Experiencias. ¿Qué vemos desde la ventana? Preocupaciones y diálogos entre niñas y niños que viven en una Ocupación y jóvenes investigadoras (y otra no tanto…)

Amanda Cristina de Oliveira
Artemiza Silva Mendes
Gabriela Paula de Oliveira
Marcia Gobbi
Maria Julia Rodrigues

Inspiraciones
Hace das décadas, el documental Janela da Alma (Ventana del alma) nos preguntaba sobre la realidad vista y sentida por las personas. ¿Cuántas realidades hay? ¿Es igual para todas las personas? Y cuando son vistos y producidos por niñas y niños pequeños, ¿qué tenemos?

Las ventanas-ojos estuvieron presentes durante toda la pandemia de Covid-19. Abiertos o a través de sus rendijas, se configuraron, en ciertos aspectos, como nuestros ojos ante el mundo. Una cierta mirada enmarcada por los bordes de la ventana, al tiempo indefinido que no transcurría con sus incertidumbres. De este período destaca el proyecto “A maré de casa: imagens da quarentena” (La marea desde casa: imágenes desde la cuarentena), coordinado por Tatiana Altberg, en el que la autora propuso capturar una imagen todos los días y hacerlas ver desde la ventana por jóvenes vecinos de la favela Maré, en Río de Janeiro.

Las relaciones producidas durante el Covid-19 también quedaron registradas a través del lente de Ricardo Luís Silva en el proyecto “Das coisas que são vistas no isolamento” (De las cosas que se ven aisladas). Lo ordinario surgió del confinamiento en los espacios domésticos. En este aislamiento, el alma encantadora de las calles, como la pensaba João do Rio, se desencantó. Había un silencio en el lugar, una expectación en el aire. En estas condiciones, el fotógrafo no veía precisamente a los demás, sino sus ventanas, como si fueran ojos. Cada gesto de mirar y registrar fotografías se entiende como una declaración. Está sacando a la luz lo que sería invisible, e incluso indescriptible, sin las imágenes creadas. Lo que se ve desde la ventana y las posibles historias es un tema recurrente desde el siglo XVIII, con E.T.A Hoffman. Estas pocas buenas inspiraciones nos llevaron a preguntar: ¿por qué no considerar esas ventanas/luces desde donde las niñas y los niños ven y a veces no son vistos? El gesto, el verbo, las palabras, las lecturas son fundamentales cuando queremos conocerlos, y esto lo asociamos con la producción de la mirada, entendida como resultado de las interacciones sociales. Perseguimos cuestiones fundamentales para comprender la infancia urbana: ¿qué y cómo se han visto las ciudades por las niñas y niños? ¿Qué imágenes han creado ellos y cuáles, seguramente, también los constituyen?

La escrita de este breve texto tiene origen en el proyecto de extensión universitaria titulado “Às tardes: Ler, ouvir e produzir histórias na luta por habitar e a educação de mulheres-mães e crianças” (Por las tardes: Leer, escuchar y producir cuentos en la lucha por la vivienda y la educación de mujeres-madres y niñas y niños), el cual, a su vez, tiene origen en los estudios de investigación titulados “Lutar, morar, cuidar: Crianças e mulheres em luta por moradia nas periferias da cidade de São Paulo e as perspectivas coletivas do comum” (Luchar, viver, cuidar : Niñas, niños y mujeres en lucha por la vivienda en la periferia de la ciudad de São Paulo y las perspectivas colectivas de común” . Con el objetivo de relatar una práctica de extensión, y sin intención de agotar el tema, presentaremos un extracto de una de las prácticas realizadas a lo largo de un proyecto de un año de duración realizado en la Ocupación Ipiranga, ubicada en la Avenida Ipiranga, en São Paulo, Brasil. Las ocupaciones se realizan cuando no se accede al derecho a la vivienda, aunque se logra. Se ocupan espacios vacíos que no cumplen la función social de propiedad, como lo establece la Constitución Federal de Brasil. Las niñas y los niños son parte integral y activa de este proceso de ocupación y vida.

