Macarena Vargas Peiret y Danitza Jaramillo Coria
Nos hacen reflexionar sobre la construcción de políticas públicas donde las familias y la comunidad sean parte del proceso educativo. Donde la escuela es generadora de espacios de convivencia y democracia.
La educación tiene la tarea de pensar el presente y los desafíos de lo cotidiano, y, al mismo tiempo, estar pensándose. Mirar el futuro que imaginamos y buscar cómo fortalecer las herramientas que contemplamos desde el hoy; teniendo una de estas herramientas relación con el vínculo entre la educación y el resto de la sociedad.
La educación inicial es el nivel que, probablemente, cuenta con mayor presencia y participación de las familias en los procesos educativos y sobre todo en el aprendizaje, tanto en los Jardines Infantiles, como en la vida cotidiana, ya que las conquistas de aprendizaje son parte de la experiencia vital de las niñeces, durante ese periodo.
¿Esto significa que las familias no participan en el resto de los niveles? ¿Cómo debe entenderse este ejercicio? ¿Desde la presencia en el espacio educativo o desde las diferentes formas de involucrarse? Son preguntas que esperamos responder hacia el final de este artículo.
Sin duda, quienes nos desempeñamos en este nivel educativo tenemos claridad de su trascendencia. Los primeros años son el periodo en que se organiza el mundo y se adquieren gran parte de las habilidades sociales y emocionales que acompañan la trayectoria educativa de las niñeces: flexibilidad, resolución de conflictos, creatividad y juego, como estrategia pedagógica y forma de experimentar el conocimiento. El aprender a ser humano, en todas sus dimensiones.
La experiencia de Chile
Las experiencias de trabajo con familias han sido una constante en el nivel de educación parvularia de Chile, con periodos de mayor visibilización en el contexto de la coyuntura política y los énfasis que los diferentes gobiernos le otorgaron por lo menos desde la década de los 90 en adelante, pero como parte de un quehacer permanente a nivel micro, en cada unidad educativa.
En la primera década del 2000, el concepto de trabajo con familias comienza una transformación paradigmática, relevando el derecho a la participación de las familias y las comunidades. En este escenario, la institución de educación parvularia con mayor experiencia y trayectoria en el nivel es la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI)1, institución pública con total financiamiento estatal, que se ubica prioritariamente en sectores que requieren mayores aportes del Estado.
Ya en el año 20072 en un estudio que buscaba caracterizar y evaluar el trabajo con familias en dicha institución y en vistas a la necesidad de fortalecer y transformar el concepto, se releva una de las principales fortalezas del saber hacer “los Jardines Infantiles emergen como una plataforma activa de participación ciudadana, de generación de espacios de convivencia democrática y de reconocimiento de la diversidad cultural”3
En estos espacios, el tejido social construido alrededor de las unidades educativas ha sido determinante durante décadas, siendo espacios de referencia, asociados a la educación y el cuidado de las niñeces. La valoración comunitaria de dichos espacios, ha permitido el desarrollo de trayectorias familiares, en donde diferentes generaciones han sido parte de sus comunidades educativas desde distintos roles. Por estas mismas características, es necesario relevar experiencias de aporte público que contribuyan a la transformación social, con el fin de acortar las brechas entre la educación y el ritmo del mundo.
La sensibilidad de lo cotidiano: Educación y cuidados
Existe una tensión entre el rol de cuidado,4 que históricamente ha sido asociado al mundo femenino y el ejercicio docente que se desarrolla en los demás niveles educativos. Esta separación de focos no es nueva y pareciera marcar una distancia clara entre roles y responsabilidades ¿Qué les corresponde a las instituciones educativas? ¿Cuál es el rol público que escuelas y Jardines tienen en sus comunidades? ¿Por qué en los niveles escolares el cuidado parece estar fuera de lo educativo?
El Jardín Infantil Los Cantaritos de la comuna de Rancagua, nos da cuenta cómo busca resolver estas tensiones. En el periodo posterior a la pandemia, el desafío era recomponer el vínculo desde lo presencial entre el equipo educativo, y desde el equipo con las familias. Tras dos años de distancia social, las relaciones basadas en la confianza resultaban aún más desafiantes en la comunidad educativa. Era una tarea a pensarse y construirse desde el colectivo.
A partir de una entrevista con familias, se constató el aumento de la cesantía en el sector, lo que había incidido en la asistencia, y que, al estar en el periodo previo al invierno, se auguraban meses críticos para aquellas familias que no tendrían ingresos económicos. Para mitigar esta problemática, entre el equipo de profesionales, técnicos y auxiliares, surgió la idea de un bazar solidario, relevando principios de colaboración, reciprocidad, reutilización y, sobre todo, el bienestar de niños y niñas, asegurando ropa de abrigo para el invierno. Este comenzó con un perchero para dejar donaciones de ropa en buen estado y zapatos, con el paso del tiempo y el aumento de requerimientos, se incluyeron alimentos y otras colaboraciones para que las familias sacaran lo que necesitaran y dejaran aquello con que podían aportar. Una pequeña acción que transformó la dinámica del equipo y, sobre todo, la vinculación entre las familias, la comunidad y el Jardín Infantil.
Esta iniciativa comenzó en abril del año 2022 y se mantiene vigente hasta la fecha.
¿Es esta una experiencia que va más allá de lo pedagógico o es una que transforma a una comunidad educativa y propone aprendizajes para toda la vida?
Las preguntas planteadas al inicio son la base de un proceso de reflexión institucional, sobre la construcción de políticas públicas en donde las familias y la comunidad, sean parte del proceso educativo, presencialmente o mediante la transmisión y sintonía con principios y valores reflejados en sus proyectos educativos (PEI),5 en los que el aprendizaje sobre el convivir socialmente, no son un contenido, sino parte de la vida y de su experiencia cotidiana.
