Entrevista. Marta Ordoñez

Marta Ordoñez es madre de una criatura trans*, y maestra de educación infantil. Su experiencia nos puede aportar reflexión sobre cómo afrontar una situación compleja de un hijo o hija trans*, y como profesional de la educación nos puede ayudar a reflexionar sobre cómo tratar con la máxima delicadeza y profesionalidad el tema.

Rosa Ferrer: ¿Marta cómo veías a tu hijo de pequeño? ¿Intuías que estaba pasando algo?
Marta Ordoñez: Me referiré a ella en femenino, (ahora que ya sé que es una niña y con el género que se siente identificada), y si tengo que hacer referencia a niños y niñas, lo haré con la forma “niñes” con la finalidad de incluir también en el discurso a criaturas no binarias, consciente del debate lingüístico que esto está provocando.
Mi hija de pequeña, se puede decir que era una niña feliz. Como todo ocurrió cuando era muy pequeña, no recuerdo que pasara nada extraño o que hubiera algo que me hiciera intuir que algo no iba bien. Al menos no de golpe. Sí que había indicios, situaciones… que en ese momento no supe identificar y que ahora, la perspectiva que me ha dado el tiempo, me ha permitido llenarlos de significado.
R.F.: ¿Te parecía que no se sentía cómodo jugando con niños, vistiendo como los niños y relacionándose con niños?
M.O.: No, no era eso. Ella siempre ha tenido amigos y amigas, jugaba con todes sin preferencias por unes u otres.
R.F.: ¿En algún momento pensaste que era gay?
M.O.:Hay mucha confusión en este aspecto. Una cosa es la identidad de género y otra, muy distinta la orientación afectivo-sexual. Mientras la primera responde a la pregunta “¿quién soy?” la segunda lo hace a “¿quién me atrae?”. Es decir, la identidad de género es un sentimiento íntimo que nos dice claramente quienes somos, es una autopercepción, por lo tanto sólo lo puede saber la persona misma. Nuestra identidad puede ser binaria (hombre o mujer) o no binaria. Si el género asignado al nacer coincide con esta identidad auto percibida, hablamos de personas cisexuales, cuando no coincide hablamos de personas trans*.

“Una cosa es la identidad de género y otra, muy distinta la orientación afectivo-sexual. Mientras la primera responde a la pregunta “¿quién soy?” la segunda lo hace a “¿quién me atrae?”

La consciencia de la identidad de género suele aparecer durante los primeros años. Las criaturas, alrededor de los 2 años de edad, incluso antes, tienen conciencia de sí mismas, son capaces de autodefinirse y de utilizar adjetivos referidos a sí mismas. Ya no usan la tercera persona “pelota nene”, para dar paso a la aparición del “yo”. En ese momento las criaturas, ya son capaces de usar el género para describirse. Aunque hay personas que lo saben más tarde. Nunca se es ni demasiado joven ni demasiado mayor para saberlo.

“La consciencia de la identidad de género suele aparecer
durante los primeros años”

La orientación sexual, aparece más adelante, cuando la persona empieza a sentir atracción afectivo sexual hacia otra persona. Esto suele ser en la preadolescencia, no antes. Por lo tanto no podemos decir que una criatura pequeña es hetero, homo o bisexual.

No lo pensé tampoco de mi hija.

R.F.: ¿Pudisteis observar esta conciencia de identidad de género tan temprana en vuestra hija?
M.O.: Sí, precisamente fue eso lo que nos hizo saltar la alarma.

Recuerdo un día que iba llena de collares por la casa, y al verlo (entonces aún le tratábamos en masculino) yo le dije “vas muy guapo y elegante con esos collares” y me contestó “no mamá, voy guapa”. Cuando hablaba del futuro lo hacía siempre refiriéndose a sí misma en femenino “mamá de mayor seré doctora”. Tenía poco más de dos años.

