Alba Tafunell
La escuela Joan Juncadella se situa en Sant Vicenç dels Horts, una localidad cercana a Barcelona, llamada así originariamente por los huertos que bañan las cuencas del río y que, hoy en día, le confieren inevitablemente cierto aire de otros tiempos. En este presente rápido, casi frenético, de consumo, información, modas, y demás, los huertos del Llobregat nos invitan a reconciliarnos con un tiempo lento, el de la naturaleza y el de la infancia, que no entiende de prisas, ni de consumo, ni de información, ni de modas. El río nos recuerda también esta necesidad de cuidar lo que surge de forma espontánea y se despliega por sí mismo, fluyendo hacia donde necesite, abrazado y contenido, hasta llegar a su destino, el mar. Nuestro mar, un Mediterráneo cada vez más sucio, a pesar de su azul resplandeciente. Y es que el río también baja marrón, muy marrón, y parece que la sequía de estos tiempos no augura un futuro demasiado esperanzador, al menos por lo que al agua se refiere. Finalmente, la autopista traza el horizonte de este paisaje, con los atascos propios de las mañanas del área metropolitana de la capital catalana. Y en este microcosmos de contrastes, el griterío de unos niños jugando en el patio de la escuela, las manos esforzándose para conseguir la arena más fina, los pies que piensan el mejor lugar para pisar y mantener el equilibrio en el circuito de troncos, las cucharas rellenando pasteles de arena, los columpios que cuelgan de los árboles propulsando a sus protagonistas hacía un futuro lleno de oportunidades que por ahora es un presente lleno de posibilidades y sueños, los insectos que son encontrados bajo las hojas de un arbusto, las manos que atrapan y las piernas que empiezan a correr por no ser atrapadas, o las palas y cubos que trabajan laboriosamente sin descanso. En medio de los contrastes aparece un lugar por y para la infancia, un escenario propio. La escuela pública como escenario propio para los niños y niñas de 3 a 12 años de este barrio de Sant Vicenç dels Horts. Un barrio marcado por la fragilidad económica, de familias de clase obrera con pocos recursos y nivel adquisitivo, y con un porcentaje muy elevado de inmigración, con distintos orígenes culturales. La diversidad como rasgo de identidad del barrio y de la escuela.
Y, ¿cómo da respuesta la escuela a esta diversidad?
Tras muchos años de recorrido, transformaciones y revisiones, el equipo docente ha ido trazando una línea metodológica propia, que avanza lenta pero segura, un lugar desde donde sentir comodidad y compromiso a partes iguales; desde donde enfocar y repensar. Así, el ciclo de infantil (comprendida entre los 3 y los 6 años) se organiza en tres niveles (Infantil 3, Infantil 4, Infantil 5) con dos grupos por línea. La jornada escolar combina momentos de grupo de referencia y momentos internivel, y así se pretende cuidar las necesidades y aproximaciones individuales de cada uno al aprendizaje y a los procesos de desarrollo, respetando las distintas formas, ofreciendo variedad de opciones con las que acceder al conocimiento y sus procesos. Así, por las mañanas se trabaja en grupos de referencia en propuestas que abarcan un gran abanico de opciones metodológicas, desde las sesiones en gran grupo, las de medio grupo, las de grupos heterogéneos y cooperativos hasta las propuestas de carácter más individual o en parejas. Por la tarde, los 105 niños de toda la comunidad de pequeños disfrutan de los ambientes de aprendizaje, esta mágica y libre circulación regulada por uno mismo (y también por los adultos de referencia) que tiene como propósito y eje principal cuidar el interés y el juego del niño. Se entiende, entonces, que tras años de ejercicio profesional, las maestras de infantil de esta escuela han ido diseñando y trazando una línea educativa y metodológica propia, evitando casarse con una única corriente pedagógica sino más bien lo contrario, bebiendo de distintas estrategias metodológicas contextualizadas y enraizadas en su contexto más inmediato, en una especie de diálogo entre la praxis, la observación y las evidencias que día tras día ofrecen las experiencias de los niños y niñas a los que acompañan.
Los primeros rayos de sol se filtran entre las ramas de los árboles en esta mañana fría de invierno. Las primeras notas de la canción escogida por Cristina, la conserje, inaugura un nuevo día en la escuela. A medida que avanza la canción, se abren las puertas, y Nekane, de la mano de su madre, recién peinada y aseada, avanza también hacia su clase, como tantos otros niños y niñas, acompañados de sus familias. La música sigue sonando mientras saludan a la maestra, con una sonrisa alegre que todavía esconde algún resquicio de sueño, y entran al espacio lleno de propuestas distintas, que invitan al juego y al disfrute. Mientras la mirada recorre toda la clase, ella va sacándose la chaqueta, colocando su botellín de agua en la estantería y dejando sus pertenencias en el colgador del pasillo. Pronto llegan otros compañeros y compañeras, llenos de anécdotas y ganas, y la música ya no se oye, quizás se ha terminado, o quizás es el bullicio de la infancia que se la ha tragado.