Si bien reconocemos las conversaciones, los juegos, los dibujos, las pinturas y las fotografías como lenguajes y recursos metodológicos que nos acercan y acercan a los niños y niñas, desde los/las bebés, los sábados por la tarde. En este breve texto privilegiamos la fotografía para fomentar la reflexión sobre la importancia de mirar en la producción de nuestro conocimiento sobre las diferentes infancias.

La sensibilización es fundamental en nuestros procesos de formación, y la extensión universitaria no estaría lejos de ello. Caminar y observar siempre es una buena opción. Sin embargo, sabiendo la importancia de estar fuera de la Ocupación para entender también lo que hay dentro, en este día elegimos caminar y fotografiar desde el interior de la mencionada Ocupación. Se trataba de estar con las niñas y niños en sus actos fotográficos y sus recursos personales a la hora de realizarlos y, al hacerlo, conocerlos a ellas/ellos y a la sociedad. En este caso, el conocimiento del lugar, la proximidad a las personas en sus hogares, son elementos importantes para la producción de las imágenes realizadas.

Es importante señalar que aquí se entiende a las niñas y niños como activos dentro del movimiento de lucha por la vivienda, derecho que, lamentablemente, aún no se ha cumplido plenamente. Así, contrariamente a la perspectiva universalizadora de una infancia única, creemos y buscamos conocer varias infancias existentes, que son productoras de lo cotidiano, agentes activos para elaborar propuestas, pensamientos y presentarse en el mundo, marcándolo con sus ideas, derechos y deseos. En este proyecto de extensión, que también se combina con la investigación académica e involucra a estudiantes de pregrado de diferentes carreras, se cree fundamental producir conocimiento sobre las diferentes formas de vida de las niñas y niños, quienes en este caso específico, a su manera, luchan por los derechos a diario.

La mirada piensa, nos interroga: es la visión hecha de preguntas
Sábado. Abril de 2024. 14 h. En la emergencia climática que se anunció, el calor nos hizo sudar profusamente. El edificio alberga a un centenar de familias y muchos niños y niñas de todas las edades. Los niños y niñas mayores juegan con los recién nacidos/as, los/las sostienen en su regazo, son acariciados/as y disputados/as, especialmente entre las niñas, en este caso, quizás una expresión de producción de género. En medio de esto, sentados en una alfombra, empezamos a hablar, entre otras cosas, a partir de la lectura del libro “Da minha janela”. (Desde mi ventana). Después de todo, ¿qué vemos desde las ventanas?

Tomar fotografías de lo que se ve a través de las ventanas se ha convertido en sólo un detalle. En lengua vernácula, las fotografías se revelaron en la intimidad de las vidas dentro de las casas, pasillos y vestíbulos. Exacerba la ventana e incorpora mundos, incluidos los inventados por las niñas y niños. Personajes de ficción que conviven y regulan espacios, como en el juego llamado Charlie-Charlie, en el que observa una mezcla de leyenda urbana y juego de adivinanzas. Los vecinos, hasta entonces no tan conocidos por nosotros, estuvieron presentes con ideas, propuestas, deseos y derechos: la manicurista, una mujer trans que conecta personas, produce pasteles y cuida a otras mujeres trans, se suma a los recién nacidos fotografiados y cuidados por las niñas y niños cuando abrieron su hogar y nos recibieron con orgullo en el lugar donde viven. Con esto fue posible releer las intrincadas relaciones sociales que van más allá del dentro y fuera de una Ocupación y que se practican entre todas las personas en relación con las niñas y niños. Las niñas y niños fueron generosamente a sus casas para tomar fotografías desde las ventanas y más allá, los interiores del edificio reproducían diversas formas de ventanas: pantallas de teléfonos móviles, pantallas de cámaras digitales, las manos que encuadraban para ver mejor ciertos objetos, los ojos familiarizados con el lugareños y que les resultaban extraños buscando encuadres que dieran cierta particularidad a determinados puntos. Esa tarde la práctica duró unas horas en las que las cámaras digitales y los móviles se convirtieron en ventanas-ojos de las niñas y niños y, por qué no, también de los nuestros.