Para las primeras señales que mandaba siempre encontrábamos alguna posible explicación: es que imita a la hermana mayor, es que está jugando a que es otra persona, es una etapa, es muy pequeña…

Aquellas pistas que lanzaba se iban intensificando, a veces en forma de juego pero a veces, y cada vez más a menudo, se volvían exigencias. Poco a poco aquella necesidad de verbalizar su identidad en el juego, se fue extendiendo a otros ámbitos: la ropa, la familia más extensa, el colegio… No se conformaba con SER una niña jugando, sino que necesitaba que se la reconociera y tratara como niña siempre.
Ella nos iba lanzando pistas, señales… que no sabíamos interpretar.

R.F.: ¿Hablas de la ropa de como quería vestirse?
M.O.: En casa desde siempre hemos intentado no reproducir los roles estereotipados de lo que se supone que es masculino o femenino. Y, de una manera consciente, hemos ofrecido a nuestras hijas modelos que rompiesen con este binarismo o como mínimo, no contribuir a perpetuarlo. Me he dado cuenta que es muy difícil. No se puede, al menos nosotros no lo hemos conseguido. Y esto es porque recibimos un constante bombardeo; tanto en la televisión, en la escuela, las tiendas de ropa, de juguetes… esto es de niña, esto es de niño, rosa, azul… toda la sociedad está impregnada de este binarismo arcaico y retrógrado, en el que estamos atrapadas.

“Ella nos iba lanzando pistas, señales… que no sabíamos interpretar”

Ella necesitaba que se la leyera en femenino, que todas las personas que la rodeaban la vieran como la niña que era y ella usó las herramientas que le brindaba la sociedad: cogió todas aquellas referencias que entendía como femeninas y las usó para autoafirmarse. Entonces tenía 4 años recién cumplidos. ¡Fue una época rosa, de tul y purpurina extrema! Que por suerte se calmó cuando hizo el tránsito.

Empezó a rechazar los pantalones, quería vestir con medias, mallas y vestidos. Y se lo permitimos, ¿por qué no? Si me hubiera pedido ir a la escuela con pijama, mi repuesta sería que el pijama era para dormir, si me pedía ir en vestido no podía decirle que era de niña, no. Iba con el vestido.

“Esto es de niña, esto es de niño, rosa, azul… toda la sociedad está impregnada de este binarismo arcaico y retrógrado, en el que estamos atrapadas”

Creíamos que era un niño al que le gustaba y se sentía cómodo con ese tipo de vestuario y de complementos, nunca se lo prohibimos, ni lo vimos como un problema. Pensábamos que era un niño con una expresión más femenina, pero nunca imaginamos que realmente era una niña, hasta más adelante.

Esto es expresión de género. Es un concepto que guarda cierta relación con la identidad y la orientación, pero es importante diferenciarlos. La expresión de género tiene que ver con el aspecto de la persona: ropa, corte de pelo, etc. No determina la orientación ni, por supuesto, la identidad.

“Pensábamos que era un niño con una expresión más femenina, pero nunca imaginamos que realmente era una niña, hasta más adelante”

“La expresión de género tiene que ver con el aspecto de la persona: ropa, corte de pelo, etc. No determina la orientación ni, por supuesto, la identidad”

R.F.: ¿Cómo te diste cuenta de que estaba viviendo un proceso mucho más profundo?
M.O.: Ella vestía como quería, a menudo pedía coletas, escogió su mochila para el colegio rosa… era aceptado (aún seguíamos tratándola en masculino) tal y como era, pero no era suficiente.

Los juegos con el género se volvieron exigencias, empezamos a percibir momentos de sufrimiento y angustia. Ella siempre había sido muy expresiva y alegre y su carácter empieza a cambiar.

R.F.: ¿A qué edad os plantea lo que le está pasando?
M.O.: Todo esto pasa de los 2 a los 4 años.

A esa edad el lenguaje verbal empieza a tomar protagonismo, pero aún no es capaz de poner palabras y explicar lo que le pasa. Utiliza otros lenguajes, otros códigos, sobre todo a través del juego y a partir de momentos de la vida cotidiana, comentarios, preguntas…

Cuando ya vemos que lo que le ofrecemos no es suficiente, nos damos cuenta que estábamos ante una situación más compleja a la que no sabíamos cómo responder y empezamos a buscar.

