Nos faltan las palabras para nombrarte, dar cuenta de tu historia, tu mirada, compromiso y presencia.
Nos faltan las palabras, para reconocer la magnitud del camino compartido. Desde el 2005 cuando, junto con Ofelia y Lica imaginaron nuestra revista Infancias Latinoamericanas.
Nos faltan las palabras para rodear tu ausencia e intentar retenerte aquí; a la distancia, a miles de kilómetros, a sabiendas que nuestros cruces ya son puente, y como dice Cortázar ya hemos puesto el piano y lo hemos cruzado.
Irene querida, maestra de maestras, educadora de infancias sin fronteras, compañera de nuestra tierra latinoamericana, siempre pendiente de nuestros dolores, de nuestras frágiles democracias y sus efectos en la vida de nuestras niñeces.
Irene querida, siempre atenta y solidaria, apuntando nuestro trabajo y defensa de la educación y la infancia, impulsando las voces sin voz, la escritura tantas veces olvidada.
Irene querida, desde San Cristóbal de las Casas hasta Ushuaia, desde Montevideo a Valparaíso, desde Quito a Asunción, desde la Habana a San Pablo, desde el Distrito Federal hasta la Antártida, desde Lima a Belén, de Bogotá a Buenos Aires, en cada punto, mantendremos tu fuego encendido, multiplicaremos las estrellas en tu nombre hasta los lugares más apartados, donde los derechos de la infancia sean negados. Y, nombraremos la educación infantil como apuesta y herencia.
Desde estas tierras, desde este colectivo de Infancias Latinoamericanas enviamos con una infinita tristeza, nuestro profundo afecto a la querida Asociación de Mestres Rosa Sensat, a los familiares, y a todos/as y cada uno/a de los/as que han compartido la trayectoria de Irene en algún momento de su vida.
La honraremos cada día sosteniendo su legado.