¿Qué ha pasado en la vida emocional de los niños, niñas y sus familias, durante estos inéditos tiempos de pandemia?
Existen revisiones exhaustivas de evidencia empírica tanto a nivel nacional como internacional, particularmente en CEANIM (Centro de Estudios y Atención del Niño y la Mujer), hemos conocido los testimonios entregados por mujeres/madres y en general la familia, en la que nos señalan que los cambios han ido desde las rutinas cotidianas, como las largas horas de exposición al televisor, la percepción de inseguridad del presente y la incertidumbre del futuro, cambiando las relaciones familiares al interior de los hogares.
El hacinamiento, las precarias condiciones laborales han provocado en los adultos cuadros de extrema ansiedad y depresión y en niños y niñas irritabilidad, retraimiento, dificultad en las relaciones interpersonales, problemas de sueño y descanso reparador además de hastío y aburrimiento.
“El hacinamiento, las precarias condiciones laborales han provocado en los adultos cuadros de extrema ansiedad y depresión y en niños y niñas irritabilidad, retraimiento, dificultad en las relaciones interpersonales, problemas de sueño y descanso reparador además de hastío y aburrimiento”
Esta realidad de hoy es dolorosa y extraña – por momentos que no son pocos y muchas veces eternos – la que vivimos todos y todas desde el inicio de esta angustiante y desoladora condición de Pandemia que, entre otras tantas prohibiciones, llama fuertemente, a inhibir interacciones; interacciones espontáneas verbales y no verbales, invitantes y generosas. La falta de espontaneidad de expresiones gestuales invisibles, de escasa movilidad como un espiral de nunca acabar, el llamado a vivir y permanecer encerrados bajo cuatro paredes es, tal vez, el llamado a un YO, público y privado a dejar de ser quien se es. Solo estamos y existimos de acuerdo con los metros cuadrados en que vivimos. Hoy el espacio que habitamos, nos prohíbe, inhibe, irrita y maltrata.
Murallas vivientes que acorralan, murallas que contienen, inhiben y han hecho que la vivamos como “un ser humano que dejó de ser humano”, pues la no interacción entre seres humanos y la naturaleza nos han convertido en personas desganadas, sin fuerzas, temerosas, como una suerte de atentado a la humanidad. Hemos estado expuestos a situaciones, conductas, sentimientos, emociones que se contraponen, haciéndonos más lábiles y frágiles.
Es así como la MASCARILLA se ha convertido en la Heroína, objeto de salvación e idolatría. No puedo, no debo vivir sin ella. Esta se convierte, nada más y nada menos que en nuestra salvadora, nuestra compañera de un andar por la vida de hoy, no la de ayer.
Cifras internacionales indican que 1.6 billones de estudiantes han sido afectados por el cierre de las escuelas como resultado de la pandemia del Covid-19
¿Qué conductas es posible ver en niños y niñas y cuáles deben ser de preocupación para los adultos?
Las conductas que es posible apreciar son alteraciones en el aprendizaje y en el bienestar general.
Una de las preocupaciones de los padres y las madres cuyos hijos permanecieron por largos períodos al interior de sus hogares son: disminución del aprendizaje, pérdida de atención y concentración, angustia y poca sociabilización con sus pares, produciendo conductas agresivas inadecuadas y fundamentalmente, aislamiento y miedo.
Los educadores encargados de atender y educar a niños y niñas de la primera infancia deben estar atentos a aquellas conductas principalmente en el plano de lo emocional, estableciendo una escucha y observación activa; dado el temor reinante al contagio y a las largas cuarentenas, pocos niños y niñas salieron a la calle a jugar como solían hacerlo, la invitación es entonces a TUGAR, TUGAR salir a JUGAR.
Es una necesidad imperiosa que los establecimientos educacionales abran sus puertas lo antes posible y con los protocolos actualizados permanentemente que permitan transmitir tranquilidad y paz y se conviertan en espacios amables, saludables y contenedores para las infancias
y sus familias.
“Las conductas que es posible apreciar son alteraciones en el aprendizaje y en el bienestar general”
¿Cómo favorecer factores protectores de resiliencia en los párvulos que les ayuden a superar esta crisis?
Sabemos lo que está sucediendo y los riesgos inminentes a partir del cierre de centros infantiles y escolares; los niños y niñas han sido víctimas no solo de la televisión, sino que también de la familia, quienes consciente o inconscientemente han promovido el miedo, el aislamiento, la irritabilidad y conductas depresivas.
Se hace necesario crear, diseñar y gestionar sistemas educacionales que conlleven a comportamientos resilientes, es decir, que promuevan factores protectores, entre otros, el juego libre, actividades en las cuales los niños y niñas estén en círculo y mirándose a las caras, así como involucrar a las madres y familiares tanto como sea posible.
Lo que es fundamental para un adecuado desarrollo de niños y niñas es trabajar la empatía, la autoestima y el auto concepto, o lo que hoy en día se denomina educación emocional, esta última ha sido descrita como imprescindible para el óptimo desarrollo y aprendizaje del niño y la niña, la consideración de la dimensión afectiva es por estos días fundamental para trabajar las áreas cognitiva, psicomotora y social.
Para un niño y niña el tener amigos es sentirse parte de un grupo, recibir apoyo en los momentos que lo necesita, compartir experiencias, intereses, todo esto a su vez les ayuda a construir una adecuada imagen de sí mismo. La manera más adecuada y divertida de educar en emociones es a través del juego, que les permite ir incorporando recursos adecuados que luego generalizan en su vida cotidiana.
“Se hace necesario crear, diseñar y gestionar sistemas educacionales que conlleven a comportamientos resilientes, es decir, que promuevan factores protectores, entre otros, el juego libre, actividades en las cuales los niños y niñas estén en círculo y mirándose a las caras, así como involucrar a las madres y familiares tanto como sea posible”
¿Cuál debería ser el rol de los educadores en este proceso de reincorporación a la presencialidad?
En primer lugar la educadora y el personal en general de los jardines debieran recibir capacitación y apoyo permanente para establecer una relación más empática con los niños
y niñas, los dibujos libres, la pintura, así como las narraciones que ellos deseen hacer frente a su grupo de pares, es una importante evidencia para conocer su estado. Este material debe ser trabajado en conjunto con las familias y otros educadores de manera de apoyarse
en las estrategias a seguir.
El rol de los educadores en la reincorporación de los niños y niñas a los centros educativos, en primer lugar, es realizar una observación naturalista de forma de diagnosticar niño a niño la forma en que se presentan en los jardines infantiles, y en general a toda la comunidad educativa.
Generar espacios de conversación, reflexión y resignificación de lo vivido tanto hacia los niños y niñas, como hacia las familias y comunidad educativa en general; por ejemplo, convocando a reuniones abiertas para dialogar.
Pamela Díaz Facuse
Notas
1. María Angélica Kotliarenco, Psicóloga Universidad Católica de Chile, Master en Ciencias y Doctora en Filosofía, Instituto de Educación, Universidad de Londres. Estudios Post-Doctorales. Instituto de Educación Universidad de Londres. Directora Ejecutiva CEANIM. mkotliarenco@gmail.com
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