La discusión sobre las ciudades y las infancias tiene larga data. No es una novedad hablar sobre el derecho de los niños y niñas a transitar una ciudad que los incluya en los diseños de los espacios públicos. Sin embargo, esta discusión se reedita cada vez que volvemos a ver espacios públicos diseñados de manera hegemónica adultocéntrica -que se agiorna en los materiales utilizados en la fabricación de juegos infantiles pero que aún así se construyen en serie-. Incluso, estos espacios parecen terminar erigiéndose bajo una lógica de brindar más seguridad y comodidad a los adultos para el juego infantil que para los niños en sí mismo.
Si bien las buenas intenciones adultas se manifiestan visiblemente a la hora de pensar nuevos y más adecuados espacios para los ciudadanos más pequeños, aún sigue siendo un gran desafío pensar el diseño de ciudad contemplando la diversidad del mundo infantil y los intereses adultos y gubernamentales.
La consecuencia de ello se materializa en aquellos espacios que se diseñan y construyen como espacios modelo pero que se quedan en experiencias aisladas, en determinados puntos de la ciudad. Esto acarrea la imposibilidad de garantizar el derecho de todos los niños y niñas de diferentes regiones y comunidades a transitar sus barrios a partir de sus necesidades y opiniones y, por lo tanto, a acceder cotidianamente a espacios seguros para todos, incluyendo a los adultos.
La pandemia mundial por la Covid-19 trajo consigo consecuencias claramente visibles en la vida de todas las personas, en general, y el desarrollo de niños y niñas pequeños, en particular. Entre ellas, la evidencia irrefutable de la importancia que cobraron los espacios públicos para el ejercicio del derecho al juego, al ocio, al esparcimiento, a la interacción, la participación y la socialización de las infancias (Naciones Unidas, Comité de los derechos del niño, 2013; Lester y Russell, 2010).
Este apartado intenta demostrar por qué los niños y niñas pequeños son una fuente de información valiosísima para repensar el diseño de una ciudad más inclusiva.
En definitiva, la consideración de los niños más pequeños como ciudadanos activos de la sociedad (Willow, Marchant, Kirby y Neale, 2004), reivindica el ejercicio pleno del derecho a participar desde el nacimiento y, en consecuencia, se constituye como un pilar para una sociedad más democrática (Naciones Unidas, Comité de los Derechos del Niño, 2009).
¿Si les preguntamos a los niños qué piensan sobre el diseño de los espacios públicos de su barrio?
Los niños, como expertos en sus vidas (Clark & Moss, 2005), son actores importantes en la construcción y diseño de los espacios públicos. Su derecho a habitar ciudades amigables y accesibles a su singularidad conlleva una visibilización de sus opiniones y percepciones acerca de cómo la transitan y cómo se apropian de sus espacios.
La investigación “Por el derecho a la ciudad de niños y niñas. Prácticas de co-diseño y gestión colaborativa para el cuidado de la primera infancia en el espacio público.” surge desde la necesidad de repensar, nuevamente, cómo aún sigue prevaleciendo la invisibilidad de la primera infancia en el espacio público urbano montevideano. Así, con el foco puesto en las experiencias, percepciones y opiniones de los niños se investigó con ellos los diferentes usos que le dan a los espacios públicos de su barrio.
Junto a dos grupos de niños de 2 y 3 años de edad recorrimos las calles y los espacios públicos de un barrio céntrico montevideano. Los niños nos llevaron a descubrir las miles de oportunidades para el juego y la diversión que se pueden encontrar en lugares que originariamente no se encuentran pensados para ello.
A la par, nos llevaron a descubrir cómo un banco para sentarse puede transformarse en un barco pirata. También nos mostraron cómo un pequeño espacio verde se convierte en una selva donde buscar olores, “mariposas y flores muy lindas”. Así, la huerta urbana se puede transformar en un gran patio de juegos y música, o una gran carrera de obstáculos donde saltar, correr y esconderse.
También nos ayudaron a descubrir cómo unas rayas dibujadas aleatoriamente en la pared con pinturas en aerosol pueden mágicamente convertirse en una serpiente de colores “¡es una serpiente!”. Asimismo, cómo son capaces de apreciar artísticamente los graffitis pintados en el lugar “¡mirá! ¡Hay una nena!”.
Incluso trepar y saltar sobre los mojones dispuestos sobre la calle semipeatonal -a modo de seguridad vial para la disminución de la velocidad del tránsito- se transforman en el juego predilecto que conecta el trayecto entre el centro educativo, los negocios de la zona y los hogares.
