Experiencias. Tres experiencias, tres miradas, tres historias

Pensar en la diversidad es pensar en su visibilidad, condición imprescindible para su existencia y para allanar el camino hasta allí. Es abrir la puerta a la complejidad. Es darle aire al verbo vida. Nacen entonces preguntas por el sentido de lo ya dado, que problematizan la existencia y lo cotidiano, haciéndose carne desde una educación dialógica, inclusiva, deseante y deseosa de construir aprendizajes interesantes sobre los primeros andamios: la identidad y la singularidad de cada ser. Tres historias, desde tres perspectivas comparten su experiencia desde la generosidad y la amorosidad. Tres historias se potencian para conmovernos desde la ética y desde la estética mirada de lo cotidiano, desde el poder de lo simple. Tres historias hablan de la realidad escurridiza sin pretender encapsularla, porque solo buscan dejarse atravesar por ella y acompañar su ritmo impredecible.

1. Muchas formas de hacer todo
Maria Schelotto Varela

¿De qué hay que hablar con los niños y las niñas durante la primera infancia? ¿Qué es importante que sepan? ¿A qué niveles de complejidad son capaces de acceder? ¿De qué manera les cuidamos? ¿De qué manera respondemos sus preguntas? ¿De qué forma explicamos las injusticias que observan, los silencios de los que no somos conscientes, lo inconexo del mundo binario del que todavía nos sentimos parte? ¿Qué nombramos? ¿Cómo nombramos? ¿Qué habilitamos como una posibilidad y qué dejamos afuera?

Es difícil poder ver lo que nunca nos mostraron. Poder hacer preguntas que cuestionen nuestras construcciones más básicas de lo que es el mundo, de lo que son las relaciones humanas, de lo que nos enseñaron de las ciencias biológicas en aquel libro en el que se veían espermatozoides musculosos compitiendo por colonizar al óvulo que espera paciente, de forma seductora, la llegada del ganador.

Lo cierto es que cuando entramos en el terreno de la sexualidad hacemos el esfuerzo de encontrar respuestas rápidas, concretas, que no nos generen incomodidad ni a nosotras mismas ni a las demás personas. Lo reducimos a partir de un punto de vista psicológico, afectivo o biologicista. Generalizamos tendiendo a la norma. Salimos airosas esquivando el campo minado. O eso creemos, porque entonces, sucede la magia. Un grupo de niños y de niñas de 3, 4 y 5 años piensan en su propia historia y piensan en las historias de las demás personas que conocen. El relato no coincide. No es lineal. No se puede sostener y varía dependiendo de cada uno de los casos. Hay partes del cuento que faltan. No se entiende. Hay personas que quedan fuera. La complejidad del campo de la sexualidad, si nuestra mirada parte desde una perspectiva integral, cuestiona y sentimos que de a poco nos empieza a arrastrar una marea caótica llena de corrientes alternas. Intentamos luchar contra la fuerza del agua y seguir nadando en línea recta pero en el fondo, sabemos que ya no tenemos esa posibilidad. Nos dejamos arrastrar y nos subimos al mismo barco. Nos disponemos a disfrutar del viaje del que no conocemos con exactitud el destino. Pero tenemos una seguridad: este caos tiene más sentido. Porque en este viaje sí entramos todos y todas.

Dentro de mí ejercicio profesional acompaño, de un tiempo a esta parte, como maestra a grupos de edades heterogéneas de entre 3 y 5 años. La construcción del recorrido de aprendizajes la realizamos de forma cooperativa. Encontramos intereses en común a partir de propuestas ludocreativas en las que las áreas de expresión artística articulan las distintas jornadas. Nos conocemos a partir de la plástica, del movimiento corporal, de la expresión musical, de la narrativa y la literatura, y desde la dramatización. A partir de estas áreas es que también nos acercamos a los objetos de conocimiento. Las temáticas vinculadas al campo de la sexualidad aparecen, como no puede ser de otra manera, de forma constante y cotidiana. En los espacios de higiene del cuerpo, en consignas vinculadas a la problematización de las construcciones y estereotipos de género, en las formas en las que les nombramos. Sin embargo, puedo identificar con claridad dos años en los que me interesa ahondar especialmente. Dos años en los que prácticamente todos los aprendizajes se encontraron dentro de la órbita de una temática que interesaba a nivel grupal y que entrelazaba la historia de cada uno de los niños y de las niñas: el nacimiento.

