Sarah Wauquiez, Suiza
Maestra, psicóloga, pedagoga de la educación al aire libre
Una lección pasada por agua
Bajo la lluvia matinal, en un aparcamiento del bosque. Suena un timbre. Una clase de niños y niñas de 4-6 años, bien protegidos con ropa de lluvia, y sus dos acompañantes, Sarah y Christian, se reúnen alrededor del carro. Sarah explica: “¿Sabéis quién ha pasado por nuestros bosques esta mañana? ¡El otoño! Con su saco lleno de cosas otoñales, ha pasado como una corriente de aire. Y el saco agujereado ha dejado caer parte de su contenido en nuestro bosque. Estoy convencida de que encontraremos algunos de estos objetos en el camino. Además, ¡hoy es su cumpleaños!”
El camino está lleno de hallazgos. Caroline llega corriendo, con las dos manos llenas de hojas de otoño: “¡Mira, Christian, el otoño ha perdido todo esto!” Anissa y Nicolas saltan alegremente en los charcos de agua. “Gracias, lluvia, gracias”, canta Luca. Cuando Sarah le pregunta por qué le da las gracias a la lluvia, él le responde: “Por los charcos, ¡por supuesto!” Manuel trepa en los montones de leña. Mikaël y Sophie esconden caracoles bajo un viejo tocón. Linus ha encontrado unas setas muy pequeñas y muy divertidas que desprenden una nube de humo al saltarles encima. Y todos los demás niños lo quieren probar. Martin y Alex tiran solos del carro, que avanza a golpes por el camino forestal, luego giran a la derecha, a través de las zarzas. Rodean el margen del campo y llegan al campo base.
Una vez a la semana, la clase de infantil de Caroline, Anissa y Nicolas se desarrolla fuera de las cuatro paredes, en el entorno cercano a la escuela. Los niños y niñas juegan con el material que les propone la naturaleza, exploran y descubren el entorno con todos sus sentidos, se mueven. La mayor parte del tiempo la dedican al juego libre, acompañados por dos profesionales. Durante estos períodos, observan a los niños y les ofrecen los estímulos necesarios para que cada niño esté incentivado al máximo en sus aprendizajes, y que se preserve la tendencia natural de los niños a aprender. Un ritual de entrada y de salida, así como una breve actividad dirigida, estructuran la jornada, ayudan a los niños a orientarse en el tiempo y les proporcionan ideas de actividades.
Enseñar todas las materias en el exterior
El aprendizaje interdisciplinar es adecuado a la naturaleza, dado que, a partir de un tema o de un elemento, se pueden trabajar fácilmente los objetivos de distintos ámbitos de aprendizaje. Tomemos el agua, y la franja de edad de los 4 a los 12 años, y pasemos de ejercicios simples a labores complejas:
Lenguas: describir las sensaciones que evocan las manos dentro del agua, escribir el propio nombre con agua sobre cemento, inventar o continuar la historia de un elemento natural llevado por el arroyo, grabar sonidos relacionados con verbos y adjetivos en torno del agua, trabajar proverbios sobre el tema del agua.
Matemáticas: contar el número de gotas de lluvia que caen en la mano en un minuto, medir el tamaño de un charco y saltar por encima sin caer dentro, trasvasar agua con distintos recipientes, clasificarlos según la cantidad de agua que pueden contener, observar las simetrías y las formas geométricas de cristales de hielo con lupa, calcular la velocidad de un arroyo.
Biología, geografía, historia: descubrir quién vive dentro del agua, explorar el agua en distintos estados, ¿de dónde viene?, ¿adónde va? Dibujar un plano del curso del arroyo, uso del agua en otras épocas, hoy y mañana, en distintos lugares del mundo, visitar una estación depuradora, estudiar el consumo cotidiano propio de agua y preguntarse de dónde viene y a quién pertenece.
Arte, música: sujetar el extremo de un palo cerca del oído, poner el otro extremo dentro del agua y escuchar la música del arroyo, cantar canciones sobre y bajo la lluvia, construir barcos y molinos de agua, crear un cómic sobre el tema del agua, fabricar y afinar un copólogo.
