Ha muerto Irene Balaguer, maestra carismática, activista por los derechos de los niños y las niñas, firme en sus ideas, alentadora de maestros y maestras, y puntal de nuestra revista.
Desde que Irene se presentó en la II Escuela de Verano organizada por la Escuela de Maestros Rosa Sensat y conoció a Marta Mata, ya no se separaron. Siempre había algún proyecto, idea, aspecto de la educación que había que impulsar, componer, o estudiar. Marta Mata, ya como concejala de Educación del Ayuntamiento de Barcelona, encargó a Irene la gestión de la educación infantil.
Desde la Asociación de Maestros, Irene impulsó una revista dedicada a la educación de los más pequeños, la revista Infància. Pero la red de los que luchan por una educación de calidad debía crecer y fortalecerse, y por ello se sumó nuestra revista, Infancia, y posteriormente Infancia en Europa, y más tarde Infancia latinoamericana. Desde Infancia se organizaron jornadas, publicaron libros y promovieron viajes allí donde había experiencias de calidad. Así Irene estableció relación con personas extraordinarias como Loris Malaguzzi y Elinor Goldschmied, y con la experiencia de Lóczy, entre otras. Sin perder el contacto con la cotidianidad de las escuelas infantiles.
Irene consideraba las redes creadas herramienta útil para enfrentar las corrientes neoliberales que promueven la pedagogía de competitividad y no competente, que no cree en las personas sino en las élites. «Las organizaciones de maestros tienen el compromiso de mostrar su pedagogía. Esta es nuestra gran batalla». «Una red densa –decía–, como la que las revistas han creado, es fruto de la voluntad colectiva, es la afinidad, son las ganas de cambiar, las ganas de aprender… es un tejido tupido y diverso».
Cursos, personas, viajes, enriquecen aspectos de la escuela que sitúa al niño en el centro de su educación, como postulaba el movimiento de la escuela nueva, como la escuela que Irene vivió de pequeña. Tuvo la suerte de ir a una de las siete escuelas del Ayuntamiento de Barcelona que preservaron la educación llevada a cabo antes de la Guerra Civil. «Mi escuela era una maravilla», explicaba Irene. Era una escuela donde se aprendía de una forma feliz, en un ambiente agradable y repleto de cultura. Era una escuela donde los maestros aprendían junto a otros maestros, donde se detenían a reflexionar sobre lo que hacían. «La escuela nueva hace personas con capacidad de decisión, con libertad de expresión, con capacidad de interrelacionar los problemas, personas realmente creativas y, además, felices», decía Irene. Y pensaba cómo debería ser la escuela, y la imaginaba pequeña, con más espacio al aire libre que en el interior, con un equipo de maestros que entiende cuáles son las prioridades de los niños y que establece una relación de complicidad con las familias para construir un proyecto común. Es una escuela con raíces profundas y siempre nueva. La escuela que se ha dado a conocer, y que queremos seguir dando a conocer, desde Infancia.