Dibujo de Celesta (5) Silueta del cuerpo
Útero con espermatozoides y óvulos

 

Allá por el año 2020 en contexto de pandemia una mariposa nos enviaba cartas de una casa a la otra y en cada una de ellas contaba características de vida. Descubrimos de sus transformaciones y de sus cambios. Supimos también que nace de un huevo y luego dentro de la pupa finaliza por convertirse en mariposa. En la vuelta a la presencialidad surgió la pregunta inevitable: ¿Y nosotros y nosotras, cómo nacemos? Como primer paso decidimos conocer más sobre nuestro propio cuerpo. Dibujamos nuestras siluetas y nombramos la vulva, el pene, el ano, los testículos, los brazos, las piernas, la cabeza, las orejas, la nariz y la boca. También observamos imágenes del cuerpo por dentro en el que el útero llamó nuestra atención ¡Ahí empezamos a crecer! Conocimos y nombramos algunos nuevos conceptos como óvulo, oviducto y espermatozoides. Aprendimos que no se crece en la panza sino en el útero y nos preguntamos por qué si hace tanto tiempo nos nombran los pulmones nunca nos habían nombrado al útero. Llegamos a una conclusión: para que un bebé o una bebé crezca es necesario un óvulo y espermatozoides. Los primeros se encuentran dentro de los cuerpos con vulvas y, los segundos, dentro de los cuerpos con pene. Jugamos a estar dentro del útero que es tan calentito que no me quiero ir, construimos con material de desecho óvulos y espermatozoides que hicimos viajar desde el ovario para encontrarse en los oviductos. Empezamos a entender un poco por donde venía la cosa hasta que ¡Esperen! ¿Y vos Olivia? ¿Del útero de cuál de tus mamás naciste? ¿Cómo consiguieron los espermatozoides? Las preguntas se multiplicaron y fue necesario recurrir a nueva información. Por suerte las mamás de Olivia nos hicieron llegar un libro de relatos en los que doctores y doctoras ayudaban a las familias que lo necesitaban. Yo crecí en el útero de mamá Dani y en el corazón de mamá Mima. Entendimos que habían personas que donaban sus espermatozoides para que otras pudieran ser mamás. Y nos pareció alucinante. Nos llegó además un video de una pediatra amiga que explicaba cómo sucedía un nacimiento con modelos a escala donde apareció la placenta y el cordón umbilical. Nos pareció tan importante que creamos unos títeres para compartir con el resto de los grupos del centro educativo. El acertijo fue desenredándose y entendimos que hay muchas formas de nacer, como también hay muchos tipos de familias, como también hay muchos tipos de color de ojos y muchos tipos de formas de ser. Hace sentido que haya muchas formas de hacer todo.

Valentin (3) naciendo del útero construido por las familias

2023 y el interés se repite con un grupo diferente de niños y de niñas ¿Querías sopa? Dos platos. Los animales fueron el foco de investigación durante las jornadas de encuentro y de juego. Pingüinos, tortugas terrestres, canguros, caballitos de mar, ballenas azules pisaron con fuerza la sala y las preguntas no demoraron en aparecer ¿Cómo nacen estos animales? Descubrimos las características de cada especie que vinculamos con el ecosistema en el que se encontraban insertos. Supimos que algunos nacen de huevos y necesitan de mucho cuidado. Otros nacen de úteros y otros son cuidados durante su primer tiempo de vida dentro de un marsupio. Nos sorprendimos con sus particularidades. Encontramos muchas semejanzas y algunas diferencias con los seres humanos porque claro ¡Nosotros y nosotras también somos animales! Mamás y papás nos construyeron en una reunión de familias como sorpresa una construcción dentro de la sala: un gran útero, donde pudimos entrar y sentir el calorcito de aquel tiempo. Viajamos por el canal vaginal y sentimos, de alguna manera, que teníamos la posibilidad de volver a nacer, una, dos, tres, mil veces más. Dibujamos un gran útero en el piso con tiza y nuestros cuerpos viajaron convirtiéndose en espermatozoides y en óvulos. Descubrimos que es necesaria la fuerza y la colaboración de muchos espermatozoides para que uno en conjunto con el óvulo inicien el proceso de la fecundación. Reconocimos y nombramos nuestro cuerpo. Dibujamos nuestra silueta una arriba de la otra y ni siquiera dos de ellas coincidieron ¡Qué gran diversidad corporal! Comprobamos que nacimos de modos diferentes algunos nacieron de la panza y otras de la vagina. Con atención, Clara (4), mientras realizamos todos estos descubrimientos de forma grupal, observa a Rafael, del grupo de 1 año, llegar todos los días de la mano de sus dos mamás. De forma categórica plantea en una ronda de inicio de la tarde: Podemos mandarles una carta para preguntarles cómo hicieron para que nazca de sus dos úteros ¡Sino hay ningún puente! ¿Se los pegaron con cascola? Escribimos la correspondencia y Felipe (5) agrega preguntemos también dónde consiguieron los espermatozoides. A los días nos enviaron una carta en la que contestaron de forma clara lo que habíamos preguntado: Rafael había crecido en el útero de una de ellas.