El día se despierta con este primer rato de juego libre en el aula, con propuestas variadas y atractivas para ellos y ellas que cada día cambian y que conectan con los intereses de cada uno. Seguidamente, es el momento de la asamblea, de saludarnos, contarnos y situarnos un poco, en grupo de referencia. Tras estas rutinas que nos ubican en el tiempo y el espacio, tras saber cómo se presenta el día, los rayos del sol ya iluminan y calientan todo el espacio. Puede ser que hoy sea martes, y haya Juegos matemáticos, así que Salma, junto a su grupo de cuatro compañeros, se adentrará en una de las propuestas rotativas y con material manipulativo, ideado por las maestras, para ir avanzando en la adquisición de las primeras nociones y conceptos matemáticos. Hay cuatro grupos, dos de ellos funcionando y explorando las propuestas de manera autónoma, con una supervisión y observación más distante por parte de la maestra, y otros dos con propuestas que necesitan de un acompañamiento y guiaje más cercano, y que, por ello, cuentan con una maestra que está completamente dedicada a ellos. Con esta distribución heterogénea, tanto de ritmos como de niveles de aprendizaje, se fomenta una práctica cooperativa y entre iguales, y a la vez respetuosa con el momento madurativo y evolutivo de cada uno. Las maestras hacen un registro diario e individual de las observaciones realizadas, y toda esa información es revisada y tenida en cuenta constantemente para atender a cada niño y niña en aquello que necesita, ésto es, para atender la diversidad desde la individualidad y particularidad de cada cual.
Pero si hoy es lunes, nos vamos de visita a la biblioteca de la escuela, donde la mascota de la biblioteca nos ha preparado un cuento, con todos los materiales que nos permitirán recrear el relato y jugar una y otra vez a recrearlo a lo largo de la semana. Y ésto lo hacemos en grupo de referencia. Quizás estos lunes serán los únicos días que Dagmara acudirá a una biblioteca, o quizás no, serán los primeros de una larga historia y recorrido por bibliotecas y librerías. Sea como sea, la escuela se convierte en el escenario de oportunidades para todos, un lugar donde ofrecer y compensar, desde donde partir o ampliar.
Puede que hoy sea una mañana de jueves, y que Elsa tuviera más sueño y pereza que de costumbre, pero cuando su madre le susurra que hoy podrá disfrutar de la sesión de psicomotricidad, se levanta feliz, pues la diversidad de propuestas y materiales, la conectan con un lugar de su cuerpo y movimiento únicos y diferentes para ella. Goza, junto a la mitad del grupo, de estas sesiones semanales de placer y expresión.
Firdaouss pregunta a la maestra si mañana volverá a ofrecer los rotuladores y colores en el momento de la entrada relajada. No ha acabado de pintar su dibujo en la libreta. Lo dice con cierto temor en los ojos. Cuando la maestra asiente y la abraza, ella sonríe mostrando unos dientes finos e irregulares, carcomidos por el azúcar, y le confiesa que en su casa no tiene rotuladores y no quiere que su dibujo se quede a medias.
Hoy es miércoles, y María, la maestra de música, viene a buscarlos. Todos se muestran ilusionados, les gusta recorrer la escuela y gozar de la sesión de música, que hacen en gran grupo. Tocan instrumentos delicados, bailan, entonan y cantan. Se sumergen en el lenguaje superior que es el música, y Jair vibra con ello. Tras el recreo, tienen un rato de exclusividad con su maestra de referencia; y es que cuando trabajan historias matemáticas, son llamados de forma individual para representar el relato que les narra, con contenidos matemáticos, siempre a través de personajes y materiales manipulativos y lúdicos, que les conectan con el juego y el aprendizaje. La maestra puede mirar, atender, saber y observar a cada uno, mientras los demás juegan, y se produce este mágico equilibrio entre la individualidad y la colectividad.
Hoy Thiago, de cinco años, achica sus ojos azules de pestañas larguıísimas mirando muy concentrado la pizarra. En gran grupo hemos trabajado y escrito las palabras que Triana ha traído desde casa, todas contienen la U. Ahora toca en grupos reducidos escribir dichas palabras en las libretas, la maestra puede acompañarlos ya que sólo son cinco niños esforzándose para trazar, descifrar y aprender a discernir sonidos y representaciones, en el gran universo simbólico que es el código escrito. Como una danza todo se ordena, y Thiago ha conseguido escribir las cuatro palabras con todas y cada una de sus letras. Menudo reto y menuda promesa; el acceso a la escritura y a la lectura será para él el acceso al mundo.
También puede ser que sea viernes, y toque sesión de Proyecto, donde se aprende de manera globalizada y construyendo el aprendizaje entre todos, por ejemplo, sobre los dinosaurios. Lucas sabe todos los nombres, los más impronunciables, y Basma cuenta algo sobre un meteorito y fuego, y volcanes. Cuando buscamos el origen de los dinosaurios vemos que hay algunos que vivieron en Colombia, e Ian cuenta y recuerda a su familia. Ilyas nos habla de Marruecos, Elián de Perú y Thais de Bolivia. Nos damos cuenta una vez más de nuestra diversidad, de nuestra riqueza. Y ya viene el fin de semana, y nos contamos aquello que nos gusta, y lo que nos hace ilusión. Y nos deseamos buen fin de semana.
Y mientras ésto pasa, la autopista continúa acumulando coches, el río bajando seco, los huertos creciendo lento y el sol luciendo alto. Y mientras ésto pasa, la infancia aparece y es la única oportunidad de salvar y reinventar el mundo.
Alba Tafunell
Maestra de educación infantil