Página abierta. El muro de las oportunidades

Los espacios toman su importancia también por su uso. Si estamos atentas al juego de los niños y las niñas, veremos que los espacios se viven. Se conquistan.

En un patio cualquiera, con un muro de cierta altura, con un maestro abierto a dar oportunidades y alas para volar, porque ese salto era mucho más que algo físico que conquistar, era el deseo de ir más allá de su capacidad, alcanzando la potencialidad.

Qué metafórico que sea un muro, aquél que la criatura quiso conquistar, porque la vida nos lo recuerda con su lenguaje imposibilitador: darse de cabeza contra una pared. A veces así se sienten las criaturas coartadas de sus iniciativas, su propio plan de acción y sus alas cortadas, o los adultos juzgados por dejar cumplir sus propios deseos, los nacidos de dentro y alimentados por los aires que permitimos. Pero demos valor a educar con el sentido de educere (‘sacar de dentro’).

Cuando los adultos, muchas veces, lo vivimos como una dificultad, las criaturas lo asumen como reto.

Nuestros miedos nos reflejan a nosotras mismas, con imágenes distorsionadas, por nuestra concepción de «hacer de maestras» tatuada a fuego en lo más profundo de nuestras convicciones.

No es el muro de los inconvenientes, sino de las oportunidades. Me imagino al niño mirando con curiosidad el muro, a veces con la imposibilidad, el miedo, de aquello que le llevan diciendo tantas veces, a veces con las ganas, intentando conquistarlo con prudencia, con fuerza, con seguridad.

Hablar sobre la necesidad de asumir riesgos supone tener cuidado y autonomía, también como toma de decisiones, no solo por hacer lo que dicen los adultos. Y, porque es un reto, tiene un valor de logro. ¡Lo que supone subir un muro!

Debemos darle valor por lo que de reto supone para los niños, estando como adultos, dando seguridad, anticipándonos. Y recordando la importancia de la presencia en sí misma. Vivirlo como una llave que abre puertas para traspasar esas barreras. Y esto nos recuerda a tantos otros muros. Los que nos separan, las barreras físicas, pero también las invisibles que nos imposibilitan, las mentales, prejuicios anclados en la tradición. Pero ese deseo de las criaturas por romper con todos estos obstáculos debe obligarnos a mirar con los ojos bien abiertos.

Una mirada consciente, pero también de reojo, guiñando, con miradas furtivas, de curiosidad, de espera, de presencialidad, embobados…, para que nada se nos escape.

Torres más altas se han caído, luchemos por derribar muros ficticios o reales que no dejan avanzar, que sirvan para abrir debates en los equipos. Bien pensado, debatido y reflexionado, damos un sustento a aquello que hacemos en la escuela, pero, además, desde la mirada de un niño osado que asume nuevos caminos y no desde un adulto lleno de miedos y razones adultas.

El muro de las oportunidades y no de las lamentaciones. Tenemos tanto que aprender de las criaturas.

Imágenes cedidas por Gorka Goita

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