Su otra mamá había acompañado su crecimiento del otro lado de la piel. Existía además un lugar donde se podía ir tanto a donar óvulos y espermatozoides como a recibirlos ¡Claro! Así todas las familias pueden convertirse si quieren en mamás y papás.

Antes, antes, aaaaantes no se podía dice Simón (4). No sé por qué no se podía. No se podía porque no se podía. Capaz no sabían que sí se podía. Antes, antes, aaaaantes, podíamos nadar por el mar en línea recta sin enterarnos. Pero un día, las corrientes se volvieron más fuertes porque más vientos se animaron a soplar. Los sonidos de las olas sonaron más fuerte porque más voces se animaron a gritar. Nuestros cuerpos sintieron el impacto del frío del mar y casi no nos embarcamos en la aventura. Pero el cuerpo empezó de a poco a animarse, a templarse, a hacerse nuevas preguntas, a pedir ayuda cuando la incertidumbre se vuelve pesada, a nadar de la mano. Pudimos ver que somos muchos y muchas que deseamos infancias libres que puedan pintar sus vidas con los colores que deseen. En eso estamos. ¿Y sabés por qué? Porque hay un amanecer asomando y estaría bueno que no te lo pierdas, que no nos lo perdamos (Shock, 2016).

Referencias Bibliográficas:
Shock, S. (2016) Crianzas. Muchas nueces

2. La voz de las madres
Daniela Goffi y Adelina Perdomo

Queremos comenzar presentándonos; somos una familia lesbomaternal (homoparental) constituida por dos mamás y nuestra hija que hoy tiene 7 años. Olivia tiene dos mamás, no tiene papá y fue gestada a través de una inseminación con donante anónimo. Información con la que nuestra hija cuenta desde siempre.

Como familia nos sabemos una familia diferente, diversa y explicitamos esa diferencia con orgullo en cada uno de los espacios en los que participamos. En este momento nos parece importante nombrar a Rubén y Mario (papás de Camilo) quienes con sus palabras “Ser Visibles Nos hace Invencibles” nos ayudaron a construir, esta forma de presentarnos que nos genera confianza y seguridad. Ellos constituyen la primera familia homoparental de Latinoamérica. Definir la elección del centro educativo al que nuestra hija iría en su primera infancia, fue una tarea que llevó mucho tiempo y dedicación. Debíamos encontrar un lugar que tanto a Olivia como a nosotras nos brindara confianza y seguridad además de herramientas educativas.

En nuestra búsqueda conversamos con diversos miembros de nuestra comunidad: familiares, amigos y amigas, otras familias lesbomaternales; y fue así como decidimos solicitar una entrevista con el Centro de Educación Infantil Araity.

En ese encuentro, donde nos recibió una de las directoras, lo primero que nos sucedió fue sentir la sensación de ser muy bienvenidas. Percibimos alegría ante la posibilidad del ingreso de una niña con dos mamás; una familia como la nuestra.

Es importante destacar que nuestra hija ingresó a Araity, teniendo un año recién cumplido, esto significa que la entrevista tuvo lugar varios meses antes pues no sabíamos cuánto nos llevaría encontrar el lugar adecuado a nuestras necesidades.

En la entrevista se nos explicitó la alegría por recibirnos y el dato sincero y honesto de no tener experiencia a nivel institucional del trabajo con familias lesbomaternales/homoparentales. Nos invitaron a construir juntas esa experiencia y así fue como con un año y un día de vida, pañales y muy poco pelo Olivia comenzó su pasaje por Araity. Egresó cinco años después llena de herramientas y amor por SU jardín.