Deporte: poner una hoja dentro del agua y correr más de prisa que ella, saltar de una piedra a otra, hacer carreras de relevos transportando agua dentro de cáscaras de caracol, carreras de orientación a lo largo del arroyo.
La escuela al aire libre – de dónde viene, adónde va
En Noruega y en Dinamarca, la escuela al aire libre se extendió con fuerza como concepto pedagógico de enseñanza a partir de los años 1990. Numerosos proyectos aislados organizados por enseñantes motivados propiciaron una reforma de la escuela, con la integración de la enseñanza al aire libre (“outdoor learning”) dentro de los planes de estudio, con apoyo económico, formaciones continuadas, herramientas pedagógicas y proyectos de investigación. En la Udeskole –la escuela al aire libre en Dinamarca– la enseñanza se da regularmente en el espacio natural y cultural del entorno. Allí se trabajan todas las materias, a menudo de forma interdisciplinar. En el centro de esta enseñanza se encuentra la estimulación de competencias esenciales para la vida –como, por ejemplo, la condición y la resistencia física, la gestión del estrés y las estrategias de adaptación, las competencias personales y la resistencia psíquica, la creatividad, la cooperación y la comunicación–. En Dinamarca, aproximadamente una de cada cinco escuelas practica la Udeskole por lo menos media jornada cada dos semanas. Y la tendencia es a la alza (Barfor et al. 2016). Más del 70% de la enseñanza de las Udeskole se produce en el bosque, a la orilla del agua o en patios verdes de la escuela. Los maestros integran cada vez más el entorno cultural: salidas a museos, a las calles del municipio, las fábricas, los talleres de artesanos, los edificios (Bentsen et al., 2012). Casi un 70% de los maestros suelen ir siempre, o mayoritariamente, al mismo lugar natural con el grupo-clase.
La evolución en otros países escandinavos, así como en Inglaterra y en Escocia, muestra un desarrollo similar. Este modelo también va ganando espacio en Alemania (Gräfe et al., 2016). Según mis propias observaciones, la escuela al aire libre se está infiltrando cada vez más en los países latinos, aunque más en la educación infantil que en la primaria. Publicaciones como Trésors du dehors (“Tesoros del exterior”), de Bélgica, o L’école à ciel ouvert (“La escuela al aire libre”), de Suiza, dan testimonio de estas prácticas y ofrecen a los maestros de primaria las herramientas necesarias para enseñar fuera de las cuatro paredes.
Llegada al campo base, el sofá forestal, Sarah y Christian despliegan el toldo. “Hoy prepararemos una tarta de cumpleaños para el otoño”, dice Sarah. Flavia y Hanna toman unos recipientes y empiezan ya a mezclar la masa: tierra, agua, musgo y hayucos. Linus, Martin y Carla ayudan a Christian a recoger leña y encender una hoguera. Sophie le pide a Sarah un cuchillo para tallar una flecha. Luca y Manuel han descubierto una piña roída. La observan con una lupa y buscan en el libro de los animales para encontrar quién la ha roído. ¿Quizás el zorro? Robin intenta izar su mochila a un árbol al que quiere trepar. Ata la mochila a una cuerda y tira de ella. Caroline le explica a Anissa que las setas no deben arrancarse ni llevarse en las manos, y luego finalmente parten juntas a buscar alguna. Nicolas y Mikaël se dejan caer de culo por un talud y luego se disponen a construir un túnel para los murciélagos cansados de volar.
Mientras, Christian ha encendido el fuego con los niños y prepara la merienda. Pan con miel y mermelada de escaramujos hecha en la escuela, rodajas de manzana y nueces esperan sobre la mesa de madera bajo el toldo. Nicolas y Mikaël tuestan su rebanada sobre el fuego. Caroline, Anissa y Linus cascan nueces con una piedra.
Los beneficios de la clase verde…
La escuela que se practica de manera regular en la naturaleza tiene efectos positivos para el desarrollo físico, psíquico y social, para los aprendizajes, para una educación dirigida a un desarrollo duradero y al desarrollo de valores (Malone & Waite, 2016; Natural England, 2016; Raith & Lude, 2014). En resumen, mejora la relación con el entorno cercano y su conocimiento, aumenta el bienestar, la salud y la motivación para aprender, los niños colaboran más y son menos agresivos, desarrollan su creatividad, sus competencias lingüísticas, una autoimagen más realista y la motricidad.
