En los últimos meses, y como gran novedad, en los programas de muchos partidos que se han presentado a las elecciones generales, autonómicas y municipales se nos ha hecho extraño leer el acuerdo generalizado destinado a incrementar las ayudas en la educación de 0 a 3 años. O quizás no debería sorprender.
La «universalización del 0-3» ha supuesto acercarse a la ciudadanía, a las familias, a cualquier modelo de familia. Un acercamiento a las familias que tienen hijos en estas edades con fecha de caducidad, porque una vez los niños y niñas entran en la escuela infantil 3-6, la universalización del 0-3 deja de ser una prioridad, porque la universalización del 3-6 ya está consolidada. En cambio, hay problemas ligados a los derechos fundamentales de vivienda y salud que no encuentran consenso, a pesar de ser un problema que afecta a toda la población y en cualquier etapa de la vida.
Esta universalización del 0-3, y según la proposición no de ley presentada en 2018 y pendiente de la aprobación de los presupuestos generales del Estado, se define por garantizar una plaza pública para todas las familias que tengan un niño entre 0 y 3 años con el propósito de combatir el fracaso escolar, reducir las desigualdades y mejorar la conciliación entre la vida laboral y familiar. Para hacerlo se integraría esta plaza en una red de recursos públicos y gratuitos.
Sería muy grata noticia si no fuera porque en algunas comunidades autónomas esta franja de edad, desde una perspectiva educativa, aún no existe o representa un tanto por ciento muy escaso.
Quizás sea el momento de abrir los ojos a realidades, responsabilidades y compromisos que avalen la calidad de una verdadera universalización de la educación para los niños y niñas menores de 3 años, donde se incluya la educación y la atención como procesos inseparables para su desarrollo global y saludable.
Desde la revista Infancia creemos necesario establecer un plan de formación a maestros y educadores que respalde el primer ciclo de educación infantil. ¿No existe el grado en educación infantil 0-6? Debe ser un plan diseñado desde las necesidades educativas y los intereses reales de los niños y las niñas, donde la vida cotidiana constituya el eje vertebrado de las escuelas infantiles. Una formación que asegure y contribuya al desarrollo físico y motor, emocional y afectivo, social y cognitivo de niños y niñas, que tenga en cuenta la colaboración de las familias.
Además, es crucial considerar el proyecto educativo de cada escuela, donde se concreten los principios que orientan la tarea educativa, el modo de entender al niño y de percibir la educación, las decisiones y maneras de enfocar el proceso educativo.
Desde una planificación certera de los profesionales, el primer ciclo de educación infantil toma pleno sentido, y poco a poco la educación infantil podrá recobrar la trascendencia educativa y social que realmente tiene.