Tuvimos suerte y dimos con una asociación de familias de menores trans*. Fue un alivio conocer realidades muy similares a la nuestra, conocer a familias en la misma situación y sobre todo para nuestra hija, fue una sorpresa para ella ver que no era la única.

Hablar con la asociación de menores trans* Chrysallis (de la que actualmente formo parte de la junta) nos abrió los ojos.

Hablé con ella y le dije que a lo mejor nos habíamos equivocado, que quizás ella era una niña y le pregunté cómo quería que la llamáramos. En ese momento dijo que quería un nombre de niña, preguntó si podía… ¡Aún recuerdo los saltos de alegría que daba por la habitación!!

A partir de ese momento empezamos a dirigirnos a ella en femenino y a utilizar su nuevo nombre, empezó el tránsito social, es decir, el momento de mostrarle al mundo su verdadera identidad.

Su alegría y su cambio de actitud para bien, nos reafirmaba, sabíamos que lo estábamos haciendo bien, que íbamos por buen camino y que era lo que necesitaba. Sólo había que ver lo feliz que estaba.

R.F.: ¿Cómo se puede diferenciar si las criaturas quieren ser de otro género al asignado al nacer, ya que les atrae los roles que tienen y ocupan en la sociedad o viven una gran contrariedad entre lo que sienten y el sexo que tienen?
M.O.: En mi caso en concreto y, por lo que nos cuentan las familias de la asociación, hay un hecho en común y es que se experimenta un cambio de comportamiento. Un desacuerdo en el nombre registral (aquel que se inscribe en el momento del nacimiento), se encierran en sí mismes, hay casos de depresión, de autolesiones y, por desgracia, hemos vivido casos muy cercanos de suicidio.

“Su alegría y su cambio de actitud para bien, nos reafirmaban, sabíamos que lo estábamos haciendo bien, que íbamos por buen camino y que era lo que necesitaba. Sólo había que ver lo feliz que estaba”

Las consecuencias de negar, corregir o hacer creer que están sufriendo una patología a criaturas que expresan su género de una manera no normativa, pueden ser nefastas.

Para no llegar a este punto, es muy importante la mirada de las personas adultas cercanas a estas criaturas.

R.F.: ¿Cómo pueden ayudar las personas cercanas?
M.O.: Lo principal y más importante que tiene que hacer la persona adulta es estar, escuchar y acompañar. Una escucha activa, dispuesta a dar respuesta a lo que la criatura necesite en cada momento. Acompañar ni un paso adelante, ni uno atrás, al lado.
Y tener la mente muy abierta.

Hay que dejar fluir sin juzgar, ni corregir, ni aleccionar. Hay que tener claro que no hay una única manera de transitar, ni de vivir el género.

“Las consecuencias de negar, corregir o hacer creer que están sufriendo una patología a criaturas que expresan su género de una manera no normativa,pueden ser nefastas”

Si a las criaturas les interesa otro género al asignado al nacer hay que dejarlas que investiguen y curioseen, sin reproches ni juicios.

La escucha y el acompañamiento son claves para dar una respuesta ajustada a las necesidades de estas criaturas.

Esta mirada respetuosa requiere una revisión de los propios prejuicios, de cómo vivimos en primera persona el género, entran en juego posicionamientos y reflexiones profundas. Hay que estar dispuesta a desaprender para empezar a construir de nuevo.

“Lo principal y más importante que tiene que hacer la persona adulta es estar,
escuchar y acompañar. Una escucha activa, dispuesta a dar respuesta a lo que la criatura necesite en cada momento. Acompañar ni un paso delante, ni uno atrás, al lado. Y tener la mente muy abierta”

“Hay que dejar fluir sin juzgar, ni corregir, ni aleccionar. Hay que tener claro que no hay una única manera de transitar, ni de vivir el género”

R.F.: ¿Mostró una incomodidad con el tipo de género i/o con su sexo biológico?
M.O.: No, de momento no ha mostrado incomodidad ni rechazo a su cuerpo.
Los esfuerzos de la mayoría de familiares de menores trans*, pasan por conseguir empoderar a sus hijes y lograr que, como lo haríamos con nuestres hijes cis, se quieran tal y como son.

