El maestro y pedagogo italiano Loris Malaguzzi, impulsor del proyecto pedagógico que la ciudad de Reggio Emilia ha dedicado a los más pequeños, escribió este poema como una declaración, una reivindicación de la potencialidad de todos los niños y niñas, y como un clamor para hacer una escuela respetuosa con esta identidad que, por desgracia, la escuela a menudo ahoga. Y la publicación del número 200 de Infancia brinda una perfecta ocasión para recordar a Malaguzzi, su obra y su poema.