Primero fue el confinamiento, la reclusión, el repliegue en el caparazón de los espacios domésticos, el aislamiento. Una extraña y paradójica mezcla de vaciado policial del espacio público compartido y de autoprotección solidaria para evitar el contagio: militares y policía, por un lado, y por el otro redes de apoyo fraternal. Y, con ello, el
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