Cualquier oportunidad de mirar hacia el suelo se transforma en una aventura de descubrir mundos diminutos, protagonizados por hormigas o por bichitos de la humedad “¡mirá! se hizo una bolita!”. También mirar hacia el cielo nos permite descubrir frutos en los árboles, pájaros y hojas.
Al llegar a la plaza equipada -entre otras cosas- con juegos infantiles, corren a jugar en el subibaja, sin embargo se encuentran con obstáculos muy complicados para sus capacidades actuales “¡qué difícil esto!”.,
En esta misma línea manifiestan que las hamacas “están muy altas, tienen que estar más abajo para poder subirnos solos”.
Nos demostraron su habilidad para sostenerse mientras colgaban y se balanceaban “¡Somos unas monas!”.
Los monumentos también se convierten en grandes plataformas para imaginar otros cuentos y mundos posibles “éstos son perros que parecen osos”.
En la finalización de nuestro recorrido, nos hicieron escuchar las sirenas del camión que reparte garrafas de gas butano y también las de los garajes de autos que anuncian su salida.
Hacia una revolución de los ciudadanos más pequeños…
A partir de los diferentes momentos del recorrido con los niños, éstos nos enseñaron a mirar más allá de ver. Los niños encuentran belleza en los detalles que a los adultos muchas veces se nos escapan de la percepción.
En la recorrida realizada, los niños exploraron espacios adultocéntricos y los hicieron propios, construyeron una manera de transitar el camino apropiándose de los lugares y objetos que se les presentaban y los transformaron -por ese instante- en un elemento muy importante para la construcción de su propia identidad.
Así, encontrar hormigas, encontrar pequeñas plantas saliendo del asfalto, encontrar los reflejos propios en las vidrieras de los negocios…en definitiva, tomar los espacios públicos desde la óptica de los niños puede enseñar a los adultos cómo se transita la ciudad a 120 centímetros del suelo.
Los niños con sus múltiples lenguajes, más allá de las palabras, acompañaron a los adultos a sumergirse en sus propios viajes de descubrimiento, y con ellos encontramos pequeñas ciudades dentro de la ciudad y colores en el cemento gris de los edificios. Los niños corren, trepan, saltan, se esconden y vuelven a aparecer…todo eso caminando una simple cuadra. Estas acciones adquieren un valor mucho más significativo si los adultos somos capaces de detenernos a observarlas para comprender lo difícil que es ser niño en una ciudad de gigantes.
En este sentido, las maneras en que estas habilidades infantiles evolucionan también sirven como un insumo importante para repensar los espacios y así transformarlos en lugares más inclusivos y disfrutables para las infancias y, por lo tanto, en oportunidades garantistas del ejercicio pleno de la ciudadanía infantil.
La gran enseñanza a partir de la sabiduría y grandeza de los niños, radica en su habilidad para disfrutar de los instantes con tal intensidad, asombro y felicidad a pesar de que la ciudad aún no tiene en cuenta a sus ciudadanos más pequeños.
La transformación a ciudades más inclusivas sólo será posible si los adultos asumimos una actitud más humilde para permitirnos, por un momento, vivenciar tal como lo hacen los niños, abrir nuestros ojos y todos nuestros sentidos y adentrarnos en un paraíso nunca visto, asombrarnos con todos los mundos posibles
y disfrutarlos.
Analía Duarte
LIC. en psicología. Instituto de Psicología, Educación y Desarrollo Humano. Facultad de Psicología, UdelaR
Referencias bibliográficas
• Clark A. y Moss, P. (2005). Spaces to play: More listening to young children using the mosaic approach. London: National Children’s Bureau.
• Lester, S. y Russell, W. (2010). Children’s right to play: An examination of the importance of play in the lives of children worldwide [Documento de trabajo n.º 57] The Netherlands: Bernard Van Leer Foundation. Recuperado de https://resourcecentre.savethechildren.net/pdf/3819.pdf/
• Naciones Unidas, Comité de los Derechos del Niño. (2009).
Observación General Nº 12: El derecho del niño a ser escuchado. 51º período de sesiones. CRC/C/GC/12_sp.
• Naciones Unidas, Comité de los derechos del niño. (2013). Observación general Nº 17: Sobre el derecho del niño al descanso, el esparcimiento, el juego, las actividades recreativas, la vida cultural y las artes. CRC/C/GC/17
• Willow, C ; Marchant, R; Kirby, P; Neale, B. (2004) Young Children´s citizenship. England: Joseph Rowntree Foundation.