Cuando comenzamos a pensar en qué compartir en este texto, le preguntamos a Oli cómo se sintió en el jardín siendo una niña con dos mamás. Su respuesta fue: “es el mejor jardín del mundo”.

Lo que creemos ratifica que tomamos la decisión correcta y que el desafío que asumimos junto a la directora al inicio, fue cumplido con creces.

Pasados tantos años de ese primer encuentro y a la luz de la experiencia en diferentes espacios institucionales de toda índole, rescatamos la importancia de asumir que todas y todos estamos construyendo algo nuevo. Si bien familias homoparentales y lesbomaternales existen desde siempre, no hace mucho tiempo que podemos ser visibles y legítimas en nuestro país. Nuestra hija nace en el marco de la ley del matrimonio igualitario y la ley de reproducción asistida, que permitieron fuera gestada por una de las mamás y sea hija legítima de ambas.

La construcción en conjunto la sentimos durante los cinco años con toda la comunidad educativa: educadores y educadoras, trabajadoras, familias, niños y niñas.Transportándonos a los primeros tiempos recordamos manifestar a padres y madres las características de nuestra familia, abriéndonos a la posibilidad de evacuar las dudas que se les generarán a ellos y ellas y a los diferentes miembros de sus familias. Destacamos de esos momentos la mirada atenta desde el punto de vista institucional, oficiando de sostén en la integración de nuestra familia a la comunidad educativa.

De esas épocas recordamos algunas anécdotas que incluyen preguntas de niños y niñas ¿de qué panza o de qué vulva nació Olivia? Si Olivia tenía papá, etc. También evocamos conversaciones con la comunidad sobre nuestra experiencia y la importancia de poder ser visibles, escuchadas y acompañadas. Destacamos también la relevancia de no celebrar los “días de”, de la madre, del padre, etc. y que en su lugar se celebrará el día de la familia.

No sentimos cuestionamiento sobre la falta de un papá; al ir creciendo juntos niños, niñas, familias y educadoras fue algo que se naturalizó con el correr del tiempo. Recién tuvimos que retomar ese tema al cambiar de institución y de etapa vital en el ingreso a primaria.

A medida que nuestra hija crecía, surgían nuevas preguntas en niños y niñas tales como: “¿cómo son los diferentes tipos de familias?”, “¿cómo llegan los espermatozoides a la panza?”, “¿de dónde salen los espermatozoides?”, “¿dónde y cómo se guardan los espermatozoides?”. Las respuestas surgían de nosotras, de otras familias y de la propia institución a través de diferentes propuestas educativas. De esta forma tanto Olivia como sus compañeros y compañeras trabajaron (a nivel de niños y niñas de primera infancia) temas como: cuerpo humano, reproducción, reproducción asistida, donante anónimo, diversidad en familias, etc.

Un libro medular que ayudó a la incorporación de estos temas fue “Somos Familia” de la Dra. Elizabeth Ormart (Editorial Molinos de Viento) que fue trabajado en el jardín junto con otros textos y herramientas.

Todo este trabajo fue tan trascendente que creemos que contribuyó notoriamente a que nuestra hija pudiera, con orgullo, comprender su gestación, su tipo de familia y la figura del donante anónimo.

Otros libros que recordamos se trabajaron en el jardín fueron:
– “Mommy, Mama, and Me” (en inglés) de Leslea Newman – Editorial Trycicle Press
– “Mi familia de otro mundo!” De Cecilia Blanco – Editorial Uranito
– “Yo tengo dos mamás, ¿y tú?” De Carmen Lazaro Lopez
– “¿De que barriga nací yo?” De Virginia del Río – Editorial Carambuco Ediciones
– “Amanda y el cuerpo” De Mariana Gardella y Mariela Califano – Editorial Capital Intelectual
Como en todos los órdenes de la vida, construir y pensar junto a otros y otras enriquece, fortalece y permite crecer. Incorporar la diversidad creemos sólo puede realizarse desde la visibilidad real de las familias diversas, desde la palabra pronunciada. Desde el hecho concreto de vivir, compartir y educar incorporando lo diferente, lo diverso en todas las índoles.