Sus cuerpos son perfectos, funcionales y diversos. No están en “cuerpos equivocados”, no son “niños en cuerpos de niñas” ni “niñas en cuerpos de niños”. Estas afirmaciones alimentan la idea que las personas trans* tienen que modificar su cuerpo obligatoriamente, hormonarse o medicarse y no siempre es así. El problema no son los cuerpos, es la mirada de la sociedad que los juzga y los categoriza como no válidos, como “equivocados” por no seguir la norma establecida.

“Esta mirada respetuosa requiere una revisión de los propios prejuicios, de cómo vivimos en primera persona el género, entran en juego posicionamientos y reflexiones profundas. Hay que estar dispuesta a desaprender para empezar a construir de nuevo”

“El problema no son los cuerpos, es la mirada de la sociedad que los juzga y los categoriza como no válidos, como “equivocados” por no seguir la norma establecida”

Hay que tener toda la información y, si la persona trans* quiere, sólo si ella toma la decisión, se valora cómo, cuándo y qué hacer de la mano de profesionales endocrinos, y digo endocrinos, porque son el equipo médico que puede asesorar sobre hormonas, y cambios. A menudo y de forma completamente equivocada, se deriva a nuestres hijes a psicólogos o psiquiatras. La transexualidad no es una enfermedad mental, nuestres hijes no están enfermes. Lamentablemente y en contra de lo que algunas opiniones y desde algún sector nos han hecho creer, los trastornos y dificultades aparecen precisamente cuando no se permite SER a aquella criatura aquello que ES.

R.F.: ¿Cómo se afronta como familia un planteamiento trans* por parte de un hijo?
M.O.: Cuando la palabra “transexualidad” entró en nuestra familia, supuso una sacudida importante, fruto de la desinformación que teníamos de todo lo referente al mundo trans*. Lo poco que sabíamos venia envuelto en prostitución, marginación y drogas. Era un mundo al que no queríamos pertenecer. No conocíamos a nadie que fuera trans*, las únicas referencias venían de la televisión.
Evidentemente, en ese momento y con esa información sesgada, no era la vida que queríamos para nuestra hija.

El hecho de conocer personas trans* adultas, sus vidas, sus luchas y dificultades… me ha permitido valorarlas y agradecerles infinitamente sus logros. He entendido por qué se han visto discriminadas, y porque se han visto abocadas a llevar las vidas que han llevado, muchas de ellas repudiadas por sus familias, han tenido que sobrevivir como han podido.

He conocido también personas trans*, que han hecho el tránsito siendo adultas, unas que tienen pareja, que tienen trabajo…

Fue duro. Ahora que ya han pasado 5 años del tránsito (mi hija tiene ahora 9) puedo afirmar que ha sido una suerte, Nos ha hecho ser mejores personas.

Hay una sensación de vértigo y las emociones empiezan a asemejarse a un viaje en una montaña rusa.

R.F.: ¿De hecho socialmente existen básicamente dos modelos de género, piensas que condiciona a las criaturas a escoger un género o el otro, y que si tuviesen una diversidad de modelos tendrían más posibilidades de poder definirse o identificarse?
M.O.: Totalmente. El sistema sexo-genero binario y cisheterosexual, nos encasilla y nos limita. Está de sobra demostrado que la realidad en cuanto a género es mucho más diversa. Es vital que se visibilicen estas realidades en todos los ámbitos: cultura, política, deporte, ciencia, arte… para las criaturas es realmente importante tener referentes en los que poder sentirse reflejadas e identificadas y que éstos estén presentes en la cotidianidad. Deberíamos preguntarnos por qué no solemos encontrar profesorado trans*, personal médico, administrativo… la tasa de paro y desocupación en las personas trans* es altísima! es un pez que se muerde la cola, en el mundo laboral sufren mucha discriminación, si no se contrata personal trans* nunca serán visibles, si no tienen trabajo se verán obligades a buscarse la vida para subsistir y volvemos de nuevo a la marginalidad.

R.F.: ¿Puede ser posible una sociedad sin géneros?
M.O.: Es un debate interesante. A mí, personalmente, me gustaría que no hubiera que etiquetarse, que cada cual se autodefina y se auto identifique con aquello que se sintiera más cómode.