Enseñar fuera permite aprender en una situación real:: “Solo a través del contacto directo con el agua consigo comprender que el agua está mojada. Sentirla al mismo tiempo murmurar y gotear, ver olas y reflejos, sentir quizás el olor del mar o de la vegetación de ribera. Todo ello me aporta una impresión global que –junto con muchas otras experiencias parecidas– me lleva a una representación compleja y diferenciada de lo que es el agua” (Manfred Spitzer, médico y psicólogo, 2007, p. 225).
…mejora las competencias sociales y el ambiente de clase: para los maestros que enseñan regularmente en el exterior, uno de los aspectos positivos más importantes es la mejora de las relaciones entre los niños y entre el niño y el maestro. A la larga, este refuerzo de las bases sociales supone un ahorro de tiempo y facilita la cotidianidad con el grupo, tanto en el interior como en el exterior.
…es bueno para la salud: ffuera de las paredes, los niños se mueven más, lo que contribuye a disminuir las conductas agresivas y a aumentar la capacidad de concentración, la condición física y la confianza en el propio cuerpo y espíritu. Las salidas regulares a la naturaleza mejoran el bienestar y reducen el estrés.
…a la larga os descarga: al principio, enseñar en el exterior es una aventura que comporta cierto esfuerzo. Los maestros que continúan a pesar de todo y cada vez practican más la enseñanza al aire libre informan de que, con el tiempo, disfrutan de los mismos beneficios que los niños: tienen más libertad, se sienten satisfechos y con mejor salud; por la noche, regresan a casa más relajados; su práctica educativa se ve enriquecida. Con el tiempo y la regularidad de la enseñanza en el exterior, los niños y niñas se hacen también más independientes, más creativos, más motivados y más atentos.
…y los inconvenientes
Evidentemente, hay también inconvenientes para los maestros:
«La naturaleza no se encuentra directamente al lado del edificio escolar, enseñar al aire libre exige una organización considerable.» ¿De verdad? ¿No hay ningún prado, ningún parque urbano, ningún arroyo, ningún seto vegetal alrededor que podamos explorar? El patio de la escuela es también un lugar de aprendizaje que nos ofrece tesoros escondidos.
«Perdemos tiempo en el camino de ida y vuelta, podemos enseñar menos materia en el mismo tiempo.» Cierto, pero ¿la enseñanza al aire libre no es precisamente más global y profunda? Sin duda avanzamos menos rápido, pero lo que se aprende se integra mejor. Aprendemos muchas cosas inesperadas, que no figuran en los objetivos pedagógicos de la lección y que amplían las competencias sociales y personales. Además, también se aprende en el camino.
«Al aire libre no puedo planificar tan bien lo que pasará, y resulta complicado.» Es verdad, pero esto también os puede enseñar a gestionar de manera espontánea y creativa los estímulos de aprendizaje que propone la naturaleza, y a integrarlos en vuestra enseñanza.
«Los niños tienen más dificultades para concentrarse.» También esto es verdad ya que, a menudo, no les interesa lo que habéis planificado, sino que encuentran más atractivos los estímulos de la naturaleza. ¿Pero si seguís estos impulsos, al final no se alcanzarán igualmente los objetivos de aprendizaje? ¿Y no se estimularán las competencias esenciales para la vida?
«Los niños no van suficientemente equipados y por lo tanto no disfrutan de estar al aire libre.» Este es un problema real; en este caso, algunas mudas de recambio pueden ser a veces una solución. Explicad a las familias que los niños tienen derecho, y por qué lo tienen, a ensuciarse al aire libre, y que deben vestirlos para ello.
«Al principio los niños no están en absoluto motivados para salir.» Si es así, vuestra perseverancia es necesaria. Gracias a la regularidad, los niños y niñas se acostumbrarán finalmente a las lecciones al aire libre, y quizás incluso aprenderán a apreciarlas. También han tenido que acostumbrarse al espacio de la clase.