Actualmente las fotografías se encuentran depositadas en las nubes, sujetas al olvido por la forma fugaz en la que registramos la vida. La semana siguiente realizamos una nueva ronda de fotos. Ahora revelados, actúan como si hubieran escapado de las pantallas, materializándose en el papel, revelando otros colores y formas, generando relaciones variadas entre risas, preguntas y el deseo de hacer que todos los vean. Mirar por la ventana, en este caso, no se limitaba a meros objetos o personas vistas, lo invisible se entrelazaba con nosotros, con las historias, con la imaginación, con los deseos y con las posibilidades que llevamos dentro y en las relaciones que se producen entre todas.

¿Y las niñas y los niños? Montar y desmontar imágenes
Dependiendo de dónde se encuentren, de si están compuestas con otros y de lo que llevamos dentro, las imágenes se mueven y producen comprensiones diferentes.

Porque la imagen es algo más que un simple corte realizado en el mundo de los aspectos visibles. Es una impresión, una huella, una huella visual del tiempo que quería tocar, pero también de otros tiempos adicionales – fatalmente anacrónicos, heterogéneos entre ellos – que, como arte de la memoria, no logran reunir. Es ceniza mezclada de varios braseros, más o menos ardiendo. (DIDI-HUBERMAN, 2012, p. 216)
Las imágenes aquí presentes nos permiten hacer historia a partir de los elementos grandes/pequeños que contienen.

Existen diferentes narrativas producidas por las niñas y niños, al mismo tiempo que involucran a quienes los rodean. No podríamos escudriñarlas y dar cuenta de todas ellas, ni nos parece deseable hacerlo, porque además de las imágenes fotografiadas, lo que vemos requiere articulaciones de nuestras historias, de lo que llevamos y ofrecemos a las imágenes. Elegimos presentar 4 fotografías tomadas por las niñas y niños a lo largo de la citada tarde del sábado. Cada una de las personas que mire verá y portará narrativas peculiares derivadas de puntos de vista construidos a lo largo de su vida. Buscamos hacer un montaje, con el fin de establecer alguna relación crítica entre ellos, al mismo tiempo que observarlos también nos hace pensar y construir imágenes de la infancia, esta, de niñas y niños que viven en la región central de la ciudad de São Paulo, donde la hospitalidad y la inhospitalidad de una ciudad profundamente desigual producen infancias y sus peculiares formas de ser, existir y producir el mundo.

El montaje será precisamente una de las respuestas fundamentales a este problema de construcción de la historicidad. Al no estar simplemente orientado, el montaje escapa a las teleologías, haciendo visibles las supervivencias, los anacronismos, los encuentros de temporalidades contradictorias que afectan a cada objeto, cada acontecimiento, cada persona, cada gesto. Así, el historiador renuncia a contar “una historia”, pero al hacerlo logra mostrar que la historia no es más que todas las complejidades del tiempo, todos los estratos de la arqueología, todos los puntos del destino. (DIDI-HUBERMAN, 2012, p. 213)


Fuente: Colección personal de los autores.

Fuente: Colección personal de los autores.

En las fotos 1 y 2 tenemos dos pasillos. El primer pasillo presenta un tramo de la Avenida Ipiranga. Podríamos decir que tenemos el fruto de propuestas viales que conforman la urbanización de la ciudad de São Paulo. La época de velocidad que impera nos hace preguntarnos: ¿por qué tan rápido? Ventanas cruzadas: el edificio desde el que se toma la fotografía, los coches que pasan, los edificios de enfrente. ¿Qué nos pueden dejar ver todos estos ojos-ventana? Afuera, la avenida y sus coches revelan proyectos que los priorizan, una ciudad que se enorgullece de su deseo de velocidad, el llamado progreso que, como en la canción de Caetano Veloso, revela la fuerza del dinero que construye y destruye cosas bellas. Entre ellos, la lucha por la vivienda que resulta de la presencia de derechos a los que la población no tiene acceso.

