La expresión plástica es un lenguaje más de la niña y del niño, que lo envuelve en su día a día. Se convierte en su forma de expresión, de transmisión y de transformación del mundo, a la vez que le otorga el impulso para crecer y gozar del placer de hacer. Por ende, desde la escuela, tenemos que organizar todos los recursos a nuestro alcance, presentando contextos estimulantes y enriquecedores en los que el uso de diferentes espacios esté vigente, los materiales brinden múltiples posibilidades y la actuación de las educadoras invite a imaginar e inventar, priorizando un proceso creativo autónomo, el desarrollo de experiencias y la satisfacción personal.