Marcia Ramos es militante del Movimiento de los Sin Tierra (MST) de Brasil, educadora e investigadora de las infancias.
Hola Marcia ¿Contanos de tu historia de militancia en el MST y que representa el MST en Brasil y Latinoamérica?
Mi familia desde el comienzo ha luchado por la tierra a partir del trabajo, un lugar para habitar. Soy hija de familia campesina. Soy del interior de San Pablo, de una familia pequeña y cuando mis padres buscaban un lugar para trabajar la tierra ocurre la primera ocupación de tierra en el año 1984. En ese momento nace el MST junto a un movimiento de la lucha por la tierra, en conjunto con la iglesia y sindicatos con una gran movilización de familias que vivían en el campo organizan la primera ocupación por la tierra. Es en el año 1986 que mi familia participó de la tercera ocupación de tierra del movimiento.
Yo tenía 12 años en ese momento, mi padre siempre había trabajado bajo patrón para la supervivencia, bajo el régimen de mediería. A partir de la ocupación, nos permitió tener un espacio de comunidad, colectividad, la posibilidad de la escuela, salud, organización social y trabajo. Por el contrario, en el campo, la vida es solitaria, y afecta la participación de niñas, niños y mujeres, en la educación, en la organización social y se favorece la violencia y el patriarcado.
Estar en el MST fue muy importante para mi formación y crianza. Más allá de las dificultades de acceso, en la comunidad se permite un espacio de compartir para encontrar soluciones colectivas, vivir en comunidad funciona como una estructura, una riqueza para cualquier otro trabajo. Parte de eso es lo esencial de mi formación como educadora popular.
Me asumo como educadora de infancia e investigadora y entiendo que la infancia es política, sujeto político, es histórica y colectiva.
Sabemos de tu preocupación por las infancias campesinas sin tierra y del congreso que han realizado ¿Cómo el MST incorpora la participación de las infancias, cual es ese recorrido y como generaron el congreso?
En la década del 90´, nuestra casa era la casa de las niñas y los niños dentro del asentamiento, que le daba vida a la comunidad. El proceso fue largo, para pensar a las niñas y los niños en la lucha por la tierra en Brasil. Cuando miramos para atrás en la historia, antes del MST, vemos un tiempo de violencia total para nuestras crianzas, de silenciamiento, explotación laboral, ejercida incluso por las familias, del latifundio de la tierra e incluso y por el propio estado brasilero.
“Históricamente venimos construyendo un proceso con las crianzas, no para las crianzas sino con.”
Las niñas y los niños del MST, en la lucha por la tierra, tienen una centralidad diferente. Diría que las crianzas modifican la forma de un movimiento popular como el MST, de ver la sociedad a partir de las niñas y niños. ¿Por qué? Porque no sólo hicimos el mayor encuentro nacional de crianzas campesinas de Brasil, sino también porque históricamente venimos construyendo un proceso con las crianzas, no para las crianzas sino con.
La ocupación de la tierra consolida también la posición de la escuela dentro de los acampamentos, la comunidad, porque la lucha es para hacer una escuela, algo que nos fue negado históricamente, desde la colonización y los propios movimientos del capitalismo. El derecho de tener acceso a la educación a los pueblos del campo fue negado históricamente, porque el conocimiento es poder, el conocimiento cambia las sociedades. Entonces el campo brasilero fue prácticamente excluido del derech0o al conocimiento, del acceso a la escuela y a las universidades.
“El derecho de tener acceso a la educación a los pueblos del campo fue negado históricamente, porque el conocimiento es poder, el conocimiento cambia las sociedades”
Ahí es donde el MST mira desde y para las niñas y los niños, no invisibiliza ni violenta. El derecho negado por el estado brasilero, es repuesto por el movimiento. Nosotras y nosotros luchamos por la escuela pública porque es una lucha de la clase trabajadora. La lucha por el acceso a la escuela fue el primer movimiento de lucha por una escuela con maestras y maestros de la comunidad. La educación debe servir para lo necesario para la vida, un proyecto político pedagógico, una comunidad educadora, el mercantilismo también disputa el vocabulario, cliente, oferta. Hay una visión empresarial de la educación que buscan mercantilizarla, no sólo en Brasil sino en todo América Latina. Entonces, la lucha es permanente, los docentes son criminalizados y perseguidos. La educación pública está en disputa.
“Luchamos por la escuela pública porque es una lucha de la clase trabajadora. La lucha por el acceso a la escuela fue el primer movimiento de lucha por una escuela con maestras y maestros de la comunidad”
“Marcia, sin embargo, nos comentabas que el movimiento también desarrolló sus propios instrumentos para abordar el tema de la educación en las infancias. ¿Cómo es eso?”
Cuando surge el MST, surge el debate por la escuela. Porque la escuela formal discriminaba a las niñas y los niños campesinos y es por estas razones que de a poco el movimiento discute que ese tipo de educación no servía para las personas. Entonces ya en la década del 90’ se discuten dos dimensiones centrales del proyecto educativo del MST. Por un lado, la pedagogía freireana de los oprimidos de Paulo Freire y la construcción de la revolución socialista. Esas dos vertientes forman parte del proyecto pedagógico de la escuela del MST como instrumento político.
Otro instrumento que surge en 1994 son las movilizaciones infantiles. Las crianzas son un movimiento para concebir, junto a las y los educadores, la lucha ante la Secretaría de Educación de los Estados: qué escuela queremos. Desde 1994, los 24 Estados brasileros en los que se encuentra el MST son movilizados con las crianzas a las Secretarías de Educación para reivindicar el derecho a tener escuela en las comunidades, de un proyecto político-pedagógico ligado a necesidades concretas de cada Estado. Es una novedad de las crianzas del movimiento campesino bajo esta perspectiva de las movilizaciones infantiles. La movilización infantil permite otra perspectiva de infancia en el Brasil, entender a las niñas y los niños como sujetos políticos, culturales, históricos no solo en el movimiento campesino sino en otros espacios y organizaciones del Brasil.
