Este año, la 54ª Escuela de Verano de la Asociación de Maestros Rosa Sensat se diseñó y se realizó haciendo visible y dando relevancia a la fuerza de los equipos, tanto desde la perspectiva comunitaria –maestros, niños, familias, monitores, cocineros…– como desde la de los equipos de maestros que impulsan día a día el proyecto educativo de su centro desde sus acciones. (En la sección «Informaciones» de este número se encuentran redactadas las «Conclusiones de la Escuela de Verano 2019».)
En educación infantil, los equipos de maestros no son solo las tutoras o referentes de los grupos, sino que se deben sentir que forman parte de ella todas las personas que se relacionan con los niños y niñas de esta etapa, desde la técnica en educación infantil hasta las personas de prácticas y las personas sustitutas. Porque los equipos, a lo largo de todo un curso, están vivos y son flexibles. Ahora que empezamos septiembre verán caras nuevas los que sigan en la misma escuela, y también, más adelante, entrarán nuevos maestros cuando llegue la persona sustituta porque la compañera embarazada se acoge a los permisos establecidos para disfrutar del descanso laboral. O porque los imprevistos personales son repentinos y llegan sin avisar.
El equipo de maestros y maestras no es la suma de individualidades, sino que debe basarse en la consolidación de los saberes y de la ética profesional que reconoce y valora las capacidades personales de cada uno de sus miembros, incluyendo aquellos que tienen una posición provisional y también los que padecen de movilidad a lo largo del curso. Porque precisamente esta vida activa y diversa de los maestros garantiza que no haya inmovilismo y sí la responsabilidad de adaptarse al contexto cambiante.
«Un buen equipo necesita una buena relación humana, compromiso y rigor profesional y un liderazgo que dé espacio y visibilidad a todas las singularidades», afirman las «Conclusiones».
En un equipo, y encontrando el espacio y el tiempo para hacerlo, hay que hablar y se debe debatir, con acuerdos y desacuerdos, pero también hay que saber escuchar y aprender a ceder. En un equipo se llega a consensos y se armonizan las ideas, construidas desde los conocimientos y desde la confianza y el apoyo de todos. El equipo se forja y se organiza a partir de la naturaleza de las interacciones y actitudes humanas. Se fortalece la participación efectiva de cada uno de los miembros desde las especialidades y talentos compartidos, con el propósito de impregnar el ambiente de aprendizaje de la escuela de los principios y valores de una ciudadanía democrática.
Ponemos en marcha el nuevo curso dando voz a los compañeros y compañeras que tenemos al lado, ya sean conocidos o recién llegados a la escuela. Quedan muchos meses por delante para que los equipos educativos hablen, se escuchen y participen en el objetivo común: qué educación queremos para los niños y las niñas. ¡Buen curso a los equipos educativos de todas las escuelas infantiles!