Piábamos. Habíamos hablado tanto del ojo que salta el muro, la vida más allá de la clase, la transformación de los patios, los jardines, la escuela en el bosque, el entorno, la comunidad… Habíamos leído tanto sobre la necesidad de naturaleza, de movimiento, de que mejor descalzos, de acondicionar los espacios, los ambientes… Se nos había llenado la boca de tanta libertad, de cultura de la infancia, de sus derechos, de la participación, del bienestar, de respeto, de vida… Teníamos la cabeza llena de pájaros preciosos y hermosos cantos, con plumas doradas, con alas de utopías. Ahora los pájaros vuelan fuera. Y los anhelamos desde nuestras jaulas.