“La pedagogía freireana de los oprimidos de Paulo Freire y la construcción de la revolución socialista. Esas dos vertientes forman parte del proyecto pedagógico de la escuela del MST como instrumento político”
El tercer instrumento es la ciranda infantil. Es un espacio infantil que comenzó para las y los más pequeños y hoy cubre hasta los 12 años. Esta lucha empieza a partir de la participación de las mujeres del MST. No es posible hablar de infancia en el MST sin traer junto la participación de las mujeres. Porque para participar tenían que llevar sus hijas e hijos, es una condición de la mujer campesina y si no se garantizaba un espacio para las niñas y los niños no era posible la participación de la mujer. Esto generó muchos conflictos internos desde la lucha de las mujeres para poder participar, pero también de las niñas y niños. Como ya existía la escuela y las movilizaciones infantiles nos preguntamos: ¿por qué no organizar algo para las y los más pequeños?. Esto surgió en un curso de formación en el año 1996 la discusión y en el año 1997 en un gran encuentro de educadoras y educadoras infantiles en Brasilia organizamos la primera ciranda infantil. Esto fue un gran movimiento porque se amplió la participación de las mujeres y las crianzas en las actividades. La ciranda no es sólo del MST, sino de todas las organizaciones sociales, un espacio para las niñeces, para que las mujeres puedan participar.
Sin embargo, nosotras y nosotros decimos que la ciranda es un espacio alternativo, porque no forma parte de una política pública del Estado en la cual hay derechos vulnerados, de nuestras infancias, pero también de las trabajadoras y los trabajadores de la educación.
“Es interesante cómo nos cuentas el proceso de construcción con las infancias para poder llegar a un gran congreso que organizaron el año 2018, ¿cómo fue esa experiencia?
Bueno, justamente en el año 2018 llegamos a un gran encuentro de niñas y niños campesinos con 1200 crianzas y más de 300 educadoras y educadores de todo Brasil, con dos años de preparación un encuentro nacional.
El desafío fue que las niñas y los niños sean parte de la construcción del encuentro, por lo que los 24 estados tenían que participar, sin financiamiento, para pensar un proyecto de sociedad. ¿Qué relación tiene ese proyecto con el movimiento? Primero forma parte de un proyecto de reforma agraria popular que el MST defiende en Brasil. Este proyecto no es un proyecto de las niñas y los niños solamente, se encuentra vinculado a nuestro movimiento social popular que tiene como principio la participación, la lucha social, la colectividad, la historia, la agroecología, que rompe con la propiedad privada y la concentración del latifundio. Son muchas cuestiones que se encuentran interligadas al proyecto de infancia, no se encuentran separadas. La organización del encuentro llevó 2 años de construcción y lo primero fue pensar la metodología que tenga como centralidad la participación de las infancias, que no es fácil. Hablamos de participación de las infancias no para ellas, sino con ellas. Las niñas también presentes y los niños en pequeñas comisiones discutieron las temáticas aportadas por ellas mismas como así también los talleres, incluso el menú alimentario del encuentro. El proceso fue muy valioso, quizás más que el encuentro en sí, cada debate, charla, organización de logística, burocracia estatal de la previa al encuentro fue muy gratificante.
“No es un proyecto de las niñas y los niños solamente, se encuentra vinculado a nuestro movimiento social popular que tiene como principio la participación, la lucha social, la colectividad”
El proceso de construcción del encuentro hizo una huella, una marca, experiencias de teatro del oprimido para el trabajo de la violencia de género, discusiones en torno al ser humano y la desigualdad.
Las infancias ponen en valor las amistades el conocer realidades de otras niñas y niños del resto de Brasil así como también la importancia de los más de 50 talleres con artistas y voluntarios en un contexto coyuntural electoral muy complejo donde también fue necesario garantizar la seguridad de las niñas y los niños en el encuentro.
Antes las niñas y los niños eran invisibilizados, hoy están presentes, son parte del proceso de construcción y ese es nuestro balance histórico. Pensando en las infancias y en el derecho a la educación en el campo es que las niñas y los niños necesitan espacios colectivos desde sus organizaciones, a partir de la lucha para ser parte, para estar presentes. Eso nos cambiará la forma organizativa, las niñas y los niños son presente, no sólo futuro. Las niñas y los niños son presente, pero en el futuro serán trabajadoras y trabajadores, por eso tienen que ser partícipes para ser adultas y adultos transformadores, ser parte de la realidad histórica.
“Antes las niñas y los niños eran invisibilizados, hoy están presentes, son parte del proceso de construcción y ese es nuestro balance histórico”
Para América Latina, no es posible pensar las infancias sin pensar en trabajo digno para sus familias, sin pensar en la producción agrícola agroecológica para pensar el derecho a la salud. No podemos ser la región más pobre del mundo por ser la región más explotada y violentada sobre la niñez y las mujeres. No se trata de igualar, sino de garantizar derechos. La ausencia de la escuela es la ausencia de la comunidad, por eso necesitamos organizar la comunidad. Pensar colectivamente universidades, organizaciones sociales, tenemos que pensar la salida, porque la salida es colectiva y sí es posible con las infancias de América Latina.
“No se trata de igualar, sino de garantizar derechos. La ausencia de la escuela es la ausencia de la comunidad”
Consejo de redacción de la revista Infancia Latinoamericana de Argentina.
(Patricia Redondo, Alejandra Bianciotti, Daniela Sposato, Luciano Roussy)