3. Educación sexual integral en la Primera Infancia: ¿por dónde empezar?
Maria Mañana Garcé, Florencia Anzalone Cabrera y Maria Noel Fekete

Es sábado de mañana, les participantes van llegando, hay ronda de mate y siempre surge algún chiste sobre lo costoso de levantarse…En un momento sabemos que la charla se corta, los pies quedan descalzos y damos por comenzada la jornada. Nos espera el inicio del trabajo que siempre es vivencial. Circulan risas, incomodidades, miradas y de a poco comenzamos a preparar el cuerpo. Lo lúdico, el movimiento y el encuentro se vuelven protagonistas. Luego el pasaje a la acción. Hoy tocan dramatizaciones, en los salones esperan materiales diversos y una consigna. Las narrativas frente a la sexualidad comienzan a circular. Se despliegan escenas y las historias personales frente a la educación sexual se vuelven parte del texto ficcionado. Algunes actúan y otres miramos. Cada quien resuena en lo propio y en lo ajeno. Se vislumbran infancias y sus curiosidades, adultes y lugares institucionales que no saben cómo actuar y dar respuesta frente a muchas de las situaciones. Damos paso a la reflexión y la articulación teórica frente a lo vivido, cada quien trae situaciones laborales y personales que pensamos en conjunto. Aparecen preguntas, a las que intentamos dar respuestas que generan más preguntas. En esas intersecciones cerramos hasta el siguiente taller.

Pensando la sexualidad en la Primera Infancia
Somos un colectivo integrado por tres compañeras de diversos recorridos profesionales y formativos a las que nos unió el interés por la intersección entre la educación infantil y la educación sexual integral. A nosotras nos gusta pensar a partir de preguntas y, sobre todo, construir pedagogía a través de la pregunta. De modo que nos interesa abrir este artículo con algunas interrogantes:

¿Hay sexualidad en la Primera Infancia? ¿Es una dimensión vital a educar? ¿Quién educa en sexualidad? ¿Qué relación existe entre la sexualidad humana y una sala de infancias de 12 meses de vida? ¿Cómo sería una propuesta de educación sexual integral para quienes acompañan niñeces de 1 a 6 años?

Hace dos años comenzamos a proponer ciclos de talleres de formación en sexualidad específicamente en la Primera Infancia con el convencimiento de que esta etapa de la vida es cimental. Las sensibilidades se construyen desde la gestación y las niñeces merecen y necesitan entornos educativos y familiares que les enseñen a pensar, sentir y hacer por fuera de los mandatos de una sociedad machista, misógina, lesbotranshomofóbica, racista, gordofobica y capacitista.

Imposible no educar
Acompañar el crecimiento de infancias, sea desde el ámbito que sea, implica siempre estar educando en sexualidad. Es imposible no educar en sexualidad. Todes, todos, todas las adulteces estamos de un modo u otro contribuyendo a modelar la sexualidad de las infancias. Este es el supuesto primero desde el que partimos al hacer educación sexual integral (ESI). Una de las mayores complejidades de la educación en sexualidad es que, la mayor parte del tiempo, nosotres les adultes enseñamos sin siquiera darnos cuenta que lo estamos haciendo y las infancias tampoco saben que están aprendiendo. Porque la sexualidad se aprende de lo dicho pero también de lo no dicho, los silencios, los tabúes, los chistes adultos, las maneras de moverse de los y las adultas, la manera en que expresan (o no expresan) sus emociones, sus deseos y sus preferencias, lo que cada género se permite y no se permite en su vida diaria.

El desafío de reinscribir nuestras vivencias
Quienes hoy somos adultes, alguna vez, con mayor o menor cercanía en el tiempo, fuimos también niñeces. Ese es otro supuesto fundante de nuestro quehacer en ESI: en todes nosotres está viva la infancia que fuimos, con todas las experiencias y enseñanzas que nos fueron constituyendo como seres sexuados.

Si piensas en tu infancia, ¿qué recuerdos te vienen a la mente en relación a la sexualidad? ¿Cómo aprendiste sobre sexualidad? ¿Qué cosas te dijeron? ¿Cuáles no te explicaron? ¿Quién te lo explicó? ¿Cuándo fue? ¿Cómo te sentiste? ¿Qué tuviste que callar? ¿Qué no supiste preguntar?

En nuestros primeros años de vida fuimos aprendiendo a pensar, hacer y sentir e inexorablemente aprendimos sobre lo “normal” y lo “anormal” en relación a los géneros, la diversidad sexual, los cuerpos, las sensibilidades y los deseos en general. Es decir que construimos un sistema de valores que incluye tanto libertades y potencias como prejuicios, tabúes y estigmas. Todas nuestras vivencias personales en relación a la sexualidad a lo largo de nuestra infancia y posteriormente nuestras adolescencias y adulteces nos conforman y se hacen presentes en cada encuentro con las niñeces que acompañamos. Es por esto que para poder construir nuevos saberes, miradas y sentires que potencien el desarrollo de infancias más libres, necesitamos comenzar por nosotres mismes.