«Ya hemos terminado por hoy, nos vamos», canta Christian. Los niños se preparan la mochila. Con Sarah, recogen y ordenan los utensilios. Empieza de nuevo a lloviznar. Se tumban todos boca arriba y observan si el bosque tiene o no tiene más colores que por la mañana, gracias a los colores que se han elevado cuando ha explotado el globo de cumpleaños del otoño. Antes de irse, los niños y niñas buscan el pedazo de tarta que habían escondido. Igual que algunos animales hambrientos en el rigor del invierno, no todos lo encuentran. Alex deja caer algunas lágrimas por su tesoro perdido, y Manuel lo consuela dándole un poco de su pedazo.
Unos pequeños nomos, mojados y embarrados, agotados pero contentos, salen del bosque. ¿Qué secretos, qué experiencias se llevan consigo?
A los responsables de los ministerios y los servicios de la infancia y la juventud
En numerosas escuelas, son cada vez más estrictas las normas de seguridad, lo que crea miedos y dificultades añadidas a los maestros que practican la escuela al aire libre. Seguid la guía de reflexiones globales y a largo plazo, y cread las bases para una enseñanza sana y juiciosa para los niños y los maestros. ¿Qué es más peligroso, las consecuencias indirectas del sedentarismo dentro de cuatro paredes y el alejamiento de nuestro entorno cercano o un corte de vez en cuando, una mordida de garrapata o unos dedos de los pies helados?
Si se posibilitan, en cuanto a las normativas, las escuelas al aire libre, podréis, por un lado, aligerar para los profesionales motivados los trámites administrativos, la tarea de convicción y de realización, para que puedan invertir más energía y pasión en su labor con los niños y niñas. Y, por otro lado, contribuiréis a mejorar el desarrollo, el bienestar y la salud de nuestros niños y niñas.
Los contenidos y las fotos de este artículo se basan en las obras Les enfants des bois (“Los niños del bosque”) y L’école à ciel ouvert (“La escuela al aire libre”).
Para más información:
Wauquiez, S. (2014): Les enfants des bois. Pourquoi et comment sortir en nature avec de jeunes enfants. París : Books on Demand.
www.silviva-fr.ch/enseigner-dehors/
SILVIVA (Ed., 2018): L’école à ciel ouvert. La Salamandre.
www.tousdehors.be
Grupo de trabajo «Tous dehors» (Ed., 2017): Trésors du dehors. Auprès de nos arbres enseignons heureux. Es pot descarregar gratuïtament de: www.criesthubert.be.
www.reseauecoleetnature.org
Dynamique «Sortir!»: encontres i recusos pedagògics
Bibliografia:
Barford, K. Ejbye-Ernst, N., Mygind, L. & Bentsen, P. (2016): Increased provision of udeskole in Danish schools: An updated national population survey. A: Urban Forestry & Urban Greening, 20, pàg. 277- 281.
Bentsen, P. & Jensen, F. (2012): The nature of udeskole: outdoor learning theory and practice in Danish schools. A: Journal of Adventure Education & Outdoor Learning, 12, pàg. 199-219.
Gräfe, R., Gillessen, C., Harring, M., Sahrakhiz, S., Witte, M. (2016): Bildungsräume anders denken. Das Modellprojekt Draussenschule. A: Von Au, J. & Gade, U. (Hrsg., 2016): Raus aus dem Klassenzimmer. Outdoor Education als Unterrichtskonzept, pàg. 70-78. Weinheim: Beltz.
Malone, K. & Waite, S. (2016): Students outcomes and natural schooling. Pathways from evidence to impact report 2016. Plymouth: Plymouth University.
Natural England (Ed. 2016): Natural Connections Demonstration Project 2012-2016: Final Report. Natural England.
Andreas Raith & Armin Lude (2014): Startkapital Natur. Wie Naturerfahrung die kindliche Entwicklung fördert. Munic: oekom.
Renz-Polster, H. & Hüther, G. (2013): Wie Kinder heute wachsen. Natur als Entwicklungsraum. Ein neuer Blick auf das kindliche Lernen, Fühlen und Denken. Basilea: Beltz.
Spitzer, M. (2007): Lernen: Gehirnforschung und die Schule des Lebens. Munic: Spektrum.
Sarah Wauquiez, Suiza
Maestra, psicóloga, pedagoga de la educación al aire libre