Creo que el género no es una cosa estática, a lo largo de la vida lo vamos viviendo de una manera u otra, fluyendo y variando, reajustando. Tampoco la vivencia del género es igual de una persona a otra. Lo que significa ser “mujer” para mí, igual no coincide con lo que piensas tú, pensaba mi abuela o lo que piensa mi hija. Pero todas ellas son válidas.

Desde una parte del feminismo más radical (las TERF) se está viviendo este despertar de las personas trans (sobre todo de las mujeres trans) y esta lucha por sus derechos como una agresión, ellas- las TERF- lo llaman un “borrado” de las mujeres como categoría. No aceptan la autodeterminación de género, porque no aceptan que una persona pueda ser mujer y no encajar con los estereotipos de género. Ellas aceptan a las mujeres trans* operadas, y con mucho cispassing, que no “se note” que son trans*. Y luego recriminan a las familias de menores trans* que facilite la hormonación a nuestres hijes.

R.F.: ¿Queda mucho camino para que la sociedad pueda tratar este tema con normalidad y respeto?
M.O.: Si, queda mucho. Llevamos impregnado el binarismo en la piel. Es lo que nos han enseñado a nosotras, a nuestras abuelas y a un montón de generaciones anteriores a nosotras. Romper con eso es difícil, porque es romper con el sistema.
Es un tema que asusta porque te interpela directamente, te hace reflexionar y revisarte interiormente y no todo el mundo está dispuesto.

R.F.: ¿Cómo ves a los profesionales de la educación frente a este tema?
M.O.: Hay que incidir desde ya en la escuela. La formación que reciben nuestras hijas e hijos es muy deficiente e incompleta en diversidad de género. El profesorado tampoco tiene formación y muchas familias creen que este tipo de contenido no debería de darse en clase. Es un escenario poco esperanzador.

Por suerte y cada vez más, nos encontramos con escuelas que están haciendo muy buenas prácticas y con profesorado muy motivado que, si bien es cierto que parten de cero en formación, hacen lo imposible por ponerse al día y poder acompañar a estas criaturas de la mejor manera.

La formación e información es nuestra mejor arma. Des de la asociación impartimos charlas y talleres a profesorado, alumnado y familias. Además hemos elaborado un dossier didáctico, con explicaciones, actividades y dinámicas para hacer con las criaturas, que ha tenido muy buena acogida.

“Es un tema que asusta porque te interpela directamente, te hace reflexionar y revisarte interiormente y no todo el mundo está dispuesto”

Hemos comprobado que la mayoría de malas praxis en los centros son debidas al desconocimiento e ignorancia sobre el tema. Una vez el profesorado tiene estrategias, herramientas y recursos, todo suele calmarse.

R.F.: ¿Cómo ha sido vuestra relación familiar con la escuela en este proceso?
M.O.: En nuestro caso, la escuela se mostró muy colaboradora e interesada en el proceso. No tenían formación ni conocimientos pero se volcaron en acompañar a mi hija en el camino que iniciaba. No esperábamos otra cosa, en la escuela pasa muchas horas y era fundamental el ir a una y tener los mismos objetivos.

Durante las vacaciones escolares enviamos un mensaje a todas las familias del grupo explicando el cambio en nuestra hija y el nombre que debían utilizar a partir de entonces para dirigirse a ella. Además adjuntamos algunos vídeos y artículos. La respuesta fue espectacular.

Estamos tranquilas, pero no bajamos la guardia. Cualquier
comentario, burla, desprecio… se tiene que cortar de inmediato. El motivo más común de bullying en la escuela es por temas relacionados con la identidad u orientación de género y aunque sabemos que lo tienen muy presente en el colegio, como familia estamos muy alerta.

R.F.: ¿Qué papel tiene que desempeñar la escuela en la acogida de una criatura trans*?
M.O.: En Catalunya tenemos un protocolo escolar de acompañamiento a menores trans* de obligado cumplimiento en todas las escuelas en el que dice, de manera muy resumida que la escuela debe:

  • utilizar el nombre sentido y en el género en que se identifique el/la alumna
  • cambiar el nombre registral por el nombre sentido en las listas, nombres a la vista…
  • permitir uso de baños y vestuarios acorde con el género sentido.
  • permitir uso de uniforme, si es el caso, acorde con el género sentido
  • ofrecer formación y asesoramiento al profesorado en materia de género y diversidad
  • velar por el bienestar de la persona que hace el tránsito.