La red protectora protege los zapatos de los niños, las mascotas y a los propios niños y niñas. En la foto 2 tenemos el pasillo cuyos graffitis muestran registros de viviendas, memoria, nombres de vecinos o personas. Suponemos que albergan internamente a las familias los deseos y sueños que diariamente son zurcidos, cumplidos o frustrados. Las fotos consisten en un acto de recopilación y lectura de la diversidad de las cosas (Didi-Huberman, 2018, p. 158).

En la foto 3, el movimiento del cuerpo que se balancea
y revela el cuidado, el juego, la complicidad entre la niña y el niño presentes, así como el baile de las manos que se ve en la foto 4. Manos en continuidad con las cámaras fotográficas que parecen mirarse para el mejor objeto. Son testimonios de adversidades y enfrentamientos cotidianos.

Un elogio a la ciudad: testimonios y vida en sus contradicciones
¿Qué pueden hacernos pensar las fotografías infantiles sobre la ciudad, sobre su infancia, sobre el mundo habitado y también producido por ellos? Estar com las niñas y niños también nos llevó a pensar en lo que se está construyendo dentro de las ventanas y en tantos edificios que están ocupados. Las fotografías estaban asociadas con la escucha de las niñas y niños. Denotan los flujos y contradicciones visibles e invisibles de una ciudad que también es producida por ellas y ellos. Las ventanas desde las que fotografiaron nos mostraron segregaciones, pero también producciones de la vida cotidiana de las niñas y niños, que aún necesitamos conocer más profundamente.

Las imágenes nos alientan a comprender una, o varias, imágenes del mundo que se conectan, a veces como extensiones, a veces separadas por una gran y emblemática red protectora. Las fotografías, tomadas por las niñas y niños, fueron nuestras importantes aliadas cuando el objetivo era conocer esta infancia. ¿Dónde estamos y qué esperamos ver juntos y tener en sus innumerables posibilidades de entender la vida una oportunidad para transformar efectivamente el mundo tal como es? Sin jergas, sin palabras vacías, pero con prácticas insurgentes que combinan la imaginación y la política con las infancias… Si tenemos en Charles Baudelaire, André Breton, Edgar Allan Poe, João do Rio, grandes narradores de ciudades, en su época, creemos que las niñas y niños también lo son. Después de todo, ¿qué ciudades producen y vem las niñas y niños? ¿Qué nos provocan ver? ¿Y vemos?

Amanda Cristina de Oliveira
amandacristina@usp.br
Artemiza Silva Mendes
artemizamendes@usp.br
Gabriela Paula de Oliveira
gabriela.oliv@usp.br
Marcia Gobbi
mgobbi@usp.br
Maria Julia Rodrigues 
majucarvalhor@usp.br

Referencias
DIDI-HUBERMAN, Georges. (2018). Remontagens do tempo sofrido. M. Arbex & V. Casa Nova, Trads. Editora UFMG.
DIDI-HUBERMAN, Georges. (2012). Quando as imagens tocam o real. PÓS: Revista Do Programa De Pós-graduação Em Artes Da EBA/UFMG, 206–219. https://periodicos.ufmg.br/index.php/revistapos/article/view/15454
HOFFMANN, E. T. A. (2010). A Janela de esquina do meu primo. São Paulo: Cosac Naify.
JUNIOR, Otávio. Da minha janela (2019). São Paulo: Companhia das Letras.
SILVA, L. Ricardo. (2020). Das coisas que são vistas em isolamento. São Paulo: Edição de autor.

NOTAS:
1.https://www.redesdamare.org.br/br/info/58/a-mare-de-casa
2. João do Rio, pseudônimo de João Paulo Emílio Cristóvão dos Santos Coelho Barreto, foi um jornalista, cronista, contista, romancista, tradutor e teatrólogo brasileiro.
3. Proyecto en el ámbito de becas de permanencia de la Universidad de São Paulo, Programa Unificado de Becas (PUB), bajo la coordinación de la Prof. Dra. Marcia Gobbi.
4. Coordinados por la Prof. Dra. Marcia Gobbi, ambos proyectos corresponden respectivamente a la beca sabática del Instituto de Estudios Avanzados, IEA-USP (2020) y a la Beca de Productividad del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico, CNPq (2022-2025).

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