquirir estos principios y valores compartidos, que a su vez dará coherencia a nuestra acción educativa en la escuela.
Agradezco a Irene Balaguer, nuestros encuentros pedagógicos y el aprendizaje que representaron para mí.
Rosa Ferrer Braut
Maestra de Educación Infantil y coordinadora de la revista Infancia Latinoamericana.
Bibliografía
Declaración Universal de los Derechos Humanos. ONU. 1948.
La Convención de los Derechos del Niño. ONU. 1989.
J. Korczak. Cómo hay que amar a un niño. Madrid. 1976.
C. Rinaldi. En diálogo con Reggio Emilia. 2021.
P. Meirieu. El Maestro y los Derechos del niño ¿la historia de un malentendido? Associació de Mestres Rosa Sensat. 2004.
P. Meirieu. Referentes por un mundo sin referentes. Rosa Sensat. 2018.
Nota:
1. Irene Balaguer (1948 -2018) Maestra, presidenta de la Asociación de Maestros Rosa Sensat desde 2006 hasta 2015.
Creadora de la Revista Infancia. (ver revista Infancia Latinoamericana Nº 28 en WEB o en PDF )