Es un protocolo de mínimos, se tendría que revisar. Aun así, debemos sentirnos con suerte, ya que somos de las pocas comunidades autónomas con este protocolo.

“El motivo más común de bullying en la escuela es por temas relacionados con la identidad u orientación de género y aunque sabemos que lo tienen muy presente en el colegio, como familia estamos muy alerta”

R.F.: ¿Cómo debe ser la relación con la familia durante este proceso?
M.O.: La relación familia-escuela siempre tiene que ser muy estrecha, basada en la confianza y respeto mutuo, no sólo ante las dificultades.

Las familias confían en el profesorado como profesionales de la educación y necesitan compartir el proceso de cambio con quien, al fin y al cabo, pasa más horas con las criaturas.

A veces, encontramos que, la criatura prefiere decirlo primero a sus amistades antes que a su familia. A veces incluso su tutora o tutor se convierte el interlocutor y mediador debido a esta relación especial, de seguridad y confianza que se establece entre ellos-.

En cualquier caso, los pasos a seguir, los tiempos, el ritmo, cómo y cuándo decirlo… se deberá hablar con la familia pero sobre todo con la criatura en cuestión. No hay dos tránsitos iguales, por lo tanto no hay una única manera de proceder. La escucha y el acompañamiento hacia la criatura y la familia serán lo que nos guie en el proceso.

R.F.: ¿Qué herramientas necesita la escuela y los profesionales de la educación para afrontar este tema con toda la comunidad educativa?
M.O.: Necesitamos formación para estar a la altura, para acoger y acompañar a estos niñes de la mejor manera, para afrontar esta realidad con la que nos encontramos cada vez más y abastecernos de herramientas y estrategias para saber comprender y saber estar. La escuela necesita, también, una revisión exhaustiva de los modelos que ofrecemos a les niñes (libros, imágenes, personajes históricos…) … Y es básico que todas estas exigencias y necesidades sean reconocidas por Ley, porque es de esta manera que se puede garantizar que todas las criaturas de nuestro territorio estén en igualdad de condiciones y no dependan de la “buena suerte” de ir a un colegio donde se respeten los derechos de la infancia o de la “mala suerte” de ir a otro donde no se contemple la diversidad , y por lo tanto, se vulneren de manera sistemática estos derechos, mientras que nadie interviene.

“La escuela necesita, también, una revisión exhaustiva de los modelos que ofrecemos a les niñes (libros, imágenes, personajes históricos…) … Y es básico que todas estas exigencias y necesidades sean reconocidas por Ley, porque es de esta manera que se puede garantizar que todas las criaturas de nuestro territorio estén en igualdad de condiciones”

R.F.: ¿Como ves la propuesta de la ley trans* que se plantea en el estado español?
M.O.: Necesitamos que se legisle al respecto con urgencia. Necesitamos una ley trans* para que se reconozcan los derechos de nuestres hijes. Para dejar de desearnos “suerte” cada vez que tenemos que hacer un trámite administrativo, para que la persona que está detrás de la ventanilla no nos mire raro, ni nos haga preguntas incómodas. Para poder viajar sin dar explicaciones de lo que pone en el DNI, para poder escolarizar a nuestres hijes sin sufrir cada día la posibilidad que se sienta rechazade, para que pueda practicar un deporte según su género sentido, para que encuentre un trabajo, para que no vuelva a casa golpeada… No pedimos favores, pedimos los mismos derechos que puedan tener el resto de criaturas. Que tengan una infancia feliz sin más.

Entrevista realizada en Barcelona en abril del 2021

Rosa Ferrer
Maestra de educación infantil

NOTA
Marta Ordoñez Castellnou: mocastellnou@hotmail.com
* TRANS: Incluye todas las diversidades.
TERF (Acrón imo en inglés de: Feminismo Radical Trans Excluyente) 

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