La política pública abierta a los territorios
En 2017, la Junta Nacional de Jardines Infantiles, se abocó a la tarea de actualizar la que era hasta esa fecha, su Política de Trabajo con Familia y Comunidad del año 2007.
En el diseño del proceso para la nueva política, el enfoque territorial se enfrentaba a los desafíos que las características territoriales de Chile le imponían ¿Cómo hablar de la diversidad de geografías y grupos sociales desde una mirada metropolitana? ¿Cómo interpretar los dilemas que zonas tan diversas enfrentaban? Y, sobre todo ¿Cómo relevar propuestas y experiencias que, por esas mismas características, se tornaban imposibles de replicar en otros espacios sociales? Estos dilemas eran también parte del diagnóstico y, hasta esa fecha, no parecían contar con una única respuesta.
La Política Regional de Reconocimiento y Participación de las Familias6, es una propuesta inédita tanto para Chile como para Latinoamérica, construida mediante altos niveles de participación social por parte de familias, comunidades y ciudadanía en general, como un ejercicio de distribución del poder y democratización, en la construcción de una política pública.
La metodología consistió en la elaboración y envío, desde el nivel central, de un Marco de Sentidos, en donde se planteaban los principios que debían inspirar los procesos de construcción de las políticas regionales, enmarcadas en los principios de política pública que JUNJI buscaba instalar:
Enfoque de derecho y educación integral en contextos sustentables para el aprendizaje.
Reconocimiento y valoración de las familias en su diversidad como una unidad social educativa.
Redes vinculares basadas en relaciones de confianza.
Reconocimiento del derecho de las familias a participar ampliamente y de diversas formas en educación parvularia.
La asociatividad democrática e interés superior de niñas y niños.
Estos principios, relevaban la experiencia acumulada y los compromisos y aprendizajes institucionales hasta ese periodo, y como forma de valorar el saber hacer acumulado por cada uno de los actores involucrados en el proceso.
Cada región tuvo su propia organización a partir del marco de sentidos general, para escribir su propia política regional. Se realizaron consultas masivas a las familias, mediante encuestas, cabildos abiertos, focus group, entrevistas, conversatorios, asambleas, mapas parlantes, entre otros, levantando una gran cantidad de información y, sobre todo, anhelos respecto de la educación y bienestar de las niñeces.
Esta heterogeneidad también se aprecia en la diversidad de actores, como las familias, organizaciones sociales, autoridades políticas y educativas, entre otras. También la escritura fue diversa, algunas regiones formaron equipos editoriales interdisciplinarios, otras una mesa de trabajo por temas o una coordinadora general que repartía tareas entre todo el equipo.
El ejercicio de construcción e implementación de las Políticas Regionales de Reconocimiento y Participación de las Familias, tuvo un alto nivel de compromiso en los equipos regionales que la mantienen vigente hasta hoy; incluso, ante la falta de acciones para relevar el reconocimiento y participación de las familias que se dio en el periodo siguiente, por énfasis del gobierno de turno y por las consecuencias que la pandemia tuvo en el tejido social.
Reflexiones finales
En un mundo en transformación, donde las crisis climáticas, la alta tecnologización y el surgimiento de la inteligencia artificial, han modificado el escenario laboral, social y económico, es necesario volver a las preguntas desde los sentidos de lo humano. La educación debe volver a preguntarse sobre la sintonía con los requerimientos de una sociedad en transformación y con la velocidad necesaria para ser un aporte en este proceso de adaptación.
Por ello, no es exagerado decir que hoy el nivel de educación parvularia es un modelo para el resto del sistema educativo. En una reciente entrevista,7 esta premisa es parte de lo planteado – de manera informal pero consistente con su trayectoria – por Francesco Tonucci, quien declaraba que la misión de la escuela ya no es enseñar tal como se conoce, que este rol lo asumen las herramientas digitales y que, repensar la escuela requiere que se conciba como un espacio con una propuesta enriquecida, con huertas, música, al aire libre y escuchando a niños y niñas, más que transmitiendo conocimiento, acompañando desde sus saberes, un proceso en el que las familias y las comunidades, en su heterogeneidad y desde sus fondos de conocimiento, tienen mucho que decir.
Notas:
1. La Junta Nacional de Jardines Infantiles, se crea el 22 de abril de 1970, en el gobierno de Eduardo Freí Montalva, esto se consigue como logro de una fuerte movilización ciudadana para exigir una entidad pública de educación parvularia.
2. MARTINEZ, V. 2007. ESTUDIO EL ENFOQUE COMUNITARIO EN LA JUNJI INFORME EJECUTIVO.
3. MARTINEZ, V. 2007. ESTUDIO EL ENFOQUE COMUNITARIO EN LA JUNJI INFORME EJECUTIVO.
4. Recomendamos visitar este artículo que nos refiere en detalle esta tensión aún no resuelta https://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-45652022000100255&script=sci_arttext&tlng=en#B70
5. Proyecto Educativo Institucional, es el instrumento que orienta todos los procesos que ocurren en los establecimientos educacionales, transmite la visión, misión, valores, paradigmas y proyecciones de la unidad educativa.
6. https://www.junji.gob.cl/20623/
7. https://www.lanacion.com.ar/cultura/la-mision-principal-de-la-escuela-ya-no-es-ensenar-cosas-nid1085047/
Macarena Vargas Peiret Lic. Mg en estudios
de género y cultura e investigadora Interseccional.
Danitza Jaramillo Coria, Lic. Mg en estudios de género y cultura. Profesional Departamento de Calidad Educativa, Junta Nacional de Jardines Infantiles.