Una formación en y desde el cuerpo
¿Es posible educar infancias en y para un mundo más libre sin revisar los mandatos que nosotres aprendimos y que hoy aún nos habitan?

Ana Pampliega de Quiroga (1991) nos habla de las matrices de aprendizaje como aquellos “prismas cognitivos” que construimos y a partir de los cuales conocemos, organizamos, interpretamos y abordamos la realidad. Toda experiencia de aprendizaje explícito “deja en nosotros una huella, se inscribe en nosotros de determinada manera, afianzando o inaugurando una modalidad de ser-en-el-mundo y de ser-el-mundo para nosotros. De interpretar lo real”. Estas modalidades de las que nos habla se constituyen en nosotres como estructuras mayoritariamente no conscientes, cuyos orígenes están grabados en nuestros cuerpos.

En consecuencia, para poder acceder a parte de estas huellas se necesita más que la palabra o una clase expositiva. Es el cuerpo puesto en acción que nos lleva a conectar con sensaciones que hasta el momento no habíamos ni siquiera vuelto a experimentar.

En una dramatización, un juego, un dibujo, en la construcción de un collage, en una meditación, se develan escenas casi espontáneas y muy potentes respecto a los discursos que traemos guardados sobre la sexualidad infantil.

“El cuerpo recuerda, los huesos recuerdan, las articulaciones recuerdan y hasta el dedo meñique recuerda. El recuerdo se aloja en las imágenes y en las sensaciones de las células. Como ocurre con una esponja empapada en agua, dondequiera que la carne se comprima, se estruje e incluso se roce ligeramente, el recuerdo puede surgir como un manantial”. (Pinkola Estés, citado en SEXUR, 2008, pp 18)

Así es que nuestras vivencias nos habitan silenciosas a la espera de ese primer movimiento que nos invite a contactar y despertarlas. Desempolvarlas, traerlas al frente, reinscribirlas en nuestros cuerpos, volviendo a contactar con nuestros placeres, necesidades y complejidades infantiles, para construir nuevas formas de acompañar a las infancias, más felices, más sanas, más libres.
Cierres que abren.

Luego de siete horas de vida compartidas, la jornada de encuentro mensual llega a su fin. Las propuestas del día son siempre desafiantes y movilizadoras. Docentes y participantes atravesamos un vaivén de pudores, disfrutes, alegrías, incomodidades, angustias e ilusiones. Poner el cuerpo en juego es liberador, gozoso pero muchas veces también incómodo. Nos despedimos con sonrisas cansadas pero satisfechas. Aliviadas incluso. Quienes coordinamos agradecemos la disponibilidad y las ganas; agradecemos la presencia y la entrega para zambullirse en las incertidumbres que les proponemos. Les participantes nos agradecen el pienso y la planificación tan precisa y tan flexible a la vez, el cariño y el cuidado en el acompañamiento, los saberes y el tiempo de reflexión compartidos. Repensarse no es sencillo pero puede ser muy disfrutable. Qué fortuna las oportunidades que nos abre trabajar niñeces para seguir creciendo nosotres también.

Síntesis
Cuando de sexualidad se trata, es imposible generar verdaderos movimientos en nuestras estructuras profesionales sin que se nos muevan las personales, porque (aunque a veces casi que se olvide) quienes hacemos educación somos personas y fuimos, hace más o menos tiempo pero sin excepciones, infancias también.
La mayoría de nosotres no tuvimos educación sexual integral en nuestras infancias como modelos de los que partir. No hay universidades de las que egresar para maternar y paternar. Los planes de estudio en educación dedican un espacio más que reducido a esta dimensión humana fundante de nuestras subjetividades. Entonces, ¿por dónde comenzamos?

Referencias Bibliográficas:
Ascué, M, Rodés, V, Biere, A, Campero, R, Chans, C. (2008). Un modelo de abordaje integral en sexualidad. Montevideo: Instituto de formación sexológica SEXUR

Quiroga Ana P. de (1991) Concepto de matriz de aprendizaje. En Matrices de Aprendizaje. Constitución del sujeto en el proceso de conocimiento. Buenos Aires: Ediciones Cinco

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